miércoles, 30 de noviembre de 2016

La aventura sin fin

IACOBUS
Matilde Asensi
Editorial Planeta
2000


Me encantan las novelas de aventuras, sobre todo si se despliegan en un fondo histórico medieval. Me devuelven a mi infancia y adolescencia, cuando las vacaciones se reducían a leer y a jugar en la calle a ratos.

Los libros de Matilde Asensi (Alicante, 1962) son de aventuras históricas, mezcladas la mayoría con una suerte de ficción tipo Indiana Jones, en donde las estructuras antiguas contienen mecanismos ocultos, maravillosos, insólitos, en fin.

Iacobus se remonta  a marzo de 1314, cuando Jacques de Molay, el gran maestre de la Orden de los Templarios, es quemado en la hoguera por decisión de Felipe IV El Bello, de Francia. Mientras muere, lanza una maldición contra el rey, su guardasello Guillermo de Nogaret y  el papa Clemente V, convocándolos a aparecer ante el tribunal de Dios antes de un año. El papa Juan XXII, le solicita al caballero Galcerán de Born, apodado el Pesquisitore,  a que investigue las causas de la muerte de su antecesor y del rey y Nogaret, y para que encuentre el tesoro perdido de los Templarios.

En estas pesquisas, el caballero de Born  deberá recorrer el Camino de la Gran Perdonanza, o Camino de Santiago, siguiendo las instrucciones contenidas en el Codex Calinixtus, un manuscrito iluminado del siglo XII atribuido al monje cluniacense Ayemric Picaud y  que describe, entre otros muchos temas,  los pueblos que han de visitarse siguiendo la ruta de la Vía Láctea.

Página el Codex Calinixtus,
tomada de es.wikipedia.org
Galcerán de Born pertenece a la Orden de los Hospitalarios de San Juan, enemiga y heredera de los bienes de la Orden Templaria, que sigue viva y oculta, y que defenderá sus secretos hasta la muerte. La Iglesia y las dos órdenes, le seguirán los pasos, guiados por sus propias ambiciones e intereses en un camino lleno de peripecias, de encuentros afortunados y desafortunados y de decisiones que cambiarán la vida de los personajes de una manera inesperada.

Ruta seguida por el protagonista de Iacobus
 durante sus aventuras. Fuente: matildeasensi.net
El Camino de Santiago se remonta a épocas antes del cristianismo. Dice Asensi que "Santiago no fue más que la explicación de la Iglesia a un fenómeno pagano de remotísimos orígenes. Mucho antes de que Jesús naciera en Palestina, la humanidad ya viajaba incansablemente hacia el Final del Mundo, hacia el punto conocido como Finisterrae, el «fin de la Tierra»".

Antiguamente, tenía un sentido religioso, de conseguir indulgencias de Dios. No obstante, también era un camino de conocimiento, de aprendizaje a partir de superar las dificultades, y de iniciación en los antiguos misterios, representados por los constructores de iglesias mediante símbolos y alegorías.  En el libro Peregrinatio, también de Matilde Asensi, se recoge ese sentido de aprendizaje, pues el caballero De Born le escribe una carta a su hijo diciéndole que debe hacer el Camino de la Gran Perdonanza y le indica la ruta y las paradas, así como las etapas de su iniciación en la conversión de un ser humano cabal,  integrado con el universo.
Hoy, sigue siendo un camino espiritual, personal, que "nace de la propia naturaleza viajera del ser humano y el principal motivo que hoy impulsa a miles de personas a realizar el Camino es la necesidad [...] de buscar lo absoluto, algo que ha propiciado la crisis profunda que sufre la sociedad actual y que ha hecho que esta ruta de peregrinación europea haya experimentado un importante resurgir en los últimas décadas", según sostiene Manuel Mandianes (Loureses, 1942), antropólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), autor de El camino del peregrino (entrevista en: http://www.laopinioncoruna.es/cultura/2010/08/14/significado-camino-santiago/410649.html)

Este trasfondo histórico y espiritual está en los libros de Matilde Asensi; por tanto, se aprende, se medita y se disfruta pues, como ella afirma, "leer no tiene por qué ser un sufrimiento" (En entrevista de http://www.joseferrandiz.com/salt0404.htm).

Dentro de las obras que ha escrito Matilde Asensi están: El Salón de Ámbar, El último Catón, El Orgen Perdido,la trilogía de Ojo de Plata, Todo bajo el Cielo, y El Regreso del Catón.

"Las novelas de Matilde Asensi han sido traducidas a 15 idiomas. Con la traducción al inglés de El último Catón consiguió en 2007 el premio Internacional Latino Book Awards en la categoría de «Mejor novela de misterio» y una mención de honor como «Mejor novela de aventura». En 2008, en el mismo certamen, logró el segundo premio por Todo bajo el cielo en la categoría de «Mejor novela de ficción de época en español».
En mayo de 2011 se le concedió el Premio de Honor de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza en reconocimiento a la trayectoria y los méritos de la autora a lo largo de su carrera literaria en relación con el género de la novela histórica. Y en marzo de este mismo año fue galardonada con el Premio Isabel Ferrer de la Generalitat Valenciana por su extensa y reconocida labor como periodista y escritora. En 2007 recogió el Premio Protagonistas en la categoría de Literatura. Y en sus inicios ganó el primer premio de cuentos en el XV Certamen Literario Juan Ortiz del Barco (1996), de Cádiz, y el XVI Premio de Novela Corta Felipe Trigo (1997), de Badajoz." (En matildeasensi.net)

Llegan las vacaciones. ¡Qué mejor plan que leer una buena y absorbente novela de aventuras!

