miércoles, 29 de diciembre de 2010

Dulces Recuerdos

UNA GOLOSINA
Muriel Barbery
Editorial Zendrera Zariquiey
Barcelona, España

El más grande importante gastronómico del mundo -como él mismo se califica- está muriendo, y su angustia, más que por la muerte próxima, es por no poder recordar un sabor que le "trota en el corazón", un sabor olvidado, anidado en lo más profundo de sí y que se revela "como la única verdad que se haya dicho o hecho".
Comienza, entonces, a rememorar su infancia, su adolescencia, esos momentos en la cocina de la abuela,  o de la tía Marthe, que le hicieron amar y aprender a degustar sabores, aromas y texturas, y que luego convirtió en palabras, "estuches que recogen una realidad solitaria y la metamorfosean en un momento de antología".
Sabe que es venerado por unos, odiado por muchos, entre ellos sus propios hijos, temido hasta por sus nietos, por ese aislamiento afectivo que mantiene respecto de todos y de todo, menos de la comida y de la bebida, y realmente no le importa. Y al final, tampoco importa mucho vivir o comer, sino saber por qué. 
Es, pues, éste, un hermoso ejercicio que propone Muriel Barbery (Casablanca, 1969), de regresar en la memoria al tiempo de las cosas simples, primigenias, al reino sin artificios de los árboles, las flores y los huertos, a lo realmente esencial.
"Una Golosina" fue su primera novela, publicada en el año 2000, y galardonada con el premio al Mejor Libro del Mundo de Literatura Gastronómica,  Salon International du Livre Gourmand-Périgueux.  Narrada en varias voces, será la antesala de "La Elegancia del Erizo" (2007) que comentamos  en este blog, y que transcurre también en el edificio de la Rue de Grenelle, en donde vive y muere el crítico gastronómico.
Para los amantes de la literatura y de la gastronomía, esta obra es, sin duda, una golosina.


sábado, 18 de diciembre de 2010

Navidad: Tiempo para Dar

UN TIEMPO PARA DAR

En el Eclesiastés encontramos una hermosa reflexión según la cual "hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol: un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado; un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar [...].
Hay, también, un tiempo para dar y un tiempo para recibir. Este es el tiempo de dar, de darle al que todo lo ha perdido, nosotros, a quienes nada nos falta.  Es tiempo de despertar esa virtud que se llama generosidad, que "es la virtud del don. Ya no se trata de "dar a cada uno lo suyo", como decía Spinoza a propósito de la justicia, sino de regalarle lo que no es suyo, que le falta, lo que tú tienes"(1). Generosidad, que es algo más, y distinto, de solidaridad, en la medida en que ésta implica una comunidad de intereses. La generosidad, nos dice Compte-Sponville, rebasa el interés, va más allá de la solidaridad, y depende enteramente de nuestra voluntad y de nuestra libertad. "Ser generoso es saberse libre para actuar bien, y desearlo"(2).
Es hora, entonces, de pensar en el otro, en ése que deambula bordeando los campos y pueblos inundados, buscando un sitio seco en donde reposar un rato; en ése al que tal vez sólo le quedan la vida y la tristeza.
Es Navidad y ésta, especialmente, debe ser una navidad de amor y de generosidad reales, desinteresados. Una feliz navidad por dar, así como  dio Aquel cuyo nacimiento celebramos.



(1) André Compte-Sponville: PEQUEÑO TRATADO DE LAS GRANDES VIRTUDES, Editorial Andrés Bello. Chile, 1995, página 91.
(2) Id., ib. pag 98

