domingo, 29 de octubre de 2017

Una mujer fuera de época

LEONOR DE AQUITANIA
Pamela Kaufman
Ediciones B


Es el año de 1137. Ha muerto el duque Guillermo X de Aquitania. Su heredera es su hija Leonor, pero es mujer y está obligada a contraer matrimonio, cuanto antes, mejor, para evitar raptos de cualquiera que anhele hacerse con sus tierras. Se le escoge como esposo al príncipe Luis, futuro rey Luis VII de Francia.

Luis VII de Francia
Fotografía en wikipedia.org
Aquitania es sol, luz, canciones de amor; París es sombría, lúgubre, y su príncipe decidirá pagar culpas de guerra con una vida de ascetismo, e impulsará una segunda cruzada a Tierra Santa a la cual arrastrará a Leonor, y que será un desastre, a tal punto que el Papa Eugenio III admitiría que "había causado el perjuicio más hondo al buen nombre de los cristianos que haya visto en nuestros días la Iglesia de Dios".(1)

Leonor ama al caballero aquitano Rancon de Taillebourg, y luego de diez años y dos hijas, logra anular su matrimonio por una supuesta aventura de ella con su tío Raimundo de Poitiers, príncipe de Antioquía, y por parentesco de consanguinidad. Cree que es libre para amar a su caballero, pero en el camino a su tierra, según la novela, no sobra repetir, es raptada por Enrique de Anjou, futuro rey Enrique II de Inglaterra e iniciador de la dinastía Plantagenet, y obligada a casarse con él. Aquitania era el premio para Enrique.

Leonor y Enrique II
Ilustración del siglo XII en wikipedia.org
Tendrá ocho hijos con él, entre ellos, Ricardo Corazón de León, de quien se rumora que es hijo de su amante, y Juan apodado Sin Tierra, que será famoso gracias a la literatura, pues es el rey de las historias de Robin Hood. 

Pamela Kaufman, escritora norteamericana, despliega en esta fascinante novela un mundo de intrigas, traiciones, ambiciones y ansias de poder que caracterizaron las cortes de Francia y de Inglaterra en el siglo XII. Es en estos tiempos cuando vive Tomás Becket, primero canciller de Enrique II, y luego arzobispo de Canterbury, quienes protagonizarán una lucha encarnizada entre el poder del rey y el poder de la Iglesia, y que conducirá al exilio de Becket  y luego a su asesinato, del cual se inculpará a Enrique. Becket será canonizado poco después pasando así, de libertino a santo, y sin haber cursado estudios eclesiásticos.
Leonor y su hijo Juan

Esta época es la de las cruzadas y las órdenes de caballería. Bernardo de Claraval, también declarado santo y Doctor de la Iglesia, y uno de quienes más apoyó la Segunda Cruzada, escribirá las reglas de la Orden de los Templarios: "Un Caballero de Cristo es un cruzado en todo momento, al hallarse entregado a una doble pelea: frente a las tentaciones de la carne y la sangre, a la vez que frente a las fuerzas espirituales del cielo. Avanza sin temor, no descuidando lo que pueda suceder a su derecha o a su izquierda, con el pecho cubierto por la cota de malla y el alma bien equipada con la fe. Al contar con estas dos protecciones, no teme a hombres ni a demonio alguno."(2)

Es, también, la época de los trovadores y de los "tribunales de amor" que Leonor instaurará en Poitiers. Su hija, María de Francia, casada con el conde de Champaña, asiste con el trovador de su corte, Chrétien de Troyes, autor de los libros sobre temas artúricos, sobre el caballero Lancelot y la búsqueda del Grial. Es la época de  los caballeros puros con el sueño de una amada ideal guiando sus andares, el tiempo de las hadas y los duendes, y de la imagen idealizada de los castillos y los torneos que nos generó la literatura, y de los amores de Tristán e Isolda.

Leonor era hija y nieta de trovadores. Dante decía que la lengua de Oc era la mejor adaptada para la poesía amorosa. Y la idea del amor medieval es la que surge de la poesía de los trovadores de su tierra en el siglo XII, a partir de Ovidio y su "Arte de Amar". Es el llamado "amor cortés", porque es propio de las cortes, de la gente educada. Este amor "es por naturaleza paradójico y contradictorio. El amor es el deseo y el deseo su satisfacción, pero una vez satisfecho, muere". (3)
Trovador, tomada de
fuentemusica.blogspot.com.co

Según Kaufman, este tribunal del amor servirá de tapadera a una rebelión de los aquitanos, de Leonor y de sus hijos contra Enrique, quien ansía apoderarse de Aquitania. Enrique la hace encarcelar por quince años y solo será liberada a su muerte, por su hijo Ricardo. 

Enrique decía que ese tribunal enseñaba a las mujeres a rebelarse. Leonor sostenía que se trataba de una experiencia trascendente y no de un libertinaje vulgar. "El único pecado verdadero es traicionar al amor", y la lujuria es enemiga del amor. Volvemos a Ovidio, el deseo satisfecho mata el amor. En el amor cortés hay que mantenerlo vivo para que sea eterno. Como le cantó a Leonor un trovador:
Monumento funerario de Leonor, en
Fontevrault

"El tiempo viene y va,
recorre días, meses e incluso años,
e incólume sigue ardiendo mi deseo,
el mismo, inmutable..."