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Las pasiones del alma

EL CASTILLO DE DIAMANTE
Juan Manuel de la Prada
Espasa Editores
2015

Teresa de Cepeda y Ahumada tenía un castillo de diamante en el alma, en cuyo centro hay una alcoba "donde mora Dios, y en su derredor hay otras muchas alcobas que el alma debe ir recorriendo, hasta llegar a ese centro gustoso, y quedarse allí, encantada de Dios". Cuando se entra en el castillo, "cada uno se va quedando en la alcoba que mejor se acomoda a su trato con Dios, según su grado de exigencia, o según lo que Dios dispone, puesto que Él es quien nos lleva de la mano, aunque nosotros pensemos que llevamos las riendas en esta aventura. Y si muchos terminan confundiendo las moradas del castillo con un laberinto es precisamente porque por soberbia no se dejan conducir mansamente, o por creerse alumbrados por una ciencia superior al común de los mortales."

Ana de Mendoza, princesa de Éboli, era precisamente eso, una mujer soberbia, dominante, que quería poseer esos dones espirituales que Dios le daba a Teresa. La había visto durante un éxtasis, observando con asombro cómo un hermoso ángel le traspasaba el corazón con un dardo de oro, y nunca pudo olvidar esa imagen. Teresa  describiría esa experiencia en su Libro de la Vida, escrito a instancias de su confesor.
Extasis de Santa Teresa,
escultura de Bernini

En 1562, Teresa  recibe por fin la autorización del Papa para fundar conventos reformando la antigua orden del Carmelo, los carmelitas descalzos, conventos que daría en llamar palomarcitos, construidos según los planos que Dios le había dado, y que debían funcionar bajo las reglas de  la pobreza, el silencio y la soledad.

En esa época, en la corte del rey Felipe II, las intrigas cortesanas pululaban, así como los ermitaños, los alumbrados, los exaltados en una religión llevada al extremo, los  que querían ser santos haciendo atroces penitencias, las manipulaciones de la religión por los poderosos en su propio beneficio, todo lo que Teresa consideraba un circo, pues a Dios se llegaba amando, nada más.

Juan Manuel de la Prada (Baracaldo, España, 1970) nos cuenta el encuentro de esas dos mujeres, Teresa de Ahumada y Ana de Mendoza, tan distintas, tan parecidas sin embargo, fuertes y empecinadas, cada una en lo suyo: Teresa, que sólo quería la unión con Dios; Ana, que quería un poder ilimitado sobre los demás y, sobre todo, sobre Teresa, a quien obligará a fundar un convento en su ducado de Pastrana, y que no será palomar, sino "nido de alacranes". El estilo de la obra y el lenguaje nos recuerdan la picaresca española y la forma de narrar de Santa Teresa en su propia obra, con lo cual  la coloca en su tiempo, el siglo XVI, que es el siglo de los descubrimientos, de la batalla de Lepanto, de la Armada Invencible, de la imposición del dogma católico y la persecución de los herejes, con la Inquisición al frente, con la que tanto amenazaron a Teresa.
Juan Manuel de la Prada, tomada de
infovaticana.com

De la Prada también le hace guiños literarios al Quijote y a las novelas de caballería de las que parecía gustar Teresa en su juventud, a las que acudirá para explicarle a sus oyentes la aventura de la vida que se solaza en Dios.

Teresa de Jesús fue santificada en 1622, y en 1970 fue designada Doctora de la Iglesia; es la patrona de los escritores. Escribió obras religiosas y poesía, tuvo una vida "quijotesca", fundando conventos por toda España. Y si bien de la Prada la muestra como una mujer de su tiempo, también es cierto que no lo fue, pues se enfrentó a ese tiempo, a sus costumbres, a la ceguedad de los curas, a la ignorancia, a las intrigas del poder, empecinada en sacar adelante, contra viento y marea, las tareas que ordenaba "Su Majestad", quien una vez le había dicho que no quería que tuviera conversaciones con hombres sino con ángeles (Libro de la Vida, capítulo 24).

Aún si no se comparte esa visión de la religión católica, apegada al dogma, al sufrimiento en la vida para gozar en la muerte, no puede uno menos de admirar el espíritu de quienes, con la fe y el entendimiento, supieron trascender por encima del  mundo, iluminándolo.

El autor, "con su primera novela, ‘Las máscaras del héroe’ (1996), ganó el Premio Ojo Crítico de Narrativa de RNE. A partir de ese momento vinieron premios como el Planeta (1997), con ‘La tempestad’, que le valió el reconocimiento de ‘The New Yorker’ como uno de los seis escritores más prometedores de Europa. Con ‘La vida invisible’ (2003) ganó el Premio Primavera y el Premio Nacional de Narrativa. Luego, en el 2007, obtuvo el Premio Biblioteca Breve y el Premio de la Crítica de Castilla y León con la novela ‘El séptimo velo’." (Tomado de http://www.eltiempo.com/entretenimiento/musica-y-libros/juan-manuel-de-prada-presenta-la-novela-el-castillo-de-diamante/16535504)


domingo, 2 de octubre de 2016

No a la guerra, sino a una mejor paz

Tomado de lachachara.org
Ya se conocen los resultados del plebiscito, no por la paz, como erróneamente se vendió, sino por un acuerdo de paz firmado entre el Gobierno de Colombia y las Farc. Por sus términos y sus alcances. 

La mayoría de los votantes, con una escasa diferencia y con una alta abstención, dijo NO al acuerdo final de paz. Eso no significa decirle NO a la paz; eso significa NO a las Farc, NO al co-gobierno acordado en ese documento; NO a las excesivas prerrogativas que el Gobierno les entregó, a cambio de silenciar sus fusiles, sí,  pero ¿Y el resto? ¿El sistema de gobierno? ¿el reconocimiento de culpas de todos por una indolencia de siglos? ¿Pedir perdón públicamente...y? ¿Entregarles el país?