Fotografía: www.elheraldo.com

jueves, 2 de diciembre de 2010

Una visión de Bolívar

EN BUSCA DE BOLÍVAR
William Ospina
Editorial Norma

"Bastó que muriera para que todos los odios se convirtieran en veneración, todas las calumnias en plegarias, todos sus hechos en leyenda. Muerto, ya no era un hombre sino un símbolo". Con esta verdad, dura como una piedra en el pecho, comienza William Ospina a narrarnos su búsqueda de Bolívar, a través de la Historia, de las biografías, de las memorias, de la poesía misma;  cómo un joven criollo rico y un tanto afrancesado se convierte en el guerrero que libertaría a América de España; qué lecturas, qué encuentros van alimentando su espíritu y sentando las bases de su gran sueño americano; cómo se gesta la libertad.
El autor va hacia su personaje desde el presente, desandando el tiempo. Lo encuentra caminando por una playa de Haití con Santiago Mariño, con José Francisco Bermúdez, con Palacios, con Zea, con Brion y Manuel Piar;  los mira con todo el conocimiento que tiene de sus destinos y nos dice: "Ellos no saben lo que nosotros ya sabemos; oyen venir las olas, presienten los combates, sueñan con la victoria, oyen la voz enérgica y emocionada de Bolívar. No pueden imaginar que, dos siglos después, estamos tratando de verlos, andando y discutiendo, todavía amigos todos, por esa playa amiga".
Pero así como es  fascinante este mirar hacia atrás desde el presente,  es desacertado pretender juzgar las acciones y decisiones de entonces, que obedecieron a sus circunstancias y a su tiempo, con la visión de un humanista del siglo veintiuno, o censurarlas desde un concepto actual y desarrollado de los derechos humanos, falla que encontramos, afortunadamente, en un solo breve capítulo de libro.
William Ospina (Padua, Colombia, 1954) es poeta y ensayista, pero esencialmente es poeta, y leerlo es como descubrir nuevamente el mundo que describe y admirarnos con su belleza, como ocurre con sus obras en prosa Ursúa y El País de la Canela, o con los viajes en verso de El País del Viento. No pretende, con esta obra conmemorativa del Bicentenario de nuestra independencia, escribir una biografía exhaustiva de Bolívar, pero sus palabras logran la magia de que podamos verlo, imaginarlo, compartir sus sueños frustrados de una América unida, percibir la amargura de ser un estorbo apenas triunfa. Y hace Ospina que sintamos  que "él sigue viviendo en cada momento de sus días", que "sigue conversando con Miranda bajo los cielos negros de Londres" [...] "leyéndole versos a Perú de Lacroix desde una hamaca" o batiéndose en una playa de Cumaná; que "sigue abriendo selva, remontando peñascos, escrutando la niebla",  y que, tal vez, si estuviera ahora aquí, en nuestro presente, se bajaría de sus estatuas y empezaría a preguntarse "por dónde comenzar de nuevo".

lunes, 15 de noviembre de 2010

El inconquistable sur

INES DEL ALMA MÍA
Isabel Allende
Random House Mondadori
DeBolsillo 2008

Inés Suárez, costurera de Plasencia, Extremadura llega al Nuevo Mundo en busca de su marido, Juan de Málaga, aventurero de fortuna que, como tantos, partió en busca de El Dorado. La reunificación  conyugal fue la excusa de Inés para ir en busca de la libertad que una mujer no tenía en la dura España del siglo XVI, y menos una mujer llena de sueños y de ganas de vivir. En la ciudad de Cusco, Perú, sabrá que su marido ha muerto, y conocerá a Pedro de Valdivia,   a quien acompañará en su aventura de conquistar el sur del mundo y fundar Chile, la tierra boscosa de los indómitos indígenas mapuche.
El amor, la ambición, la crueldad de esa conquista, la lucha encarnizada contra quienes defienden su tierra con la vida, la desilusión, la muerte, todo ello desfila en esta maravillosa novela de Isabel Allende, escrita en estilo epistolar y con la misma pasión que seguramente  sentía  Inés Suárez; con el mismo asombro por el paisaje líquido del sur, con la misma magia de los bosques húmedos del otro lado del Bío-Bío; y con admiración ante el valor, tanto del conquistador español, como del bravo y feroz mapuche para quien lo más importante era la libertad.  Francisco Pizarro, Diego de Almagro, Pedro de Valdivia, Rodrigo de Quiroga, Michimalonko, Caupolicán, Lautaro, "príncipe de la epopeya guerrera", que venció a Valdivia en 1553, en Tucapel, desfilan por las páginas y nos hacen sentir orgullo de lo que fuimos, de lo que somos.










Isabel Allende, escritora y periodista chilena, nació  en Lima en 1942, pues su padre era diplomático; sobrina de Salvador Allende, abandonó Chile en 1973 luego del golpe militar de Pinochet. Entre sus obras están La Casa de los Espíritus, Eva Luna, Retrato en Sepia, Paula, De Amor y de Sombra, Afrodita, y varios más.
Imágenes: Lautaro (izquierda). Pedro de Valdivia (derecha)

domingo, 31 de octubre de 2010

Érase una vez...

