jueves, 24 de diciembre de 2009

Navidad: época de libros nuevos


En Barranquilla ha estado lloviendo en estos días, cosa extraña, pues aquí los días de diciembre son soleados, ventosos, de limpio cielo azul y olor a sal en el aire. Ahora llueve despacio, el mundo se aquieta y se levanta ése aroma especial de la tierra mojada que invade la tarde. Como en Barranquilla, cuando llueve, uno no sale por los arroyos, lo mejor es, entonces, ponerse a leer, abrir el regalo que contiene un hermoso libro nuevo, acomodarse en un sofá y empezar la aventura por el mundo  especial que ha creado el autor para nosotros. No hay mejor plan que ese. Feliz navidad literaria. Que lean mucho; que sueñen; que sonrían. Son mis deseos para ustedes.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Raymond Carver

CATEDRAL

Raymond Carver
Ediciones Conpactos Anagrama, Barcelona
10a edición, 2006, 205 páginas


Raymond Carver (1939-1988) es reconocido como uno de los maestros norteamericanos del relato corto. "Catedral" es una muestra de esa maestría. Doce cortos cuentos que se centran en un momento determinado de una vida cualquiera, de gente común y corriente; vidas en las que, de pronto, pasa algo que rompe la rutina, la monotonía de las existencias simples sin ninguna aspiración intelectual o de trascendencia alguna.

Algo sucede, entonces, y el lector va adquiriendo la sensación de que algo más va a pasar, algo grave o irreparable.

No son historias redondas; al comienzo, parecen anécdotas, pero tampoco lo son. El estilo conciso y seco del narrador nos muestra, como de reojo, cómo era la vida del personaje antes del suceso central, y nos deja a la imaginación cómo será después. No cuestiona, no elucubra, sólo narra generando un suspenso que desemboca en nada, no hay realmente un desenlace, aun cuando sí una cierta solución.

Por ejemplo, en “El Compartimiento", Myers visita Europa por primera vez y va a visitar a su hijo a quien no ve ni se ha comunicado durante ocho años; al regresar del baño, se da cuenta de que le han robado el reloj que le lleva de regalo, y no puede culpar al único pasajero con quien comparte el vagón; la rabia y la impotencia le recuerdan su mala relación con el hijo y con su madre, y descubre que en realidad no quiere verlo. No se baja del tren en la estación en donde el muchacho debía estar esperándolo; lo busca y no lo ve en el andén; tal vez el hijo tampoco quiere verlo. Su vagón es desenganchado sin que se de cuenta, y pierde el equipaje; pero lo único que le importa es que el tren siga marchando hacia cualquier parte.

O, en "Fiebre", Carlyle ha sido abandonado por su mujer, quien le dejó los dos niños pequeños; ella llama insistentemente por teléfono para decirle que las cosas van a ir bien; llamadas absurdas mientras él busca una niñera para los hijos y poder ir a trabajar; una fiebre alta lo ayuda a desprenderse, a ver claro, y aun cuando la excelente niñera que había conseguido le anuncia que se va, él se siente tranquilo.

Vidas que se rompen, abandonos, soledad, y esa incierta sensación de estarse fraguando una tragedia, o, como dice el mismo Carver, como si las cosas que estuviesen dormidas fuesen a despertar.

La tensión que maneja con su lenguaje preciso, dice Carver "...es parte fundamental de la historia, en tanto que las palabras convenientemente unidas pueden irla desvelando, cobrando forma en el cuento. Y también son importantes las cosas que dejamos fuera, pues aún desechándolas siguen implícitas en la narración, en ese espacio bruñido (y a veces fragmentario e inestable) que es sustrato de todas las cosas". (Escribir un Cuento, en http://www.literatura.us/).

Es éste el estilo inconfundible de Carver, descrito por él mismo, el mundo que ha creado, y que deja pensando al lector en todas las posibilidades abiertas en el relato.