No es hora de triunfalismos, ni de sentimentalismos, ni de populismo, ni de culpar a alguien, ni de imputarles a quienes votaron NO los muertos del futuro. Habló la mayoría de los votantes y eso dice mucho. Es hora de pensar. 

Retomo mi pregunta de mi última nota: ¿Seremos capaces de cambiar sin el acuerdo?
¿Cómo trabajamos todos para construir una paz de verdad? ¿Una paz con justicia social y equidad?

Es imperativo sacar adelante el campo, llevar educación, salud, vías, tecnología, cultura. Es imperativo distribuir la riqueza, no la pobreza; es imperativo romper los monopolios sobre la tierra y la servidumbre campesina; es imperativo educar a la gente del común, a  las etnias, dejar de discriminar al negro y al indio, dejar de sentirnos superiores por el color de la piel.Es necesario que el reparto de la riqueza sea más equitativo, que se vea la riqueza que existe en este país, que todos la veamos y la palpemos en el día a día, sin que se la roben unos cuantos en perjuicio de todos.

Para hacer eso no necesitamos un acuerdo inequitativo con las Farc, ni necesitamos la amenaza latente de los fusiles esperando que incumplamos para empezar a ladrar, ni necesitamos hipotecar el presente y el futuro de los colombianos. Vuelvo a preguntarme: ¿Por qué el Gobierno tiene que comprometerse con las Farc a cumplir lo que siempre ha debido cumplir para hacer la paz? Y si no pudiere cumplir, ¿Serían las Farc las grandes salvadoras del país? Y ¿cuál es su concepto de salvación?

No.

Y no es que se prefiera la guerra, como se dice a la ligera; es que hay que decidir qué paz queremos. El resto, es pura emotividad.

¿Qué le falló al Presidente Santos?
  • Poca divulgación; la gente no conocía lo aprobado en La Habana, ni durante la discusión, ni después; el Gobierno se limitó a mandar mensajes emotivos, sin contenido.
  • Muchas ganas del Gobierno de firmar un acuerdo, ¿para pasar a la historia? ¿Para ganar el premio Nobel de Paz? ¿Y nosotros qué? ¿Cuál era nuestro futuro?
  • Sondear los reales sentimientos de la gente: ¿pueden perdonar las víctimas solo con un papel escrito? ¿ y sus muertos, dónde están? ¿Y no somos todos víctimas de tantos errores?
  • Querer solucionar las grandes falencias del Estado, desde la primera República, con solo promesas que sonaban incumplibles. Y ¿qué pasaría si el Gobierno no pudiese cumplir? En este país es fácil hablar y difícil cumplir, y no creo que con esta guerrilla se pueda jugar.
  • Concederle demasiado a las Farc con tal de firmar la paz.
  • Y todos los que apoyaban el SÍ a los acuerdos, ¿realmente se los leyeron? ¿Midieron la hondura de las aspiraciones de las Farc? ¿Midió el gobierno la magnitud de lo que estaba prometiendo, hipotecando, repito, nuestro presente y nuestro futuro?

Sin embargo, aún hay esperanzas, eso se desprende del mensaje de las Farc y del Gobierno. No desistir. Seguir trabajando por construir una paz mejor para todos. Superar la polarización, el fraccionamiento que ha quedado evidenciado en esta votación. No es hora de quedarse quietos esperando que el tiempo decida; hay que actuar, y ya.
De nosotros depende tener un futuro decente.





miércoles, 28 de septiembre de 2016

Océanos de dudas

     
Me he leído el Acuerdo Final de Paz suscrito entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc-EP, y el resultado es un inmenso mar de dudas. 

Y es que se trata de algo más que elegir SÍ o NO en el próximo plebiscito, porque todos queremos la paz; negarlo es casi que negar la humanidad que anida en cada uno de nosotros, y estigmatizarnos unos a otros es pura intolerancia. 

Desafortunadamente, el Gobierno ha manipulado  la opinión,  las leyes,  la misma Constitución, por ejemplo, cambiando los umbrales de decisión a mínimos que no significan real legitimidad, moviendo las emociones de la gente sin una pedagogía de los compromisos o un mínimo análisis de los mismos, pidiendo facultades extraordinarias para legislar sin discusiones; y los opositores han contribuido aportando, más que luces, zozobra y miedo. El resultado es  una polarización absurda entre la gente, incluso dentro de las mismas familias, al punto que el tema se ha vuelto tabú. 