ÉRASE UNA VEZ...
EL UNIVERSO, LOS DIOSES, LOS HOMBRES
Jean-Pierre Vernant
Fondo de Cultura Económica

Los mitos, cuenta Vernant, son relatos provenientes del fondo de los tiempos, que existían antes de que hubiera un relator para trasmitirlos. No son propios de la inventiva individual ni de la fantasía creadora, "sino de la transmisión y de la memoria" y, ése lazo íntimo con la memoria, los vincula con la poesía, puesto que "un poema sólo existe si es recitado; hay que aprenderlo de memoria y, para darle vida, recitarlo para uno mismo con las palabras silenciosas de la voz interior".
Así, pues, memoria, transmisión oral y tradición "son las condiciones de existencia y supervivencia del mito". Y es lo que trata de hacer Vernant (Toulouse, Francia, 1914, Sèvres-2007) en esta obra maravillosa: contarnos algunos mitos y darnos alguna explicación de su significado a la luz de la historia de los griegos, cómo entendían éstos el mundo y cómo buscaban respuestas a sus interrogantes esenciales.
El primer relato habla de la creación del mundo: primero sólo era la oscuridad más densa hasta que surgió la tierra, Gea, la Madre Tierra, el piso del mundo que contenía en sí misma al agua, Ponto, la Ola del mar, el cielo y las estrellas, Urano, los bosques, las montañas y las grutas subterráneas. Y Cielo y Tierra procrearán a las fuerzas primordiales de la vida, Titanes: Océano, tiempo, memoria, justicia, violencia y fuerza; y también surgirán  la venganza, el amor, la luz y la noche, la astucia, el poder.
El libro incluye relatos sobre  cómo obtuvo Zeus la soberanía sobre los dioses olímpicos; sobre  Aquiles o la elección de un destino de gloria eterna y vida breve, en lugar de una vida larga aunque feliz; sobre las aventuras de Ulises que son una lucha contra el olvido, una lucha por permanecer en el mundo: "Estar en el mundo humano", dice Vernant, "significa vivir bajo la luz del sol, ver al prójimo y ser visto por éste, vivir en reciprocidad, recordar quién es uno y quiénes son los demás". También nos habla del terrible precio que se paga por negarse a cambiar y rechazar al otro, al distinto, al extranjero, en la historia de Dioniso y su regreso a Tebas; la intolerancia que conduce a que un grupo humano que se niega a reconocer al otro y a hacerle un lugar, se "vuelve monstruosamente otro".
Jean-Pierre Vernant fue un historiador y filósofo francés apasionado por Grecia, su historia y sus mitos. Fue miembro de la Resistencia francesa contra el nazismo, actividad que conjugó, en su decir, sus convicciones filosóficas sobre la libertad y su compromiso político, pues rechazaba profundamente el sentido de exclusión que implicaban los nacionalismos, su odio al extranjero y su pretensión de imponerse por medio de la violencia.  Entre su vasta obra  traducida al español se encuentran Los orígenes del pensamiento griego, Mito y pensamiento en la Grecia Antigua, Mito y tragedia en la Grecia antigua, Mito y sociedad en la Grecia Antigua, La muerte en los ojos: figuras del otro en la antigua Grecia, Mito y religión en la Grecia Antigua, El hombre griego, El individuo, el amor y la muerte en Grecia, Entre mito y política.
Los relatos mitológicos continúan fascinándonos, por esa mezcla de lejanía temporal, de inverosimilitud y de poesía; mitos antiguos, como los griegos, o los amerindios; mitos nuevos como los surgidos de la literatura, Tolkien, por ejemplo, o Liliana Bodoc, pero que tienen en común la facultad de remontarnos con la imaginación a un tiempo antes del tiempo en una búsqueda sin fin por saber quiénes somos y de qué somos capaces.
Link sugerido: Entrevista a Vernant en www.aen.es

martes, 19 de octubre de 2010

Descubrimiento de un poeta

Me envían desde Holanda estos dos poemas de Mario Luzi, "para tener un día bellísimo". Confieso que no sabía quién era Mario Luzi. Ahora sé, por lo menos, que fue un poeta y traductor italiano (Florencia, Italia, 1915-2005), importante representante de la corriente hermética de la poesía, impulsada en los años treinta como una renovación poética "animada por la exigencia de conferir al lenguaje poético una nueva credibilidad, más profunda y humana" (Entrevista con Mario Luzi en El Correo de la Unesco, abril 1997).
"La Barca" (1935), "Avvento notturno" (1940) y El giusto della vita" (1960) son algunas de las obras poéticas de Luzi, de quien los críticos han destacado siempre el libro "Primizie del deserto" (1952), de inspiración existencialista. (elmundo.es, 2005, obituarios)



DIANA, DESPERTAR
El viento libre luce entre los humos
de la llanura, el monte ríe raro
iluminándose, surgen relumbres
del agua, ¿hay mensaje más caro?