Por: Silvia Reyes Cepeda





miércoles, 9 de diciembre de 2009

Mientras Agonizo : William Faulkner



Condado de Yoknapatawpha, Estado de Mississippi, en el viejo sur de los Estados Unidos, en donde los “blancos pobres” viven igual o peor que los negros. Addie Bundren agoniza y desde su lecho escucha el aserrar y martillar de su hijo mayor, Cash, fabricando su ataúd. Anse Bundren prepara la carreta para transportarla a Jefferson, en donde una vez pidió ser sepultada junto a sus antepasados. Su hija, Dewey Dell, la abanica mientras piensa en Lafe y en lo que no pudo evitar que sucediese cuando llegaron al surco final de la plantación de algodón. Jewel amansa entre maldiciones un caballo que ha comprado con el dinero ganado trabajando de noche para otros, y Darl, mientras tanto,  imagina a su hermano “rodeado por un laberinto resplandeciente de cascos igual que una ilusión de alas”. Vardeman, el menor, imagina que su madre es un pez que se escabulle en el río. Emprenden el viaje a Jefferson, que es largo, en pleno mes de julio, con amenaza de lluvia, con el río desbordado y los puentes caídos, pero Anse Bundren se ampara en su promesa, y asumiendo el  papel de víctima signada por la mala suerte, arrastra a su familia y al cadáver de su mujer en una accidentada travesía que traerá consecuencias trágicas para todos, menos para él.

En esta obra, el autor utiliza una mezcla de narración con monólogo interior en la que intervienen distintas voces; cada personaje describe, desde su propia visión, un pedazo de la historia y, entre todos, ésta se va formando, con el hilo conductor de la voz de Darl, quien en ocasiones parece ser un visionario, puesto que habla de cosas que no está viendo, que tal vez imagina. Darl trasciende la cruda realidad de su familia con metáforas poéticas que al final no le sirven para evitar la locura. El viaje, por su parte, disfraza con su aparente propósito cristiano, los motivos egoístas de cada uno y evidencia los caracteres de los personajes, sus sentimientos y frustraciones, y su fuerza interior para superar las dificultades que la naturaleza atraviesa a su paso.

William Faulkner (1867-1962), premio Nobel de Literatura 1950, comenzó su labor de escritor en 1924 con la publicación de un libro de poemas, y en 1925 publicó su primera novela, “La paga de los soldados”, empujado por el ejemplo del escritor Sherwood Anderson, de quien dijo en una entrevista que nunca ha sido valorado como se merece . Sus obras, como “Sartoris”, “El sonido y la Furia”, “Luz de Agosto”, entre otras, y ésta, “Mientras Agonizo”, se desenvuelven en un condado ficticio, Yoknapatawpha, en el estado de Mississippi, y los personajes de algunas se repiten en otras, complementándose. Describe en ellas el sur  donde nació y vivió, el racismo, la violencia –abierta y soterrada–, la desesperación por romper los círculos de la pobreza, la rigidez de las costumbres y el peso de la opinión de los demás.

En su estilo, recoge las tendencias de la escuela naturalista (finales del siglo XIX y principios del XX) de enfrentarse a temas considerados tabú por su crudeza y adopta la técnica del “monólogo interior” y de la “corriente de conciencia”, introducidas por Henry James y James Joyce, las cuales permiten dar a conocer la realidad íntima y subconsciente de los personajes

No resulta fácil leer a Faulkner, pero su estilo permite que brillen los caracteres por sí solos, su grandeza o su miseria, al tiempo que transmite una imagen completa de ese sur desolado bajo el sol ardiente del verano, en donde a veces la naturaleza, un personaje más, pone a prueba las fuerzas de los hombres. El lector debe tener la paciencia de ir armando la historia paso a paso, de encontrar los textos implícitos, lo que no dice el escritor pero da por sentado, y al final, tal vez encontrará la clave, como en “Mientras agonizo”, en el monólogo final de Addie Bundren.

William Faulkner: MIENTRAS AGONIZO, Ediciones Cátedra, Letras Universales, 5ª edición, 2001, Madrid,Edición de Javier Coy, Traducción de Mariano Antolín Rato

lunes, 7 de diciembre de 2009

Arte Helado


Texto y fotografías: Cándida Reyes Cepeda

50 escultores provenientes de Rusia, Estonia, Ucrania, Chequia, Bélgica, Irlanda, Inglaterra, Finlandia, Suecia, España, Estados Unidos, Canadá y Holanda se reunieron en Roermond (donde yo vivo) durante dos semanas a esculpir, esculpir y no sudar. Ellos crearon un magnífico juego de estatuas de las cuales les mando una muestrica.

