Una vez más llegó y pasó el Carnaval, como un viento que aligera el espíritu y revitaliza la sangre. Una vez más sale triunfante la vida, con el claro conocimiento de que la muerte es una parte inevitable de su ciclo.
Barranquilla: cielo azul, brisa y color; cumbia lenta con sabor a río y mar; frenesí vital con raíces ancestrales africanas; conjunción que recoge la elegancia del colono, y la cadencia y picardía heredadas de las sangres mezcladas durante siglos de mestizaje.

Fotografías: María Alejandra Gaona. Foto de Congos tomada de http://www.redcolombiana.com/
Texto: Silvia Reyes Cepeda