Hora es de levantarse, de vivir
puramente. Ya vuela en los espejos
un sonreir, un temblor en los vidrios,
vuelve un sonido a confundir los oídos.

Y tú acudes alegre y contradices
de inmediato a la muerte. Así cuando
se abre una puerta desbordan felices
los colores, la sombra va de vuelta

a disolverse. Nacen rientes imágenes,
en la sangre se filtra, ciego vuelve,
el espíritu del sol, nos llevan céfiros
consigo: a existir, a extinguirse en un día.


DIANA, RISVEGLIO
Il vento sparso luccica tra i fumi
della pianura, il monte ride raro
illuminadosi, escono barlumi
dall’acqua, quale messaggio più caro?

È tempo di levarsi su, di vivere
puramente. Ecco vola negli specchi
un sorriso, sui vetri aperti un brivido,
torna un suono a confondere gli orecchi.

E tu ilare acorri e contraddici
in un tratto la morte. Cosí quando
s’apre una porta irrompono felici
i colori, esce il buio di rimando

a dissolversi. Nascono liete immagini,
filtra nel sangue, cieco nel ritorno,
lo spirito ldel sole, aure ci traggono
con sé: a esistere, a estiguerci in un giorno.

MARINA
Qué exhaustas aguas contra la frágil costa,
qué oleada gris contra los postes. E islas
más allá y bancos donde un incierto afán
se separa del día que nos deja.

Qué dispersas lluvias navegas, qué luces.
¿Cuáles? ignora si no finge el pensar,
si no recuerda niega: allá viví,
consciente aquí del tiempo de otro modo.

Qué memoria heredamos, qué imágenes,
qué edades no vividas, qué existencias
fuera de la alegría y del dolor
luchan en la marea con los muelles

o en el mar que florece y se despide.
Regresas tú, te acoges a esta orilla
y en el cielo que zarpa chirría un pino
de pájaros que vuelven, corazón.

MARINA
Che acque affaticate contro la fioca riva,
che flutti grigi contro i pali. Ed isole
più oltre e banchi ove un affanno incerto
si separa dal giorno che va via.

Che sparse piogge navighi, che luci
Quali? il pensiero se non finge ignora,
se non ricorda nega: là fui vivo,
qui avvisato del tempo in altra guisa.

Che memorie, che immagini abbiamo ereditate,
che età non mai vissute, che esistenze
fuori della letizia e del dolore
lottano alla marea presso gli approdi

o al largo che fiorisce e dice addio.
Rientri tu, ripari a questa proda
en el cielo che salpa un pino stride
d’uccelli che rimpatriano, mio cuore.



sábado, 9 de octubre de 2010

Retrato de un país

TANTA SANGRE VISTA
Rafael Baena
Editorial Alfaguara

Una guerra, una de tantas entre hermanos; la gente es arrastrada por un río de odio que no comprende, pero que se les impone, que heredan, y que viven como si estuviesen solos en el mundo, porque en las ciudades, en la capital, la vida continúa como si nada, indiferente, superficial, egoísta.
Este es el retrato que nos dibuja Rafael Baena (Sincelejo, Colombia, 1956), recreando a varias voces y en dos tiempos, una guerra que puede ser la de los mil días, o cualquiera otra guerra decimonónica, que simplemente cambia de nombre y de época, pero que es la misma que continúa envolviéndonos aún en este siglo veintiuno, amparada en la falta de solidaridad social y en la ineficiencia de un estado que no es capaz de cumplir su elemental fin de proteger la vida, honra y bienes de sus habitantes.
La historia está bien escrita, en un estilo ágil y ameno, con saltos hacia el pasado que van completándola hasta redondearla. Es una historia compleja, de la cual sólo podemos dar un esbozo: El coronel Enrique Arce comanda el Cuarto de Lanceros del ejército insurrecto del general Almagro, enfrentado al general Lázaro Hidalgo, del ejército oficialista; liberales contra godos. Vencido el ejército liberal, Arce se confina en Aguazarca, una hacienda regalada por Almagro a su sobrina nieta, Camila, con quien se casó superando sus resistencias y resabios; se hace cargo de Ricardo, su nieto, pero aún quedan en los montes bandoleros, guerrilleros, delincuentes, perpetuando la violencia, generando su contraparte, los ejércitos privados o los grupos armados de campesinos defendiendo la tierra que les queda, mientras en la ciudad la corrupción agranda sus tentáculos. Nuestra historia, en fin, la historia de un pobre país saqueado, agredido, que aún no logra encontrar el camino para cerrar heridas y comenzar a vivir en paz.