El lugar donde estan las esculturas es una gran tienda refrigerada que se mantiene cerrada para conservar las esculturas a una temperatura de -8 grados (brr, se me congeló hasta el bigote)
Tengo un librito con secretos de las esculturas y ahí les dejo uno:  las esculturas se construyen de arriba hacia abajo... una vez que los bloques son colocados con buldozer en su sitio se pegan con agua en el lugar de exhibición y... a trabajar inmediatamente!!!





jueves, 3 de diciembre de 2009

La esquina inesperada del Mar Tenebroso

Por: Silvia Reyes Cepeda

La flota desfiló despacio llenando el río hasta asomarse al Mar Océano, al mar tenebroso, inmenso y todavía misterioso. La comandaba un hombre poderoso, soberbio, elegante, a quien el señor Don Manuel había entregado la bandera de la Orden de Cristo, bendecida por el Papa.
El señor Don Manuel le había dicho en voz baja: “Dios quiere, el hombre sueña, la obra nace. Dios quiso que la tierra fuese una, que el mar uniese y ya no separase” , y había agregado con la vista perdida en el infinito: “El mar sin fin es portugués”.
Don Pedro Alvarez Cabral recibió la bandera con reverencia y partió. El destino de esta imponente flota era Calicut, la tierra de las especias de que hablaban Marco Polo y Vasco Da Gama, la de los palacios con cúpulas de oro y pisos de jade y mármol, en donde en nombre del imperio desplegaría banderas, riquezas y soldados para deslumbrar a un poderoso sultán de nombre impronunciable.
El mar se abría infinito, desplegaba su aparente soledad sobre la flota, y las almas se angustiaban ante esta sempiterna vista de cielo y agua. Cada atardecer los hombres creían, en el fondo y sin manifestarlo a nadie, que se desbordarían por el horizonte y caerían en las fauces del monstruo que cuidaba los abismos oscuros del mar. Sólo el brillo silencioso del miedo en sus ojos los delataba. Pero a una tarde le sucedía la otra, más o menos en calma, cada día daban gracias a Dios por el trayecto recorrido, y rogaban la bendición del cielo para el próximo. Se guiaban por las estrellas y por unas inciertas cartas marítimas que no contenían aún todo el mundo, pero ellos no lo sabían.
Era el mes de abril del año del Señor de mil y quinientos. De pronto, en algún recodo del mar se encontraron con los vientos que iban hacia el oeste, y que tampoco estaban dibujados en sus cartas náuticas. Y en las manos de los vientos llegaron a una esquina verde con un monte verde y, en una bahía de quietas aguas, echaron el ancla y descendieron.
Hombres desnudos los esperaban en la playa. No había cúpulas de oro ni caminos empedrados. El comandante guardó su bandera para no gastar las bendiciones que portaba con esa extraña gente cuyo idioma no entendían los intérpretes, preparados para entregar credenciales a un sultán.
Sin preguntar, Alvarez Cabral tomó posesión de esa nueva tierra aún sin nombre, en ejercicio del cristiano derecho conferido a su rey por un poderoso Papa que había repartido el mundo y los mares e islas por descubrir entre España y Portugal. Ordenó celebrar una misa, por si acaso, y en la cima del monte verde se escuchó por primera vez el latín y el nombre de ese nuevo Dios, invocado como respaldo para la apropiación de lo ajeno y la imposición de servidumbres y explotaciones.
Los indígenas desnudos contemplaban en silencio el extraño ritual que estos extranjeros barbados de piel pálida desarrollaban bajo el viento de abril. Y en silencio los vieron partir nuevamente en sus extrañas canoas altas como los altos árboles de la selva.
La flota enderezó el rumbo buscando la ruta soñada de la especiería. Se llevaron unas muestras del árbol que llamaban pau brasil y que enviaron a Don Manuel en un reporte escueto de la tierra descubierta y de la única riqueza que al parecer contenía: sólo vegetal, sólo pau brasil.
Dejaron un nombre flotando sobre el Monte avistado en esta esquina inesperada del Mar Tenebroso, Monte Pascual, por aquel prurito de nombrarlo todo, hasta lo que no conocían y una transitoria denominación de la tierra, Isla de la Vera Cruz.
No imaginaron la selva profunda, ni los ríos anchos como mares, ni los pájaros de colores, ni las bahías azules con morros semejantes a panes de azúcar flotando sobre el agua.
Llegaron a la India, la verdadera, atravesando el recién bautizado Cabo de las Tormentas, pagando su tributo de naufragios, terror y muertos, y encontraron el ansiado mercado aromático de las especias, su sueño comercial cumplido bajo el fuego de los cañones cristianos.
Del otro lado del mar, una cúpula verde esperaba su destino de colonia, de esclavos, de oro y azúcar; de capitanías y de botín de piratas; de mezcla de razas vencidas y vencedoras; de candomblé, tambores y sol; de un imperio importado al cielo candente del trópico con princesas de siete nombres y apellidos imponentes; de caucho, café y Pau Brasil.
Sueño tras sueño, se construyó una historia. Desde el sueño de un navegante que nunca navegó, que soñó que el mar ignoto debía ser solamente un mar portugués y dejar de ser Mar Tenebroso, pasando por el sueño embrujador de las especias, de la seda, del oro, del poder y del dominio sobre otros, hasta llegar al sueño de libertad enroscado en el vientre verde de Brasil.

