jueves, 29 de octubre de 2020

La responsabilidad de recordar

 

MEDIO SOL AMARILLO
Chimamanda Ngozi Adichie
Literatura Random House
2017


Terminé de leer este libro, que tenía aplazado, hace unos pocos días, y aún siento su impacto, por lo que cuenta pero, sobre todo, por cómo lo cuenta, con un dolor sereno y directo para narrar el horror, el hambre, la muerte de la gente y la muerte de los sueños.

La historia se cuenta a través de cinco personajes: Olanna y Odenigbo, ella, hija de un hombre rico de Nigeria. contratista del Estado; ha estudiado en Oxford pero se ha enamorado de un profesor universitario que pregona  la independencia del pueblo igbo del colonialismo inglés y del pueblo hausa del norte, apoyado por Gran Bretaña. Ugwu, un chico del pueblo que llega a servir en casa de Odenigbo, y a quien éste se empeñará en educar; Richard Churchill, blanco, inglés, enamorado del arte de Igbo-Ukwu y de Kainene, la hermana de Olanna.

Odenigbo y los intelectuales de su entorno universitario incidirán en la declaratoria de independencia de la región sureste de Nigeria y en la creación de la efímera República de Biafra. Luchan porque su propia gente no se discrimine entre sí, porque adquieran orgullo de ser quienes son, aun cuando todos quieren hablar inglés perfecto y obtener cosas modernas; dejan de lado sus raíces. Ugwu ya no sabe comer ñame sin mantequilla, y añora las cosas refrigeradas.

Se desata la guerra civil entre Nigeria, apoyada por los ingleses, y la pequeña república, quien ve tomadas sus ciudades en un avance imparable; la gente huye, se desplaza a campos precarios de refugiados; los nigerianos no dejan aterrizar los aviones con la ayuda humanitaria y los biafreños empiezan a morir de hambre por miles.Odenigbo y Olanna deben huir con su hija, dejar su casa universitaria y buscar refugio con los demás pobres y desplazados. Los sueños de independencia y la fe de Odenigno se vienen abajo entre la muerte y el alcohol. Olanna debe aprender a luchar por alimento, por mantener una vida medianamente decente, por evitar que recluten a la fuerza a Ugwu.  Sus padres han huido a Londres.

Los soldados biafreños agreden a la gente que se supone los apoya; la roba, viola y mata. Kainene y Richard también deben dejar su casa en la costa; ella dirige un campo de refugiados; hacen operaciones de contrabando en la frontera para conseguir alimentos; algunos no vuelven nunca más.

La nueva  república solo dura tres años; al final, han sobrevivido los corruptos, los ricos, las nuevas élites que surgen en cada régimen, no importa de qué orientación sea; y los atropellos permanentes contra los vencidos, la omnipotencia del poder armado, el desprecio al otro así sea de su mismo color de piel.

Pero en medio de todo esto, se sucede la vida, con su belleza y su miseria, el amor, las flaquezas humanas, los sueños que incendian el alma y terminan en un montoncito de cenizas, las pérdidas, y una vez más la esperanza en la risa de una niña. Sin embargo para otros, como para Richard Churchill, ese inglés enamorado de Africa y que quiso escribir un libro llamado El mundo guardó silencio cuando morimos, la vida en adelante "siempre sería como una habitación iluminada por velas: solo vería las cosas en sombras, apenas unos atisbos".

Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria, 1977) estudió  comunicación y ciencias políticas en Filadelfia y escritura creativa en la Unviersidad John Hopkins de Portland. Ha publicado varias novelas que han sido premiadas: La flor púrpura, ganadora del Commonwealth Writer´s Prize y el Hurston/Wright Legacy Award; Americanah, galardonada con el Chicago Tribune Heartland Prize 2013 y el National Book Critics Circle Award 2014; así como varios relatos. Por  Medio Sol Amarillo obtuvo el Orange Prize for Fiction y fue finalista del Nacional Book Critics Circle Award.


En entrevista con elpais.com dijo: "Escribir Medio sol amarillo fue muy difícil. Emocionalmente, para mí, porque investigué mucho. Leí todo lo que pude sobre Biafra, pasé mucho tiempo en archivos y bibliotecas. Escuché muchas emisiones de radio de la época. Y, sobre todo, miré muchas fotografías. De pronto me di cuenta de que mis padres estaban ahí. Mi abuelo murió en un campo de refugiados como ese. Mi hermano mayor nació durante la guerra. Todo esto provocó una gran fuerza emocional en mí. También sentía un gran sentido de la responsabilidad. Quería hacerlo bien. Se lo debía a mi abuelo, a mi generación de nigerianos, tenía que hacerlo bien por ellos, muchos no sabíamos qué había pasado.(https://elpais.com/elpais/2019/12/04/eps/1575477143_604947.html)

Según elespañol.com, "Su visión de la literatura es oscura. Le atrae la melancolía, la tristeza y la nostalgia. Aunque siempre lo hace desde una ficción realista, inspirada en bocados de realidad. Para ella lo importante de la ficción es humanizar la historia, hacer una conexión emocional con el lector para que recuerde."(https://www.elespanol.com/cultura/libros/20171004/251725161_0.html)

La voz de Chimamanda es clara, fuerte, directa, sin caer en melodramas ni en conmiseraciones; es implacable, lúcida y hondamente poética. En su obra ha rescatado esa generación atropellada de nigerianos, su memoria. Y es la voz de las mujeres, que son quienes cuidan enfermos, niños, pelean por la comida, consuelan, aman, sufren, lloran y ríen. Las mujeres que llevan en sus manos el mundo y la vida.

Todavía hoy Nigeria se debate en la corrupción, la pobreza y la violencia; sigue presa en las redes que dejó el colonialismo, redes y nudos que se extienden y no puede romper, y que las élites del poder no permiten abandonar, ellas también presas  de la codicia, haciéndole el juego a los países extranjeros que solo quieren los recursos del país y que, cuando se van, lo dejan en caos, al garete, y a la gente sin mayor educación ansiando lo que no puede tener.  

He sentido que esta historia nos es dolorosamente conocida y cercana, por el largo coloniaje que aún nos marca, por la pobreza, por la falta de educación que nos impide volar, por la corrupción sin compasión, por la guerra fratricida, por el odio inculcado. Y nosotros, como esta autora, también tenemos el deber de recordar para reconstruir.