Rafael Baena es fotógrafo y periodista; editor de la Revista Credencial. Escribió, también, ¡Vuelvan caras, carajo!, novela de ambientación histórica que nos devuelve otro trozo de nuestra historia, ésa que todo colombiano debería conocer para no repetir sus errores. Vale la pena leer a este escritor nuestro que ha empezado a transitar con éxito el difícil camino de la literatura.
PS: El libro "Tanta sangre vista" tiene algunos errores gramaticales que el editor debería haber corregido.

jueves, 23 de septiembre de 2010

El Mar y los Sueños

MONDO Y OTRAS HISTORIAS
Jean-Marie Gustave Le Clézio
Editorial Tusquets

Este hermoso libro se compone de ocho relatos cortos cuyos personajes son chicos jóvenes, adolescentes casi, solitarios, que aman contemplar el mar y la luz, y el cielo despejado del verano; que sueñan, Mondo con una familia, Lullaby con fundirse en la luz; Juba, un pastor de bueyes, con la ciudad que surge como un espejismo sobre el desierto y en la cual es príncipe gobernante junto a Cleopatra Selene, su reina que habla una lengua que él no entiende; Daniel, con viajar por los mares del mundo siguiendo a Simbad; Alia, con que un día llegue alguen buscando a quien sepa las respuestas correctas para entrar al maravilloso país de Hazarán; Pequeña Cruz quiere saber cómo es el azul que no puede ver.
Viento, sol, mar, arena y silencio, son los elementos comunes de estas historias; y la música del espacio en la noche estrellada sobre la montaña del dios viviente; los murmullos escondidos en el fondo de los estanques; los ruidos misteriosos de la noche que produce el viento que corre sobre la arena, ese viento que lleva la voz del mar, a bocanadas, hasta el desierto. La planicie quieta en donde se escucha, en la noche, el ruido de agua y de fuego de las estrellas.
Le Clézio nos hace contemplar ese mundo de luz, sonidos y soledad, que coexiste al lado de las ciudades, en las que el viento cambia cuando entra. Un mundo en donde la belleza y el misterio persisten, y en el que aún es posible aprender lo que tienen para enseñar las piedras y los árboles, el agua, la noche estrellada, el viento y la arena, el sol y el silencio.
Este libro es poesía y luz, literatura que transporta y hace soñar, azul de cielo y de mar, azul de libertad.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Los cuadernos del escritor

LOS CUADERNOS SECRETOS DE AGATHA CHRISTIE
John Curran
Ediciones Suma de Letras
1a edición en Colombia, 2010