Fotografía: La Costa del Descubrimiento, tomada de www.brazadv.com
Frases atribuidas a Don Manuel:  Fernando Pessoa: Mensaje, Mar Portugués: El Infante. Padrón.





lunes, 30 de noviembre de 2009

¡Por fin noticias buenas!

En la edición impresa de El Tiempo de hoy llegó -¡por fin!- una separata titulada  "Colombia Positiva", en la cual se da cuenta de cosas que hacen los colombianos y que contribuyen con sus comunidades de manera favorable.  Es que, realmente, resulta agobiante la andanada de asesinatos, robos, violaciones, capturas, corrupción, narcotráfico, paramilitares y alias con que nos inundan los noticieros y periódicos todos los días. ¡Ah! y los accidentes y los muertos a montones, y cuando parece no haber suficientes en nuestro día, los traemos de otros países como India o Africa, como para cumplir la cuota. Uno llega a preguntarse si en este país nunca pasa nada meritorio, nada loable, nada honesto; nada que merezca ser noticia y que no sea frívolo o fútbol.
Bienvenida, entonces, esa separata de El Tiempo. Ojalá perdure y otros medios tomen ejemplo. Porque Colombia es un país hermoso, lleno de gente trabajadora y buena que lucha por salir adelante en medio de circunstancias complejas y difíciles y que, a pesar de ellas, es capaz de sonreir.

martes, 24 de noviembre de 2009

Plegarias sobre el desierto de Nazca

Texto: Silvia Reyes Cepeda
Fotografías: María del Pilar Colom




Nazca es un desierto de cascotes de piedra quemada por el sol que se extiende por más de 500 kilómetros cuadrados, cerca de la costa del Perú, al sur de Lima. Las montañas que lo circundan parecen calcinadas como por algún cataclismo ocurrido en un mundo antiguo. Vigilan los dibujos trazados en la pampa y tal vez esperan las ofrendas que el nazca elevaba rogando por el agua.
Las líneas y los dibujos hechos hace miles de años guardan aún su secreto. No hay sino elucubraciones sobre qué querían decir. ¿Reflejan, acaso, los trazados invisibles de las estrellas? ¿Quiso el nazca imitar a dios reinventando un cielo sobre las piedras del desierto más seco y solo del mundo? O, tal vez, ¿quiso tener alma y ojos de pájaro con un corazón de arena?
Las líneas cruzan el desierto. A veces parten de nudos y sus radios apuntan a todos lados.
Otras, forman triángulos, trapecios, rectángulos, y entre ellas, aparece de pronto la figura de una ballena, de una orca, de pájaros enormes, un mono, una araña, una flor.
Todas ellas recuerdan lo que no existe aquí: agua, océano, vegetación, vida animal. De pronto son rogativas a los dioses del agua, para que la devuelva a la tierra reseca.
María Reich, la dama de la pampa, pensaba que eran el libro de astronomía más grande del mundo, y que señalaban los ciclos del sol, porque algunas líneas apuntan al ocaso en los solsticios y equinoccios. Decía, también, que los dibujos eran una representación nazca de las constelaciones, y que un trabajo de esta magnitud tenía que ser algo más que simples rituales a los dioses, como siempre se explican los restos antiguos cuyo significado real se desconoce.
Su teoría ha sido discutida y ahora se habla de invocaciones a los dioses del agua y de la lluvia, pues las líneas apuntan a las montañas, de donde viene el agua, y los dibujos recuerdan inevitablemente un mundo en donde existe agua.
Estas interpretaciones despiertan más nuestra imaginación que las puramente científicas. El hombre es dado a creer, inevitablemente, en los dioses, en el destino, en los misterios y en las casualidades. Nuestro guía en Nazca nos contó que la señora Reich sufrió la amputación de un dedo, de manera que no tenía diez sino nueve dedos, y que si observábamos las figuras con dedos, todas tenían nueve dedos, como la del mono o la de las manos o sapo.
Esas historias nos seducen, nos hacen soñar, así como nos hace sentir menos solos la idea de la existencia de uno o varios dioses vigilando desde el cielo su creación.
Sin embargo, viendo este inmenso desierto cruzado por tantas líneas mudas, es forzoso preguntarse ¿a dónde se fueron los dioses de los nazca?
Elías Canetti dijo alguna vez: “¿Regresará Dios cuando su creación esté destruida?”
En Nazca, ¿Regresarán algún día los dioses cuando ya el tiempo o los cambios del clima hayan borrado las rogativas escritas en la arena por un pueblo desaparecido? Dos mil, tres mil años, son apenas un parpadeo de sus ojos infinitos. Tal vez decidan complacer algún día a esos hombres que ya no existen, y devuelvan el agua a las planicies de piedra calcinada, los flamingos y los colibríes, los monos y las flores, los ríos y las ballenas. Empezaría otra vez el mundo, y una nueva raza de hombres pintaría, entonces, dunas y cardos y remolinos de arena y viento para recordar el tiempo ido, y comenzaría el ciclo de ruegos y plegarias a los dioses invisibles.
Mientras tanto, atardece en el desierto de Nazca. Un sol naranja que parece el último del mundo, se oculta en silencio y la brisa enfría de repente. Remolinos de arena cruzan la pampa, como fantasmas enloquecidos y, mientras cae la noche despacio, las líneas se cierran con su misterio bajo las estrellas heladas.
En su tumba bajo la tierra que tanto amó, María Reich ya debe conocer el secreto de los dibujos pintados en la arena.