Debemos pensar, sopesar, tomar una decisión no emotiva, en lo posible:
  • En el Acuerdo, el Estado se ha comprometido a hacer  las cosas que debió hacer desde hace más de cincuenta o sesenta años, aún  más, desde la primera República. Darle un buen vivir a sus ciudadanos; educación, salud, vías, tecnología para el campo; seguridad, oportunidades de trabajo, crecimiento, en fin. 
  • ¿Por qué hasta ahora promete cumplir lo que era su deber, cuando tendrá una espada de Damocles encima todo el tiempo, como es la amenaza del retorno de la guerra, o el descontento social llevado a extremos indeseables? Algunos dicen que el conflicto no dejaba invertir en el campo, lo que no es totalmente cierto; en el fondo hay un problema secular de tenencia de tierras que se ha afianzado en el tiempo, y una desigualdad que se perpetúa desde las épocas de la Colonia, y la guerrilla puede haber sido una respuesta a ello. 
  • Sí, en el Acuerdo de Paz el Gobierno le concedió todo a las Farc: pagos a cada desmovilizado por un tiempo, salud y pensiones; esquemas de seguridad con vehículos y comunicaciones, escoltas de su propia gente armados por el Estado; emisoras de radio, canal de televisión cerrada para difundir sus ideas; financiación de todos los compromisos; posibilidad de acceso a las corporaciones públicas aún si son condenados; inserción en todas las instancias de decisión locales, regionales y nacionales; amnistía amplia e indultos, penas bajas según el grado de reconocimiento de culpas, etc. 
  • ¿Se justifican? algunos sí, otros no, pero el Acuerdo es un todo integrado que no se puede tomar por partes. 
  • ¿Son cumplibles por parte del Estado colombiano los centenares de compromisos que asumió? Porque  el Estado ha sido y es ineficiente, la corrupción campea en todos los sectores, las normas se cambian cada día, los impuestos  aumentan, y el porcentaje de pobreza sigue igual. Necesitará del aporte de todos y, sobre todo, de una gran dosis de paciencia por parte de la gente.
  • ¿Cuánto van a costar los compromisos asumidos por el Estado, o sea, por todos nosotros? No se sabe; algunos lo miden a la ligera, diciendo que con uno o dos helicópteros de guerra pagamos los gastos de reinserción de los guerrilleros, pero ¿y el resto? Tal vez nos están hipotecando el presente y el futuro.
  • ¿Qué pasará si el Estado no puede cumplir, si las expectativas de la gente resultan fallidas? ¿Paros, revueltas, presiones desde la legalidad misma y al final, tal vez, un cambio en el esquema de gobierno que brinde nuevas ilusiones?
Pero, en el otro lado de la balanza de las dudas, hay hechos insoslayables:
  • El Acuerdo resulta ser, al final,  un pacto contra la pobreza, la desigualdad y la manera violenta de resolver los conflictos. Su texto, bastante complejo de leer, por cierto, está permeado por la idea de que el Estado es el responsable de todos los males, que la guerrilla fue fruto de la desigualdad y de la violencia y que, por ello, toda la sociedad debe pagar, por su indolencia. Y dolorosamente debemos admitir que es cierto en gran parte. 
  • Desde el comienzo de nuestra independencia, nos hemos matado por un color político, por la religión, por ideas muchas veces ajenas e incomprendidas; la violencia ha sido característica de nuestra historia; y el narcotráfico, ese cáncer que devoró los valores de la sociedad,  es solo un elemento distorsionador del conflicto sobre un gran fondo de desigualdad socio económica.
  • La pobreza en Colombia es vergonzosa, más del 60% de la población vive bajo la línea de la pobreza, casi el 20% vive en la miseria, y en el campo puede ser aún mayor.
  • La educación de calidad es privilegio de unos pocos, cuando lo único que puede formar ciudadanos que puedan ejercer y exigir sus derechos y participar en las decisiones públicas, como se propone en el Acuerdo, es la educación.
  • La corrupción es monstruosa, y terrible su secuela: se mueren niños por desnutrición, se muere gente por falta de atención médica, la infraestructura es deficiente, las obras de mala calidad, y la sociedad tolera, con su inacción y su silencio, a quienes saquean el erario público.
  • ¡Pedimos a gritos un cambio, algo tiene que pasar en este país, no podemos seguir así a perpetuidad!
  • Y, en este balance, estarían además los casi 15.000 fusiles que se silenciarían, y que tal vez volverían a sonar si el Acuerdo es rechazado, lo que constituye una amenaza latente que siempre pesará sobre todos,  si no derivamos hacia una sociedad más incluyente, tolerante, equitativa y justa. 
  • ¿Seremos capaces de cambiar, con Acuerdo o sin él? 


martes, 13 de septiembre de 2016

El puro placer de leer

AQUÍ VIVEN LEONES
Viaje a las guaridas de los grandes escritores
Fernando Savater & Sara Torres
Editorial Debate
2015


"Toda gran obra literaria encierra un enigma, además del hechizo que ejerce sobre nuestra sensibilidad e imaginación: el enigma de su autor. ¿Por qué fue él y no otro quien halló el tesoro? ¿Cómo desarrolló esos dones o, quizá, cómo aprovechó sus limitaciones en su favor? Carnal y doméstico como cualquiera de nosotros, deambuló por unas calles que también sus admiradores podemos recorrer, subió a unas colinas o se sentó bajo un árbol que aún se nos ofrecen, miró los cambios de esa parcela del cielo que ahora vemos, se entretuvo soñando ante ese pedazo de mar. [...] A través de esas pistas evocamos su figura, y ese conjuro personal sirve para complementar nuestra lectura de su obra, aunque nunca para sustituirla. Más bien al contrario, es un pretexto para volver sobre ella y recaer en el placer que nos causa, pero ahora con un decorado y un paisaje que nos permiten quizá comprenderla mejor... ¡o que nos intrigan aún más sobre el hechizo que encierra!"
Fernando Savater y Sara Torres, tomada
de elpais.com

Esto dice Fernando Fernández-Savater (San Sebastián, España-1947) en el prólogo de su último libro, que es un delicioso paseo por los lugares de algunos de sus escritores favoritos, acompañado de fotografías y unas viñetas introductorias a cada capítulo. El libro es, también, obra de su compañera Sara Torres, quien falleció en marzo de 2015, y Savater ha dicho que desde entonces le falta alegría, y que no escribirá más porque, total, ella no puede leerlo.Quién sabe, de pronto está equivocado.
(http://elpais.com/elpais/2016/03/23/estilo/1458737504_406439.html)

Empecé a leer el libro  y me encantó, y seguí leyendo con una sonrisa en los labios, sobre todo los primeros capítulos; sus apuntes de humor, los cotilleos, sus anotaciones sobre la vida familiar de Agatha Christie, sobre la casa que compró que fue de Walter Raleight, "que solía dedicarse al placer inaudito de fumar que él introdujo en Europa, hasta que una criada que le vio humeante creyó que estaba ardiendo y le arrojó un cubo de agua encima; los ires y venires de Alfonso Reyes, cuya prosa Borges consideró "la más perfecta que en aquel momento podía leerse en castellano"; la oscuridad de Edgar Allan Poe, cuya innovación "fue pasar del terror como amenaza y sobresalto físico al escalofrío mental"; las obsesiones de Flaubert, quien "no creía que la literatura debería ser realista, sino que la realidad debía llegar a ser plenamente literaria"; el poema "la retama" de Leopardi, que quizá sea su "tratado de paz con el destino humano". 