En noviembre de 2005, John Curran tuvo acceso a los cuadernos de notas de Agatha Christie, por invitación de su nieto y custodio, Mathew Prichard. 73 cuadernos escolares escritos con una letra difícil de descifrar, en donde, junto a posibles personajes, esbozos de tramas, apuntes sobre venenos, finales diversos, aparecen notas de citas, listas de mercado y cosas por hacer, sin orden cronológico ni temático. Según cuenta Curran, al parecer Dame Agatha utilizaba varios cuadernos a la vez, los perdía y, cuando lo requería, tomaba cualquiera que tuviera una hoja en blanco.
Agatha Christie (Torquay, UK, 1891-Wallingford, UK, 1976) publicó su primera novela de detectives en 1920 (El misterioso caso de Styles), y a partir de allí, nunca dejó de escribir hasta su muerte, casi una novela por año. Creó al detective belga Hércules Poirot, y a la señora Marple, quienes investigan los crímenes y los solucionan con base en la observación y el análisis; sus obras continúan vendiéndose y llevándose al cine o a la televisión.
Resulta maravilloso ver en las transcripciones de sus cuadernos, cómo empieza a pensar en un tema, cómo le da vueltas y cómo va escogiendo a las víctimas y al asesino. Señala Curran que "volcaba sobre la página todos sus pensamientos, como en una tormenta de ideas, y los clasificaba en función de su potencial aprovechamiento, desestimando los que probablemente fuesen inservibles. Las notas de los distintos libros se superponen, se intercalan; a veces un solo título recorre tan sólo un cuaderno, pero hay casos extremos en los que aparecen incluso en doce cuadernos".
Y es que Agatha Christie, como dijo ella misma, no trabajaba con mucho método. "El auténtico trabajo se hace al pensar en el desarrollo de la narración, al desvelarse uno hasta que todos los detalles encajan como tienen que encajar"..."primero hay que pensar en algo, y cuando se ha pensado a fondo una tiene que obligarse a sentarse y escribirlo. Eso es todo, no hay más".
Para los amantes de las novelas policíacas, y sobre todo éstas tan prolijas de la señora Christie, estos cuadernos secretos son una herramienta maravillosa para descubrir, no sólo los vericuetos mentales de la autora al desarrollar una historia de asesinatos, sino de dónde surgen las ideas y cómo las maneja, así como las escenas y finales posibles para solucionarlos, lo que obligará, indudablemente, a repasar obras como Cinco Cerditos, Crimen en el Expreso de Oriente, Muerte en el Nilo, Un Crimen Dormido, por citar apenas algunas de las casi cien novelas que publicó.

domingo, 22 de agosto de 2010

Un mundo de tinta

CORAZÓN DE TINTA
SANGRE DE TINTA
MUERTE DE TINTA
Cornelia Funke
Ediciones Siruela y Fondo de Cultura Económica



En esta trilogía fantástica, los personajes literarios cobran vida con la voz de ciertos lectores, pero al arribar a nuestro mundo, envían al mundo del libro a alguien de la vida real, incluso al autor mismo del libro.
El problema se presenta cuando otra persona quiere robarse las palabras del escritor para acomodar la historia a sus intereses, o cuando los personajes empiezan a actuar como si tuvieran libre albedrío. Entonces, hay que ir reescribiendo la historia para orientarlos,  para que tenga un final feliz y, en el camino, encontrar el momento y el espacio para que el escritor supere la página en blanco y las palabras vuelvan a él. Fenoglio, el autor, lo logra en la cima de un árbol gigantesco, a base de preguntas, porque "toda buena historia se oculta  tras una maraña de preguntas  y no es fácil descifrar sus secretos. A esto se añade que ésta tiene su propia cabeza, pero si le haces las preguntas correctas, ella te musita todos sus secretos. Una historia así es muy parlanchina".
Mo, el encuadernador de libros, convertido en bandido en la historia para combatir la maldad y librar al reino de Umbra de sus tiranos, es Lengua de Brujo, el que puede convocar los personajes con su voz, don que tiene, también, su hija Meggie. Aman el mundo de tinta con sus hadas azules que te arrancan pelos de la cabeza para sus nidos, con los elfos de fuego que tienen el secreto de los escupe-fuego, los prestidigitadores que hacen bailar flores de fuego en las puntas de sus dedos; en donde hay  hombrecitos de cristal que afilan las plumas de los escritores y dibujantes;  mujeres blancas que se llevan a los muertos y lavan su corazón para que olviden el mundo exterior, y que a veces los devuelven, siempre a cambio de algo, aún cuando les siembran una incierta nostalgia en el pecho; y gigantes con ojos de camaleón que se duermen con las canciones de las mujeres. Es un mundo maravilloso, hecho de palabras y literatura, que recoge la fantasía, la belleza y la crueldad de los cuentos de hadas.
La obra está compuesta por capítulos cortos, cada uno de ellos con un  epígrafe  de trozos de poesías, de historias o cuentos de diversos autores de todos los tiempos, como si éstos también contribuyesen con la escritura del libro, o como si sólo existiese un único libro que se escribe continuamente por todos los escritores que existen o han existido. La multitud y variedad de esas citas nos muestran, también, el universo de las lecturas de la autora.
Cornelia Funke (Dorsten, Westfalia, 1958), educadora e ilustradora, ha escrito más de cuarenta libros destinados al público infantil y juvenil y recibido múltiples premios, entre ellos el Jacob-Grimm en 2009, y el Premio Roswitha 2008 de la ciudad alemana de Bad Gandersheim, otorgado porque "sus libros se dirigen tanto a niños como a adultos y hablan con la inmediata insistencia de una danza medieval a la muerte, de arte, de la vida y de lo perecero. El consuelo ayuda a sus historias justamente porque éstas solo cuentan verdades, a veces amargas y desconsoladas. Con los libros de Cornelia se puede aprender a leer, pero también a vivir".
En el epígrafe del primer capítulo de "Muerte de Tinta" hay un poema de Rilke que dice: "Dorados sobre el estante/ brillan los lomos de los libros:/ pilares para los puentes/ del viaje al país de las hadas". Eso son estos libros.