Links: Sobre el Coaching

Según la ICF, International Coach Federation, "El coaching profesional consiste en una relación profesional continuada que ayuda a obtener resultados extraordinarios en la vida, profesión, empresa o negocios de las personas. Mediante el proceso de coaching, el cliente profundiza en su conocimiento, aumenta su rendimiento y mejora su calidad de vida.

En cada sesión, el cliente elige el tema de conversación mientras el coach escucha y contribuye con observaciones y preguntas. Este método interactivo crea transparencia y motiva al cliente para actuar. El coaching acelera el avance de los objetivos del cliente, al proporcionar mayor enfoque y conciencia de sus posibilidades de elección. El coaching toma como punto de partida la situación actual del cliente y se centra en lo que éste esté dispuesto a hacer para llegar a donde le gustaría estar en el futuro, siendo conscientes de que todo resultado depende de las intenciones, elecciones y acciones del cliente, respaldadas por el esfuerzo del coach y la aplicación del método de coaching."

COACHING, dice Focus Coaching,  "es ganar conciencia de sí mismo a través de una conversación con propósito, que abre las puertas de las posibilidades de ser, evolucionar y generar movimiento constante hacia una vida plena."

FOCUS COACHING, es  un equipo interdiciplinario de Coaches acreditados por la Federación Internacional de Coaching (ICF), que busca "acompañar  el despertar de nuevos sueños sin fronteras", y cuya misión es "dejar huella en la vida del ser humano acompañándolo en su transformación".

SUS VALORES son: Compromiso, transparencia, ética, confidencialidad y foco.

Bogotá

viernes, 20 de noviembre de 2009

Contra la corrupción, formar ciudadanos

En todos los medios de prensa de hoy han sido publicadas las declaraciones del Fiscal General encargado sobre el alarmante aumento de la corrupción. El diario La República titula así su separata de Asuntos Legales: "La corrupción mina los resultados económicos de los Departamentos".
Al mismo tiempo, se publican las declaraciones del Presidente anunciando una "emergencia social" que genere recursos para que los Departamentos puedan cubrir los mayores costos que requiere el sistema de salud, ocasionados, según su dicho, en las sentencias de la Corte Constitucional que obliga al pago de medicamentos y tratamientos no incluidos en el Plan Obligatorio de Salud. Esa emergencia social implicará aumento en los impuestos de licores, cervezas y cigarrillos y que pagarán los mismos consumidores, ya que son impuestos indirectos.
Entonces, por un lado la corrupción mina los resultados económicos de los Departamentos, y por el otro se les dará más dinero.
Eso, sencillamente, no tiene sentido, y menos si se repasan todas las noticias sobre eventos de corrupción, precisamente en el sector salud de los Departamentos.
La corrupción es una espiral que crece y crece en nuestro país, sin control,  que contamina todas las instancias de la vida pública, e incluso privada, y que amenaza con ahogarnos a todos. Y es que, como dijo alguna vez el exministro Fernando Cepeda, la corrupción comienza con el chico que se copia en los exámenes, con el que se vuela la fila para llegar primero por encima de los demás. Luego, la tarea básica es construir valores, es educar en valores, es formar ciudadanos.
Como se lee en la publicación de El Tiempo sobre Ética Mundial: "Los deberes de los que aquí se habla son éticos y no pueden incluirse en un sistema jurídico; son anteriores, implican la formación del ciudadano. Su único objetivo es preservar la dignidad humana. Se relacionan con la libre conciencia, con el respeto a la naturaleza, con el amor. Nacen de la responsabilidad y del corazón."
¿Será que en Colombia nunca formamos ciudadanos?