Savater y su mujer pasean por los lugares de los escritores y, al tiempo, va comentando sus obras de manera  que dan ganas de leerlas o de releerlas bajo otra luz y, sobre todo, con infinito placer, porque "leer es un placer y los placeres se contagian, no se fingen ni se enseñan", dice en una entrevista a El País. 

Ilustración del capítulo
sobre Agatha Christie
El último capítulo es sobre Stefan Zweig y por qué se suicidó; es interesante pero triste, se nota ya cierta desgana en su escritura, no tiene la chispa del capítulo de Shakesperare o de Agatha Christie. Tal vez refleja ya la tristeza que ahora embarga a Savater.

Fernando Fernández-Savater Martín es filósofo, novelista, ensayista, autor dramático y periodístico. Ha escrito más de cincuenta obras, ha recbido multitud de doctorados honoris causa otorgados por universidades de Europa y de América, así como diversas condecoraciones y premios literarios. Entre sus obras están Ética para Amador, Política para Amador, Las preguntas de la vida, El contenido de la felicidad, libros con los cuales trata de hacer descender la filosofía de su pedestal académico, sobre todo para la gente joven.

En Aquí viven leones, Savater quiere acercar sus escritores favoritos a los lectores, y lo logra, con ese particular estilo suyo de volver sencillas las cosas complejas. Es, sobre todo, una  invitación a entrar en ese maravilloso "jardín secreto" que son los libros.



domingo, 21 de agosto de 2016

El "otro" existe

Los invito a leer la columna de Cecilia Alvarez Correa en El Tiempo de hoy. SIempre he pensado que mientras los colombianos no veamos "al otro", no podremos construir una sociedad coherente. Mientras no respetemos la opinión de los otros, seremos un país bárbaro, en donde solo primarán las ideas de los más fuertes. Mientras no veamos el dolor ajeno, seguiremos indiferentes al sufrimiento de nuestros propios compatriotas. Y que no nos pase lo que dice ese poema, parece que mal atribuido a Bertold Brecht, no importa:

"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".


Cecilia Álvarez Correa

El dolor ajeno

Colombia no tiene futuro sin el reconocimiento y el respeto por el que sufre, por el dolor ajeno.
“En cada persona asesinada muere la humanidad entera”. Palabras del escritor y filósofo Enmanuel Levinas, sobreviviente del holocausto.
Cuando algunos se sienten dueños de una sola verdad, buscan la forma de imponerla a los demás. Comienzan entonces la opresión, la humillación y la dominación que justifica lo injusto, lo atroz, lo catastrófico. Es cuando el crimen, el genocidio y las matanzas parecen legitimadas.

Ocurre lo mismo con las mentiras. Sus hacedores las repiten tanto que quedan convertidos en sus esclavos, en víctimas; es decir, en presas de su propio invento, condenados a ajustarse a ellas.
Y se convierten en maestros. Dicen las mentiras más peligrosas sin arrugar la cara, con rostros de ‘yo no fui’, con apariencia de sujetos ordinarios, arropados por la banalidad del mal, tal como lo ilustra en su concepto la escritora alemana Hannah Arendt.
Por eso, el mejor antídoto contra la mentira es la memoria. Esta hace que la verdad cobre fuerza y que la justicia no sea solo constancia del dolor. La memoria con justicia camina hacia el respeto, virtud que abre las puertas hacia el otro. Hacia la pluralidad y la igualdad.
Es muy grave que en Colombia se prescinda de la comprensión y el respeto cada vez que se discute sobre el sufrimiento. Hablamos de la prolongación y el gusto por la guerra sin pensar en quienes mueren o sufren. Respeto e igualdad son indispensables para perfeccionar la comprensión de nuestra propia dignidad. Sin ellos, la persona corre el riesgo de creerse cada vez más digna y no advertir a tiempo que actúa de manera más inhumana.
Ignorar a los demás desatiende la verdad y la justicia, y al hacerlo se crean categorías artificiales para diferenciarse de los otros, se disponen las bases de una supuesta superioridad y se excluye a todos aquellos que amenazan ciertas ideas, las cuales, en el fondo parten de sentir, quizás sin entender, que la dignidad de unos es diferente de la dignidad de otros.
Por supuesto, cuando la vida sitúa a quien ha maltratado y humillado en la necesidad de recibir la comprensión y el respeto de los demás, siente y entiende claramente que su dignidad no es diferente a la dignidad del otro. Este escenario es el que le permite a la humanidad perfeccionar su noción de justicia y aplicarla.
El aniversario de la tristísima muerte de Sergio Urrego, y los acontecimientos de las últimas semanas en Colombia, donde se produjeron ataques de toda índole a la diversidad y a la diferencia, nos invitan a reflexionar sobre el respeto, la dignidad humana, la igualdad y la libertad. Todos estos valores que en teoría sostienen nuestra democracia y que son la base de nuestra Constitución Política.
Colombia no tiene futuro sin el reconocimiento y el respeto por el que sufre, por el dolor ajeno. No atendemos en realidad los postulados cristianos siomitimos el mandamiento primordial: amar al prójimo; es decir, a su alteridad y a su diferencia.
La dignidad sin respeto es vanidad. Es indispensable superar el odio, el rencor y la maldad para proteger la dignidad humana y la justicia.
Si estos no existen desde las dignidades, sobre todo; si la mentira le puede a la razón para atropellar las sanas iniciativas y a las personas, estamos perdidos.
CECILIA ÁLVAREZ-CORREA
@cecialvarezc