lunes, 16 de agosto de 2010

Doré, imaginación y sueño

Ayer, en la Feria del Libro de Bogotá, me encontré con este ejemplar de "Las Cruzadas" con las ilustraciones de Gustave Doré, a un precio excelente y, sin dudarlo, lo adquirí. El libro reúne cien ilustraciones que hizo este artista, ilustrador y grabador francés del siglo XIX (Paul Gustave Doré, Estrasburgo, Francia, 6 de enero de 1832 – París, Francia, 23 de enero de 1883) para una historia de las cruzadas. Los textos que acompañan las ilustraciones en este ejemplar, de Francisco Caudet Yarza y María José LLorens Camp (Edimat Libros, España) no son muy buenos, son algo confusos, aun cuando debemos reconocer que no resulta fácil resumir en pocas páginas una historia tan compleja como la de esta "guerra santa" adelantada por la recuperación de Jerusalem y del Santo Sepulcro de manos de los musulmanes, que se inició en el año 1095 y se dio por terminada en 1270.
Muchas personas participaron en las cruzadas buscando a Cristo, siguiendo sus pasos, con una fe que no admitía dudas, con los dogmas que la Iglesia Católica sembró en los hombres del medioevo y con los que quiso dominar al mundo.  Otros partieron guiados por la ambición, por ansias de poder y de riquezas, y en la Tierra Santa perpetuaron sus disputas, cometieron atropellos, atrocidades y vejámenes en los pueblos del oriente, quienes defendieron sus tierras y su religión con igual ferocidad.
 En sus ilustraciones, Doré imagina, un poco irónicamente a mi modo de ver,  la luz de Cristo girando sobre los cruzados, y al tiempo nos muestra los miles de muertos que estas ilusiones medievales ocasionaron y la crueldad de la guerra.  
Doré es un romántico,  no sólo por la época en la que vivió, sino también por su imaginación desbordada, por su preciosismo, su mezcla de símbolos cristianos y mitos antiguos, y su tendencia hacia los modelos clásicos.
El romanticismo, en literatura, es el estilo de Blake, Coleridge, Wordsworth, Keats, Walter Scott, Novalis, Rousseau, entre otros.
Y románticas son las historias de las cruzadas, de los caballeros de la Orden del Temple, de los caballeros de Jerusalem, del Santo Grial, de Saladino y Ricardo Corazón de León, con su capacidad de evocar las gestas heroicas de otros tiempos, magnificadas por la literatura y el arte por encima de su realidad.
Doré ilustró, también, escenas de La Divina Comedia, la Biblia, El Paraíso Perdido y El Quijote, entre muchas otras, dejándonos miles de ilustraciones y grabados que recogen su visión del mundo y complementan  con sus sueños el universo de los creadores.

NOTA: Para saber algo más de las cruzadas, remito a la obra de Robert Payne, "El sueño y la tumba", Historia de las Cruzadas, Ediciones Península, Barcelona.
En la página http://dore.artpassions.net/ se encuentran publicadas muchas ilustraciones de Doré.