lunes, 16 de noviembre de 2009

Crónicas desde Holanda: Mechelen

Por: Cándida Reyes Cepeda

Esta semana estuvimos de vacaciones. Nos fuimos a Mechelen en Bélgica. No tuve tiempo de averiguar la historia de la ciudad y su nombre en español pero, a juzgar por lo que vimos, tuvo gran importancia en el siglo XVI-XVII cuando figuró como capital de Holanda. La ciudad se embelleció en manos de Margarita de Austria, y luego con Margarita de York.


Hoy en día requiere una enorme cantidad de dinero para conservarse pero aún así las casas, calles y plazas son bellísimas. La casa con las hermosas filigranas es la casa de estado o regencia; la torre es bellisima y dentro de la catedral hay una colección de 25 cuadros del siglo XVI alegóricos a la vida de San Romualdo que son fascinantes.

Roermond, Holanda
Julio de 2008

Nota de la Redacción: Malinas (en neerlandés Mechelen, en francés Malines) es una ciudad del distrito del mismo nombre de la provincia de Amberes, en la región de Flandes (Bélgica). Tomado de Wikipedia





domingo, 15 de noviembre de 2009

"El odio retrocede cuando los hombres cantan": Liliana Bodoc


Hace poco estuvo en Colombia la escritora argentina Liliana Bodoc, como invitada al V Simposio Internacional de Literatura organizado por la Universidad Central de Bogotá, "Los viajes que Gulliver olvidó". Liliana Bodoc es autora de libros para jóvenes, entre ellos una obra maravillosa: La Saga de los Confines, una trilogía compuesta por Los días del Venado, Los días de la Sombra y los días del Fuego, y que recrea todo un mundo lleno de magia, de presagios no desentrañados a tiempo, de traiciones por ambición que abren heridas por donde se cuela el mal; de astrónomos guardianes de los conocimientos y de la sabiduría de los pueblos; de la  valentía sin límite de los guerreros del sur para rechazar a un invasor que viene de las Tierras Antiguas, con armas y animales desconocidos, y guiados por la Muerte puesta al servicio del Odio Eterno; y de los Brujos de la Tierra convocando a la Creación entera para luchar por la vida y por una esperanza de futuro. Personajes cautivadores  se quedan en nuestra memoria, mientras los vemos amar, morir, venerar a los ancestros, recordar las historias alrededor del fuego mientras afuera llueve, y defender  ése espacio que llaman las Tierras Fértiles, en donde reconocemos a nuestro continente.  Liliana Bodoc, con un lenguaje  poético que nos recuerda el de las grandes epopeyas, crea todo un mundo mágico en donde encontramos el rastro de las  viejas leyendas de los pueblos americanos que cuentan la comunión entre hombres, plantas, ríos, animales, viento, lluvia y mar, amparados por la madre tierra que nunca desampara a sus hijos, y que recibe su sangre cuando caen. Nos habla del dolor de los  inocentes que sucumben ante el mal sin terminar de comprender cómo o por qué. Y de una victoria final  que es transitoria, nosotros lo sabemos, y los personajes también, pero cuyo gran consuelo es el triunfo de la vida y las canciones, porque "el Odio retrocede cuando los hombres cantan".

jueves, 12 de noviembre de 2009

"Aquellos que no recuerdan su historia, están condenados a repetirla"