jueves, 16 de junio de 2016

El viento en los olmos

LA DAMA DEL ARMIÑO
Antonio Cavanillas de Blas
2014


Cecilia Gallerani (1473-1536), la protagonista de esta obra, nació en Siena, "ciudad mágica" fundada, según la leyenda, por los hijos de Remo, y de ahí su símbolo de la loba amamantando a los gemelos. Su padre era sienés y su madre, veneciana. 
Símbolo de Siena

A los diez años se trasladó con su familia a Florencia, donde notó que la claridad era distinta, "más melancólica", y  que su aire trasparente iluminaba la inspiración de los artistas.
Florencia la atrapó,"sus pinos altos, de copa redondeada y uniforme, elegantes, muy olorosos, poblados de pájaros pequeños". La luz reflejada en las hojas de los olmos que el viento mueve haciendo oscilar su envés más claro que el haz. Recorrió la ciudad muchas veces porque "una vez no basta", lo cual es muy cierto. 
Florencia: Puente Vecchio al atardecer
Pinos altos y redondos en Roma
En Florencia, conoció  a Lorenzo de Médici, el Magnífico, que gobernaba la banca Médici al tiempo que la República y, en su sede de La Signoria, verá por primera vez a Leonardo Da Vinci, entonces de treinta años, quien la enseñará a pulir sus versos; a Masilio Ficino, filósofo; a Pico de la Mirandolla, escritor y poeta, a Poliziano, a un joven Durero, a Rafael Sanzio.
Era pleno Renacimiento y fue testigo de su esplendor y de las luchas políticas entre las ciudades estado y con el papado. Se sentirá habitando un mundo pleno de belleza y de sabiduría.
Florencia: detalle de frescos en la capilla de
los Magos, obra de Benozzo Gozzoli, en el
palacio Medici-Riccardi
Durante la vida de Cecilia Gallerani pasarán por lo menos ocho papas por el trono del Vaticano (porque era un trono): Inocencio VIII, Alejandro VI, Pío III, Julio II, León X, Adriano VI, Clemente VII, entre otros. También es la época de Miguel Angel, de Boticcelli, de Tiziano.
Tiene dieciséis años cuando llega como poeta invitada a la corte de Ludovico Sforza, Il Moro, duque de Milán. Es el otoño de 1489. Se convertirá en su amante y tendrán un hijo, Cesare, y el Moro le pedirá a Da Vinci, entonces en su corte, que la pinte en un retrato que se conocerá como La Dama del Armiño.
La dama del armiño: reproducción
en Museo Da Vinci de Roma. El original
está en el Museo Czartoryski, de Cracovia
Luego, se casará con el conde Ludovico  Carminatti y vivirá una vida más sosegada en su Palacio de Carmagnola. Ludovico Sforza continuará con sus alianzas y luchas por mantener el poder en Milán y será vencido por el rey Luis XII de Francia, en cuya prisión morirá.
En el libro, Antonio Cavanillas de Blas (Madrid, 1938) no solo nos cuenta la vida de esta extraordinaria mujer, testigo de primera mano de una época en que el arte, en todas sus manifestaciones, floreció en Europa y particularmente, en Italia, sino también nos va narrando, en la voz de la protagonista, todos los sucesos históricos que  acontecieron en Italia, sin dejar de lado las leyendas que han pasado a ser parte inseparable de esa historia. El autor es médico y ha escrito varios libros de corte histórico como Harald El Vikingo, El Cirujano de Al-Andalus, El Médico de Flandes, El Prisionero de Argel, entre otras.

En la ruta a Venecia
Esta obra la leí durante un viaje a la Toscana italiana, y fue maravilloso ver las cosas y lugares  que Cecilia Gallerani, en mi imaginación y en el libro, claro está, presenció.Su viaje de bodas pasó por Génova, Pisa, La Spezia, Santa Marguerita de Ligure, y otros sitios pequeños y mágicos con sus murallas antiguas en la cima de las montañas, su burgo pegado a sus faldas, y de vez en cuando el brillo del mar Mediterráneo.  
Se me quedó grabada la luz de un atardecer en Siena, el color amarillo ocre reflejado en el Puente Viejo de Florencia y el espejeo de las hojas de los olmos a la orilla del Arno.
Siena: Atardecer

Fotografías: Silvia Reyes y Pilar Colom, junio de 2016



lunes, 18 de abril de 2016

La libertad de pensar

EL PROBLEMA DE SPINOZA
Irvin D. Yalom
Editorial Destino
2013


Amsterdam, 27 de julio de 1656. Baruch Spinoza (1632-1677) ha sido excomulgado por la comunidad judía. ¿Su delito? Pensar. Atreverse a cuestionar los ritos ancestrales, poner en duda que la Biblia sea la palabra de Dios,  que exista realmente otro mundo más allá de esta vida, cuestionar el poder de los rabinos que tratan de controlar al pueblo a través del miedo y de la esperanza, "los garrotes tradicionales de los dirigentes religiosos a lo largo de la historia". Decía: "Yo no creo que plantearse dudas y preguntarse sea una enfermedad. Lo que es una enfermedad es obedecer a ciegas sin preguntarse nada".

