domingo, 2 de agosto de 2020

LECCIONES OLVIDADAS

  
EL JINETE PALIDO
1918: La epidemia que cambió el mundo
Laura Spinney
2017

Este es un libro que todos deberían leer. Han pasado cien años desde esa tragedia, y aquí estamos otra vez enfrentando una pandemia. Si bien la medicina ha avanzado mucho desde entonces, aún no se tienen vacunas contra esos virus. Porque la pandemia de 1918 la ocasionó un virus H1N1. E igual que entonces, ha azotado con mayor fuerza a las poblaciones pobres, hacinadas y mal alimentadas.

"La gripe española infectó a una de cada tres personas del planeta, a 500 millones de seres humanos. Entre el primer caso registrado el 4 de marzo de 1918 y el último, en algún momento de marzo de 1920, mató a entre 50 y 100 millones de personas, o a entre el 2,5 y el 5 por ciento de la población mundial, una variación que refleja la incertidumbre que aún la rodea", dice la autora Laura Spinney.

"La pandemia de 1918 aceleró el ritmo de los cambios en la primera mitad del siglo XX y ayudó a configurar nuestro mundo moderno. Si todo esto es cierto, ¿cómo es que aún seguimos pensando en la gripe española como una nota a pie de página de la primera guerra mundial? ¿Realmente la hemos olvidado?"

En el libro, la autora habla sobre cómo se fueron descubriendo los virus, y cómo los humanos fueron sensibles a las infecciones desde cuando empezaron a asentarse, a cultivar y a domesticar animales. Se ha descubierto que las aves acuáticas son "el reservorio natural de la gripe", y que ésta infecta a otros animales como el cerdo, los perros los murciélagos, los caballos, las focas y las ballenas.

Se cree que la gripe de 1918 se desató primero en Kansas, Estados Unidos -tal vez por patos migratorios y/o peste equina-, y de allí la llevaron a Europa los soldados que iban para el frente aliado. Se extendió por el mundo entero, y solo quedaron a salvo la Antártida, la isla de Santa Elena y la isla de Marajó en la desembocadura del Amazonas. Hizo estragos en Brasil, en Chile, en Perú, en los pueblos indígenas de Alaska, en la población india sometida a coloniaje británico, en la servidumbre de las grandes mansiones parisinas, y en Zamora, España, por la presión del obispo para celebrar misas multitudinarias y por las pésimas condiciones higiénicas de la ciudad.

En la primera oleada, "la inmensa mayoría de las personas que contrajeron la gripe española solo presentaron los síntomas de una gripe común: irritación de garganta, dolor de cabeza y fiebre", y se recuperaron. Pero en la segunda oleada la gripe fue peor y se complicaba con neumonía. "Los pacientes no tardaban  en tener problemas para respirar. En sus pómulos aparecían dos manchas de color caoba y, al cabo de unas pocas horas, esa tonalidad había cubierto sus rostros...". Luego las personas se ponían azules e iban ennegreciendo. "Una vez que aparecía el color negro, la muerte sobrevenía en cuestión de días o de horas". En las autopsias se descubrió que las personas tenían los pulmones rojos e inflamados, y que morían ahogadas en sus propios fluidos. "Los enfermos sufrían mareos, insomnio, pérdida de audición u olfato y visión borrosa". Una característica de la gripe fue la alta infecciosidad antes de la aparición de los síntomas. Los que sobrevivieron "se sumieron en un prolongado estado de lasitud y desesperación", una depresión y melancolía difícil de superar. 

La gripe se llamó "española" por un error, porque los parisinos -que desconocían lo que pasaba en sus trincheras de guerra por la prensa censurada-  se enteraron de que "las dos terceras partes de los madrileños habían enfermado en solo tres días". En todos los países se trataba de encontrar un culpable externo, y en algunos países se culpó a los pobres y a los trabajadores. Las medidas que se adoptaron fueron "la higiene, la cuarentena y la cremación", cuando se podía luchar contra la superstición y el miedo. 

Hospital para enfermos de gripe española
El libro es impactante, no solo por la serie de dolorosas similitudes de la gripe de 1918 con la actual pandemia que azota al mundo, sino también  porque los descubrimientos han puesto de relieve que el virus saltó a los humanos a través de animales que han sido domesticados, como los patos que los chinos entrenan para que limpien los arrozales.  Los humanos hemos atraído "activamente hacia nosotros a reservorios animales de gripe, e incluso hemos creado otros nuevos, mediante la domesticación de animales silvestres. De ser cierto, podría ser que la mayor amenaza para nuestra salud en la próxima pandemia de gripe no fueran las aves silvestres y que esta se encontrara más cerca de casa", escribe en 2017 la autora.

En las tasas de mortalidad incidieron, y siguen incidiendo hoy, "las situaciones de desigualdad en la sociedad, los lugares donde construían sus viviendas, sus dietas, sus rituales e incluso su ADN".

Esa gripe tardó en remitir, señala Spinney: "el pico central de la curva de mortalidad en forma de W se redujo hasta que, entre 1922 y 1928, dependiendo del lugar del mundo en que se estuviera, la W se transformó en una U". La gripe eliminó a las personas menos sanas, las que estaban ya afectadas por malaria y tuberculosis entre otras enfermedades. Los supervivientes se reprodujeron más y, en teoría, fueron más sanos; no obstante, otros quedaron con secuelas durante meses e incluso años. Y las sociedades mostraron un "doloroso desajuste, desmoralización, desorden", miles de huérfanos, viudas e inválidos que fueron olvidados.

Laura Spinney nos muestra una radiografía de lo que era el mundo en 1918, pero también de cómo sigue siendo, pese a los avances de la medicina, de la investigación, y de la sanidad pública. Entonces, ¿cómo es que estamos otra vez enfrentando una pandemia similar a la de entonces? ¿Cómo es que pudiéndose prevenir, no se hizo? 

Este libro debe leerse para entender, para aprender, para recordar las lecciones olvidadas, y evitar así que el sufrimiento de la gente sea una simple estadística. No sé si la humanidad cambie, lo dudo porque todos anhelan volver a como estaban antes, pero debe reflexionarse en que si este virus saltó de un animal al hombre, como antes, es porque los humanos han invadido el espacio de los seres silvestres, arrasando sus hábitats. Igualmente, la desigualdad socio económica es más grande, los migrantes por hambre, o por clima, o por pobreza aumentan; los países dejan de invertir en un sistema de salud sólido, o el sistema está corroído por la corrupción, y eso tiene que cambiar. Es la única manera de poder enfrentar estas pandemias de manera efectiva y solidaria.

Dice Laura Spinney en entrevista a abs.es  sobre el covid-19: "La pandemia es una advertencia sobre los peligros reales que afronta la humanidad, y es algo que no puede separarse del cambio climático... Creo que necesitamos pensar de una forma más holística acerca de cómo estamos en el mundo. Somos una gran cantidad de personas, nunca ha habido tantos humanos en la Tierra, y necesitamos muchísimos recursos para mantenernos. Así que: ¿cómo los conseguimos sin dañar al planeta y sin cambiar los ecosistemas de una forma que es perjudicial para nosotros mismos y para las otras especies que comparten este planeta con nosotros?" 

Laura Spinney (Gran Bretaña, 1971) es escritora y periodista científica, ha escrito para Nature, National Geographic, The economist, New Scientist y The Guardian. Es autora también de dos novelas: The Doctor y The Quick y del libro de relatos orales  Rue Centrale, portrait of an European City.(https://en.wikipedia.org/wiki/Laura_Spinney y  http://www.lauraspinney.com/)