Siempre es bueno recordar la historia para evitar, como en la frase de Jorge de Santayana  (Madrid 1863 - Roma 1952, filósofo y ensayista), quedar condenados a repetirla.  Pretendo en este espacio hacer un breve recuento de una época  turbulenta de nuestra historia política (como casi todas, en realidad)  e invitarles a reflexionar en paralelo sobre los tiempos que corren.
En 1861, en medio de la quinta  guerra civil desde cuando nos independizamos, el  general Tomás Cipriano de Mosquera asumió la Presidencia transitoria del Estado. La guerra la había iniciado él mismo siendo Presidente del Estado del Cauca, buscando derrocar al gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez, Presidente entonces de la Confederación Granadina.  En 1862 culminó la guerra con el triunfo de Mosquera y convocó a una Convención Nacional conformada sólo por liberales, en Rionegro, para que expidiese una nueva Constitución: la llamada Constitución de Rionegro. La Convención disminuyó el período presidencial a dos años, "para evitarse una larga presidencia de Mosquera, quien tarde o temprano tendría que ser elegido", según el historiador Jorge Orlando Melo. Efectivamente, fue elegido Presidente en 1863, con lo que, en la práctica, continuó ejerciendo el poder transitorio que ya había asumido, hasta 1864.
Al terminar este mandato, viajó a Francia como Embajador y, al regresar, fue elegido nuevamente Presidente por el Congreso, que era el órgano elector, en 1866. La Constitución  de 1863 decía que "El ciudadano que hubiere ejercido la Presidencia no podrá ser reelegido para el próximo período".

Es bueno recordar que el General Mosquera ya había sido Presidente del Estado de la Nueva Granada, entre 1845 y 1849.
Mosquera, según el historiador Melo, "era conocido por sus arrebatos y furias y por su tranquilidad para fusilar". Tenía tendencias dictatoriales, y en abril de 1867 clausuró el Congreso para evitar la oposición a las medidas que tomó, entre ellas, las relativas a los remates de los bienes de la Iglesia que, al parecer, beneficiaron a unos cuantos. En mayo del mismo año, fue derrocado por un Golpe de Estado, juzgado y desterrado por 3 años.
Regresó en 1871, y fue elegido Presidente del Estado del Cauca (otra vez), hasta 1873. En 1876 fue Senador por ese Estado, y se retiró a su hacienda, en donde murió a los 80 años de edad. Hizo cosas buenas, indudablemente, buscando el progreso económico del país; otras no lo fueron tanto, otras fueron sencillamente arbitrarias. Como todos los gobernantes.


martes, 10 de noviembre de 2009

Dos poemas de "Crónicas del Desamparo"


16
Imagino que Dios está sentado
allá en su reino luminoso
hojeando un catálogo del mundo
en el cual no figuramos.

O ya pasó la página
y entramos en su olvido.


18

Llueve una lluvia helada.
Pienso en esos pájaros marinos
que en un crepúsculo violeta
gritaban las claves secretas
del regreso.


Le pregunto a la lluvia
si son posibles los regresos
a alguna parte antes del dolor
o si es solo un don de los pájaros
inocentes.


Silvia Reyes Cepeda


Del libro "Crónicas del Desamparo"

El Papel de la Memoria

En Berlín, el recuerdo de la guerra permanece: en los restos del muro, abierto hace veinte años; en el ahora sitio turístico "Check Point Charly"; en las huellas de la metralla en las altas columnas de los edificios neoclásicos, que se observan a simple vista a pesar de haber sido restauradas; en aquellas paredes que nunca se repararon; en las ruinas de la Iglesia del Káiser Guillermo, hoy denominada "Iglesia del Recuerdo", y que se dejó así como un recordatorio permanente para la gente sobre los desastres de la Segunda Guerra Mundial en donde murieron más de cincuenta millones de personas. ¡Para que  nunca olviden! Para que los países lo piensen bien antes de iniciar un conflicto bélico. 

Durante la guerra, países como Colombia y Venezuela rompieron relaciones con las naciones del Eje; Colombia llegó incluso a declarar la guerra a Alemania; Venezuela hizo acuerdos con los Estados Unidos para venderles petróleo, y a pesar de que muchos de sus buques fueron atacados en el Caribe por las "manadas de lobos" alemanas, no le fue tan mal.

En junio de 1945, concluida la guerra, se firmó la Carta de las Naciones Unidas, y en su Preámbulo se dijo que los pueblos de las naciones unidas estaban resueltos "a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles", y "a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos".