Esta mujer de leyenda tal vez nació en la época  equivocada, por su inteligencia cultivada, su concepción libre de la vida, por sus dotes para gobernar aún mejor que los hombres, por su pasión de vivir, por el mecenazgo a poetas, músicos  y trovadores. Obviamente, fue una mujer poderosa, rica, esposa de dos reyes, lo cual le permitió romper un poco los límites del vasallaje ante el hombre, algo que las demás mujeres de su época nunca soñaron, y que las actuales siguen intentando y luchando, aun cuando  en muchas partes del mundo, en pleno siglo XXI, las mujeres viven en un mundo aún más primitivo y cruel que el siglo XII de Leonor de Aquitania. 


La escritora Pamela Kaufman, de quien no he encontrado datos biográficos salvo que vive en Los Angeles, ha escrito otros libros sobre el mismo tema: "El escudo de los tres Leones" y "Banderas de Oro".


Notas: 
(1) Tyerman Christopher: Las Guerras de Dios, Ediciones Crítica, pág. 428
(2) Origen de la Orden del Temple, en http://platea.pntic.mec.es/~rmartini/origenes.htm
(3) Zinc, Michael: Un nuevo arte de amar, en El Arte de Amar en la Edad Media, Ediciones Medievalia

sábado, 14 de octubre de 2017

Rastros Recuperados

UNA LIBRERIA EN BERLIN
Françoise Frenkel
Seix Barral


Una joven librera educada en Francia decide  montar una librería francesa en Berlín, en 1921: La Maison du Livre, en el Distrito de Charlottenburg, en donde hoy quedan los almacenes KaDeWe.

La librería se convierte en un referente de la literatura francesa. Por ella desfilan autores como Claude Anet, Henry Barbusse, Colete, André Gide,Maurois; pasan mujeres de mundo buscando revistas de moda; pasan poetas y muchos lectores, franceses y alemanes.

Pero en 1935 el régimen nacionalista alemán empieza a prohibir autores extranjeros, a indagar por la raza de las personas, a vigilar su vida privada; los periódicos extranjeros desaparecen. Comienzan los acosos, la restricción de divisas. Ya en 1933 se había producido la espantosa quema de libros de autores judíos o judaizantes. El mundo empezaba a llenarse de sombras.
Almacenes KaDeWe - Berlín

El consulado francés la invita a salir de Berlín y a "esperar" en París, en 1939. Tiene que abandonar su amada librería, sus libros, su música secreta. Había soportado la agobiante atmósfera de Berlín porque amaba su librería "como una mujer ama, con verdadero amor", y pese a que sus clientes le decían que ése era el único lugar en donde podían ir a reposar su espíritu, en donde encontraban olvido y consuelo y podían respirar libremente.

París seguía viviendo como siempre, como si no hubiese amenaza de guerra; hasta que la guerra llegó a sus calles y la gente tuvo que evacuar la ciudad. Comienza, entonces, una continua huída, buscando poder cruzar la frontera con Suiza: miedo, frío, comida escasa conseguida en el mercado negro, pero también maravillosos amigos que la ocultan, la ayudan a escapar, franceses que se sentían avergonzados del gobierno títere de Vichy. 
Françoise Frenkel: tomada de
compartelibros.com

Françoise Frenkel (Polonia, 1889-Niza,Francia, 1975) narra esta historia  con un estilo limpio, sencillo; cuenta los hechos que vivió sin los tintes dramáticos de otras narraciones sobre temas similares, y aún tiene ánimos para describir el maravilloso paisaje por el que transita, de una Francia que ya no la puede proteger, de una Francia que siempre amará.

En el prólogo, el nobel Patrick Modiano indaga por la autora y sus rumbos después de publicado este libro en 1945, y que vino a ser reencontrado en un mercadillo de Niza hace pocos años. Con su particular estilo, Modiano va sondeando entre la bruma de los recuerdos. Dice: "La curiosa impresión que he experimentado al leer Una librería en Berlín ha sido como oír la voz de una persona cuya cara no se distingue en la penumbra y que te cuenta un episodio de su existencia", con esa intimidad que se da entre los pasajeros de un tren por la certeza de que nunca volverán a verse. "Breves encuentros. Guardamos de ellos un recuerdo en suspenso, el recuerdo de una persona que no tuvo tiempo de decírnoslo todo".

De Frankel nos queda este testimonio de unos años de su vida, acorralada y huyendo, sin saber del destino de su marido, al que no menciona en el libro. Es un homenaje a los que lucharon por su libertad en una época de terror; a los que cayeron en esa lucha; y, sobre todo, un homenaje a la solidaridad de los amigos y también de los extraños que, en un momento de oscuridad, te toman de la mano y te acompañan un rato.

Y es, también, un recordatorio del horror de la guerra, un llamado para no repetirlo nunca más,  que está más vigente que nunca, ahora, cuando jóvenes grupos no conocen la historia o la pasan por alto y parecieran ir en el camino de repetirla.