Estatua de Spinoza en Amsterdam
Spinoza pensaba que el miedo engendraba la superstición, y albergaba la esperanza  de que algún día habría un mundo sin religiones, "un mundo con una religión universal en la que todos los individuos utilicen la razón para experimentar y venerar a Dios". Spinoza era el gran racionalista, todo obedecía a una causa, y la ataraxia de la que hablaba Epicuro se lograría al comprender "que todas las cosas de este mundo son una sustancia, que es la Naturaleza o, si lo prefieres, Dios, y que todo, sin ninguna excepción, se puede entender a través de la ley natural".

En paralelo, la novela introduce al ideólogo del nazismo, Alfred Rosenberg, un individuo oscuro, con ínfulas de intelectual, cuya única obsesión era desalojar a los judíos de Europa y lograr la amistad y el reconocimiento de Hittler. En el Instituto, cuando joven, lanza un discurso antisemita y los directores le obligan a estudiar a Spinoza, para que entienda por qué Goethe, el gran genio alemán, amaba a Spinoza, qué le dio Spinoza a Goethe. Ese era el problema de Spinoza que Rosemberg trató de dilucidar sin éxito durante toda su vida. En 1941, Rosemberg saquea las bibliotecas y pinacotecas de la Europa conquistada por los nazis, y personalmente va en busca de la biblioteca de Spinoza, porque pretende averiguar en sus libros de dónde sacó las ideas. Pero los libros de Spinoza están en latín, griego y hebreo, y Rosemberg no conoce ninguna de estas lenguas. Nunca entenderá a Spinoza, ni por qué Goethe, su ídolo, lo seguía. Nunca entenderá nada más allá de sus abstrusas ideas, pese a lo cual hará un infinito daño a la humanidad, mientras Spinoza solo anhelaba un mundo en el que imperasen la justicia y la caridad.
Irvin D. Yalom (Washington, 1931) nos presenta así, en capítulos alternativos, a dos personajes con similitudes y con hondas diferencias: dos desarraigados, uno pleno de curiosidad, y el otro indiferente; uno, un filósofo brillante, un pensador; el otro, una imitación; uno, lleno de amor a Dios y al mundo; el otro, rebosante de odio. Para el uno, el desarraigo era la puerta a la libertad; para el otro, una tortura. Uno, un racionalista extremo, absoluto; el otro, un apasionado de sus cortas ideas. 

Yalom es profesor emérito de Siquiatría de la Universidad de Stanford, y autor de muchas obras en este campo y en la literatura, entre otras, de la novela El día en que Nietzche lloró, y Un año con Schopenhauer. En El Problema de Spinoza, Rosemberg tiene un amigo educado en la escuela sicoanalista de Viena, que trata de entenderlo y de ayudarlo, aun cuando se estrella contra una pared de ideas fijas; Spinoza tiene un amigo que le ayuda a entender sus sentimientos y le ayuda a crecer. 

El libro es un elogio a Spinoza y a la libertad de pensamiento, supremo don de los hombres. Entonces, ¿para qué el paralelo con Rosemberg, un antisemita furibundo, el creador de los hornos crematorios (que fue su tesis de grado como arquitecto), un personaje totalmente contrario a la razón y a la amplitud del pensamiento de Spinoza?
El único punto de contacto parece ser el robo de la biblioteca de Spinoza por Rosemberg; el resto, supongo, es literatura. Pero escribir sobre Spinoza es más que suficiente, sin necesidad de oponerlo a un personaje tan distinto, tan disímil, tan difícil de aceptar, como Rosemberg. Tal vez el escritor sintió que era más fácil abordar la novela con personajes opuestos, con algunas similitudes en sus vidas, pocas, pero con hondas diferencias en sus concepciones de la vida, del mundo y sobre todo, de la espiritualidad, que no de la religión.

Le agradezco a Yalom haberme devuelto a Spinoza, un filósofo al cual vale la pena volver siempre. Me gusta su idea de que no somos imagen y semejanza de Dios, sino que Dios es imagen y semejanza nuestra, porque lo inventamos para sobreponernos al miedo y a la angustia. Me gusta, también, eso de que no existe otra vida más que ésta, que no hay ninguna prueba lógica de una vida maravillosa más allá de la muerte; esto nos ayuda a vivir esta vida que tenemos, tan frágil, tan valiosa, tan hermosa.

Michel de Montaigne (1533-1592)
Spinoza trata de enseñarnos a vivir sin miedo, sobre todo sin miedo a la muerte, como Epicuro, como Montaigne. Curiosamente, leyendo un libro de André Compte-Sponville, Impromptus, encontré a Spinoza otra vez, y a Montaigne, y al inútil miedo a la muerte, ese tan difícil de evitar. Y a Horacio: Carpe Diem. Pero no es fácil.Una cosa es la filosofía; otra, vivir la filosofía. Pero, dice Montaigne, filosofar es prepararse a morir.

jueves, 17 de marzo de 2016

El arte como catarsis

TRIPTICO DE LA INFAMIA
Pablo Montoya
Editorial Random House
2014
Premio Rómulo Gallegos 2015