Después de todo eso, ¿es posible que un mandatario serio, de cualquier país, amenace a otro con iniciar una guerra? ¿Es tan frágil la memoria que ya olvidó los estragos que las pasiones de los caudillos pueden causar en sus pueblos? La historia y las decisiones de las naciones frente a las consecuencias de tales actos, deben estudiarse, repasarse, para que no vuelvan a ocurrir hechos que lamentar. Para que nuestras generaciones no vivan con la culpa de haber causado daños innecesarios a otros seres humanos.



domingo, 8 de noviembre de 2009

Educación, educación, educación

En su columna  de El Tiempo de hoy domingo 8 de noviembre de 2009, Daniel Samper Pizano sostiene que "sin restablecer la importancia de los valores cívicos y humanos será imposible salir del atolladero, y no existe mejor manera de conseguir esta meta que la educación. Pero no hay educación sin educadores educados [...]". Estas afirmaciones son ciertas.  Francis Fukuyama, en su libro La Gran Ruptura, sostiene que "los valores morales y sociales no son, simplemente, limitaciones arbitrarias a la elección individual, sino la condición previa fundamental para cualquier tipo de emprendimiento corporativo"; las verdaderas comunidades, dice, "están unidas por valores, normas y experiencias compartidas por todos sus integrantes. Cuanto más profundos sean estos valores y más firmemente se los sustente, tanto más intenso será el concepto de comunidad".
En una sociedad sin ese lazo que forman los valores morales y sociales, no puede consolidarse una comunidad; y si prima el individualismo, si la regla imperante es primero yo y último yo, al lado de la ley del más vivo, no tenemos materia prima para tejer una red sólida que nos cohesione como nación.
Para aprender a consolidarnos como comunidad, es imprescindible educar; sólo un individuo educado, instruido, puede conocer cuáles son sus derechos y cómo aplicarlos, y cómo exigirlos sin pisotear el derecho de los demás, y cuáles sus deberes sociales, aquellos que si no cumple, rompen la red que soporta a la sociedad. Y esta educación debe partir del hogar, porque el niño aprende en primer lugar por imitación; un padre irrespetuoso y violento, cría hijos irrespetuosos y violentos. Y debe continuar en la escuela, en donde además de las letras y los números, la geografía y la gramática, debe educarse en los valores básicos: reconocimiento del otro, respeto al otro, solidaridad verdadera, que no pura caridad, y tolerancia, entre otros. De ahí que se exija educación, pública y privada, con calidad, y la calidad requiere de maestros educados, capacitados, remunerados dignamente, como señala Samper Pizano, y respaldados por el Estado y por la sociedad entera para que en su labor pueda brindar esperanzas de un mundo mejor y enseñe a los estudiantes a soñar con las cosas posibles que la educación puede traer a su alcance.

Un libro


EL LECTOR
Bernhard Schlink
Editorial Anagrama, Colección Compactos, 18ª edición, 2009


Esta no es una historia de amor entre un adolescente y una mujer mayor. No. Es una historia sobre la culpa, sobre la dualidad entre culpa y comprensión, sobre lo difícil, y a veces imposible, que resulta perdonar. Michael Berg narra la historia desde su madurez, después de muchos años de darle vueltas y cuando “ha vuelto por sí misma con todo detalle, y tan redonda, cerrada y compuesta”, que ya no le entristece.

Una tarde de otoño, viniendo de la escuela, Michael se siente enfermo y se refugia en el portal de un edificio en donde le auxilia una brusca mujer, que cuando él se echa a llorar, lo abraza consoladora diciéndole “chiquillo”. Cuando se recupera, su madre insiste en que vaya a darle las gracias a la mujer; él va llevando un ramo de flores, y de esa visita sólo recuerda el momento cuando ella comenzó a vestirse para acompañarlo, sus posturas y movimientos mientras se ponía las medias veladas apoyando un pie en una silla. La visión de la mujer vistiéndose era “una invitación a olvidar el mundo dentro del cuerpo”, y así, regresa una y otra vez, aprende los secretos del placer, y empieza a amarla como sólo se puede amar a los quince años. El ritual de sus encuentros era “lectura, ducha, amor y luego holgazanear un poco en la cama”.

Ella desaparece un día sin dejar rastro, y al cabo de varios años la encuentra, pero en el estrado de los acusados por crímenes de guerra. Surge la duda, la división del alma; El “quería comprender y al mismo tiempo condenar”.

Schlink, con un lenguaje poético que logra transmitirnos un sordo y callado dolor, nos va llevando por ese sentimiento angustioso que acosó y tal vez, acosa, a la generación alemana de la posguerra, y que se puede resumir en una pregunta: ¿El amor a los padres implica irremediablemente la complicidad con sus culpas?
Amor y condena, amor y culpa por amar, y culpa por no amar lo suficiente. Y las imágenes del pasado que se difuminan, y vuelven cualquier día desde el fondo de la memoria, con su carga intacta de vergüenza y de dolor.