sábado, 14 de octubre de 2017

Rastros Recuperados

UNA LIBRERIA EN BERLIN
Françoise Frenkel
Seix Barral


Una joven librera educada en Francia decide  montar una librería francesa en Berlín, en 1921: La Maison du Livre, en el Distrito de Charlottenburg, en donde hoy quedan los almacenes KaDeWe.

La librería se convierte en un referente de la literatura francesa. Por ella desfilan autores como Claude Anet, Henry Barbusse, Colete, André Gide,Maurois; pasan mujeres de mundo buscando revistas de moda; pasan poetas y muchos lectores, franceses y alemanes.

Pero en 1935 el régimen nacionalista alemán empieza a prohibir autores extranjeros, a indagar por la raza de las personas, a vigilar su vida privada; los periódicos extranjeros desaparecen. Comienzan los acosos, la restricción de divisas. Ya en 1933 se había producido la espantosa quema de libros de autores judíos o judaizantes. El mundo empezaba a llenarse de sombras.
Almacenes KaDeWe - Berlín

El consulado francés la invita a salir de Berlín y a "esperar" en París, en 1939. Tiene que abandonar su amada librería, sus libros, su música secreta. Había soportado la agobiante atmósfera de Berlín porque amaba su librería "como una mujer ama, con verdadero amor", y pese a que sus clientes le decían que ése era el único lugar en donde podían ir a reposar su espíritu, en donde encontraban olvido y consuelo y podían respirar libremente.

París seguía viviendo como siempre, como si no hubiese amenaza de guerra; hasta que la guerra llegó a sus calles y la gente tuvo que evacuar la ciudad. Comienza, entonces, una continua huída, buscando poder cruzar la frontera con Suiza: miedo, frío, comida escasa conseguida en el mercado negro, pero también maravillosos amigos que la ocultan, la ayudan a escapar, franceses que se sentían avergonzados del gobierno títere de Vichy. 
Françoise Frenkel: tomada de
compartelibros.com

Françoise Frenkel (Polonia, 1889-Niza,Francia, 1975) narra esta historia  con un estilo limpio, sencillo; cuenta los hechos que vivió sin los tintes dramáticos de otras narraciones sobre temas similares, y aún tiene ánimos para describir el maravilloso paisaje por el que transita, de una Francia que ya no la puede proteger, de una Francia que siempre amará.

En el prólogo, el nobel Patrick Modiano indaga por la autora y sus rumbos después de publicado este libro en 1945, y que vino a ser reencontrado en un mercadillo de Niza hace pocos años. Con su particular estilo, Modiano va sondeando entre la bruma de los recuerdos. Dice: "La curiosa impresión que he experimentado al leer Una librería en Berlín ha sido como oír la voz de una persona cuya cara no se distingue en la penumbra y que te cuenta un episodio de su existencia", con esa intimidad que se da entre los pasajeros de un tren por la certeza de que nunca volverán a verse. "Breves encuentros. Guardamos de ellos un recuerdo en suspenso, el recuerdo de una persona que no tuvo tiempo de decírnoslo todo".

De Frankel nos queda este testimonio de unos años de su vida, acorralada y huyendo, sin saber del destino de su marido, al que no menciona en el libro. Es un homenaje a los que lucharon por su libertad en una época de terror; a los que cayeron en esa lucha; y, sobre todo, un homenaje a la solidaridad de los amigos y también de los extraños que, en un momento de oscuridad, te toman de la mano y te acompañan un rato.

Y es, también, un recordatorio del horror de la guerra, un llamado para no repetirlo nunca más,  que está más vigente que nunca, ahora, cuando jóvenes grupos no conocen la historia o la pasan por alto y parecieran ir en el camino de repetirla.