Jacques Le Moyne (1533-1588) es un joven ilustrador nacido en Diepa, Francia, que viaja como cosmógrafo en la expedición de Renè Laudonnière a La Florida, en un intento de colonización protestante de esas nuevas tierras. Deja en Paris una novia llamada Ysabeau. Mientras fue aprendiz del maestro Tocsin, "se ponía a imaginar lugares no descubiertos y seres que su palabra aún no podía nombrar". En La Florida entran en contacto con indígenas, de quienes Le Moyne aprende el secreto de las pinturas corporales, aun cuando sus significados escapen a su comprensión. La incipiente colonia es destruida por los españoles y a duras penas escapan algunos con vida. Le Moyne es de esos y vuelve sin sus dibujos, pero con ellos en la memoria.
Uno de los grabados de Theodor de Bry, posiblemente sobre la base
de dibujos de Moyne, que representa a Athore, hijo del rey timucua 
Saturiwa
,
mostrando a Laudonnière el monumento colocado por Ribault
es.wilipedia.org

François Dubois (1529-1584) es un pintor nacido en Amiens, a quien la juventud le llegó "como una inmensa curiosidad por el mundo". Vive en Paris con su mujer, Ysabeau. Van a escuchar a Laudonnière y a los sobrevivientes de la expedición a América que han regresado. Entre ellos, el pintor que la dejó al partir y que  ha regresado transformado, contando exultante su experiencia con los indígenas. Dubois no comparte su entusiasmo y desdeña su admiración por las pinturas corporales de los indios. Son tiempos revueltos por causa de las disensiones religiosas, que llegan al horror con la masacre de San Bartolomé cometida por los católicos sobre los hugonotes, y en donde Dubois perdió a su mujer embarazada. Huye a Ginebra, y ya no pinta más. Es un hombre escéptico, doliente, para quien "la humanidad siempre está al borde del abismo y su sed de destrucción no disminuye". Su amigo, el pastor Goulart insiste en que pinte una tabla sobre la masacre, para que no se olvide a los que cayeron  esa noche. Es lo único que quedará de su obra.
La masacre de San Bartolomé,
de François Dubois

Théodore De Bry (1528-1598) es de Lieja, es grabador e impresor, hugonote también, exiliado también por razones de la fe a Fráncfort. Conoce la historia de Hans Staden, quien fue prisionero de los indios en Brasil; lee la denuncia de Bartolomé de las Casas sobre la destrucción de los pueblos indígenas de América, y publicará en varias entregas su obra ilustrada Grandes Viajes, con el apoyo inicial de Walter Raleight. Contemplará horrorizado la tabla de Dubois, hablará con De Moyne y comprará los dibujos que ha vuelto a hacer a partir de su memoria.
Grabado de De Bry a la obra de
Bartolomé de las Casas

En esta novela, Pablo Montoya Campuzano (Barrancabermeja, Colombia, 1963) entrelaza la historia de estos tres artistas del siglo XVI, época de luchas religiosas y de la colonización del Nuevo Mundo, en un inmenso poema que es un canto a la imaginación y, al tiempo, un lamento por la humanidad doliente, y hasta un latigazo de ira por la crueldad del hombre sobre los demás, por la violencia que persiste a lo largo de los tiempos y que todavía nos acosa.

Cada una de sus tres partes está escrita en un estilo distinto. La primera parte es una narración en tercera persona, la segunda es intimista, desgarrada, en primera persona, y la tercera es una mezcla de ensayo, narración en tercera persona, y narración del escritor sobre la confección de la obra, con lo que tenemos una multitud deslumbrante de voces contando una historia. 

Fotografía tomada de
pablomontoya.net
Dice Montoya: "La novela se llama Tríptico de la infamia porque tiene una relación muy fuerte con el aspecto pictórico. Así, está divida en tres partes: la primera dedicada a Jacques Le Moyne, la segunda a François Dubois y la tercera a Théodore de Bry. Es así como el lector puede encontrar tres apartados que son aparentemente independientes, pero puede establecer puentes entre los tres. Como un tríptico."
(http://www.elespectador.com/entretenimiento/unchatcon/triptico-de-infamia-articulo-535829)

Pero también se encuentra el lector,  en la tercera parte del libro, unos pasajes maravillosos en los que el escritor, que está contando sobre ésta obra que escribe,  vaga por Lieja, por Fráncfort, buscando el rastro de De Bry, y de pronto lo ve caminar por las calles, lo sigue, ve hasta el temblor de sus manos; así,  superpone su tiempo y su espacio y los de De Bry, se conjugan  en su imaginación,  y en un momento ambos -escritor y personaje- contemplan el mismo río y huelen el mismo aire; sólo lamenta que nunca podrán hablarse, pero sí que lo hace, a través de la literatura, en esta misma novela en donde sueña y vive a su personaje. 

Por la obra pasan personalidades históricas, reyes, príncipes; artistas como Durero, Benzoni, Delaune, escritores como Montaigne, aventureros como Raleight, conquistadores españoles, ingleses; pasa la historia vista a través de las pinturas, grabados y narraciones de la época; y  pasa la luz a través de las vidrieras de las catedrales, ese regalo de los arquitectos del pasado, para "reflejarle a los creyentes el consuelo de una eternidad bienhechora", en este mundo que parece haberse sumido en las sombras y el dolor.

Es un libro hermoso y duro, que vale la pena y necesita ser leído con atención; su trasfondo histórico está bien logrado y, sobre todo, el repaso de crueles episodios a través de la descripción minuciosa de las obras de arte que los recrean es una muestra de maestría narrativa. 

El autor fue premiado con el Rómulo Gallegos de 2015. El autor ha escrito cuentos, poesía y ensayos. Entre otros galardones, obtuvo el primer premio del Concurso Nacional de Cuento Germán Vargas (1993), y en 1999, el Centro Nacional del Libro de Francia le otorgó una beca para escritores extranjeros por su libro Viajeros (www.pablomontoya.net)Es profesor de literatura en la Universidad de Antioquia, y un escritor a quien el premio Rómulo Gallegos le ha dado la visibilidad que merece su obra.