domingo, 8 de agosto de 2010

Schwob, el maestro

VIDAS IMAGINARIAS. LA CRUZADA DE LOS NIÑOS
Marcel Schwob


En el Prefacio a sus Vidas Imaginarias, dice Schwob que "la ciencia histórica nos deja en la incertidumbre sobre los individuos", y que, desafortunadamente, los biógrafos han creído ser historiadores, privándonos así de retratos admirables. Es lo que Marcel Schwob (André Marcel Meyer, Chaville 1867- París 1905) hace en este maravilloso libro de relatos, contarnos esos detalles, reales o imaginarios, de personajes históricos, reales y no tan reales, esas minucias que ocultan la historia y las biografías y que nos devuelven "las existencias únicas de los hombres, tanto si fueron divinos, mediocres o criminales": Empédocles, filósofo, supuesto dios que curaba enfermos y recitaba versos al modo homérico; Séptima, la esclava africana enamorada de un joven libre, a quien quiso encantar con la ayuda de su hermana muerta; Lucrecio el poeta, envenenado por una mujer cuyas sonrisas "brotaban de una fuente profunda y tenebrosa como los ríos de Africa". Petronio el novelista "que olvidó completamente el arte de escribir en cuanto vivió la vida que había imaginado"; Clodia la matrona impúdica, Pocahontas, la princesa Potomac casada con un inglés que no era John Smith; el capitán Kid, e incluso Sufrah, un geomántico de la historia de Aladino, que descubrió el secreto de la inmortalidad de Salomón.
Schwob, un escritor del siglo XIX, nos habla con un lenguaje actual, culto, imperecedero, y leyéndolo, encontramos en su prosa las líneas que guiaron a Borges en su literatura; inevitablemente recordamos la Historia Universal de la Infamia, con su estela de personajes inquietantes como Lázaro Morell, capitán de "puebladas negras que soñaban ahorcarlo", como la viuda Ching, pirata "de ojos dormidos y sonrisa cariada", o el "incivil maestro de ceremoniasKotsuké no Suké", entre otros.
En La Cruzada de los Niños, a través de ocho relatos, Schwob dibuja con implacable y hermosa claridad cómo fue esa travesía de siete mil niños que, siguiendo unas voces, quisieron llegar a Jerusalem en el año de 1212. Borges prologó la edición de 1949 de esta obra, y escribió entonces: "En ciertos libros del Indostán se lee que el universo no es otra cosa que un sueño de la inmóvil divinidad que está indivisa en cada hombre; a fines del siglo XIX, Marcel Schwob -creador, actor y espectador de este sueño- trata de volver a soñar lo que había soñado hace muchos siglos, en soledades africanas y asiáticas: la historia de los niños que anhelaron rescatar el sepulcro. No ensayó, estoy seguro, la ansiosa arqueología de Flaubert; prefirió saturarse de viejas páginas de Jacques de Vitry o de Ernoul y entregarse después a los ejercicios de imaginar y de elegir. Soñó así ser el papa, ser el goliardo, ser los tres niños, ser el clérigo...".
La historia de los niños cruzados es  real, pero Schwob la enriquece con ocho voces,  oraciones vanas,  algunas, otras, visiones ingenuas, asunciones de culpas, una acusación final al mar que se los tragó, y una herida en la fe: "Dios no se manifiesta"..."¡Oh locura pueril la de invocar su ayuda! Todo mal y toda prueba sólo residen en nosotros".
Schwob murió joven, a los 37 años de edad, pero vivió intensamente; admiró a Robert Louis  Stevenson, al punto de ir a visitar su tumba en Samoa (admiración que Borges compartió),  la poesía  de Walt Whitman y al poeta medieval François Villón, sobre quien escribió en su obra "Espicilecio". Fue amigo de escritores y poetas de su época, como Anatole France, Paul Claudel, Paul Valery, y Goncourt le dio el título de "el más maravilloso resucitador del pasado", a propósito de sus Vidas Imaginarias. Vale la pena volver a este fascinante autor, maestro de maestros y después, repasar a Borges una vez más y, por qué no,  a Pierre Michon.


Fuentes:
Schwob, Marcel: Vidas Imaginarias. La Cruzada de los Niños. Editorial Valdemar, 2003
Schwob, Marcel: La estrella de madera, Introducción y traducción de Luis González Platón, Editorial Sequitur, Madrid, 2009
Borges, Jorge Luis: Historia Universal de la Infamia, Biblioteca Borges, Alianza Editorial, Madrid, 1999
http://lectoresaudaces.blogspot.com/2010/02/sonar-el-paris-medieval-de-la-mano-de.html
http://www.elfantasmadelaglorieta.com/11_marcel_scwob.htm#Prólogo
http://www.temakel.com/litschwob.htm

lunes, 26 de julio de 2010

La Montaña Vieja de los Incas

Por la estrecha orilla del río Urubamba, vamos de Cusco a Aguas Calientes, camino a Machu Pichu, en un tren obsoleto que se bambolea en las curvas, como si le costase mantener el equilibrio. Vamos en busca de la ciudad de piedra que todavía se esconde entre los pliegues de una cordillera abrupta, nevada, que guarda congelado en el silencio el rastro ya perdido del puma y del inca.
Es fácil imaginarse el lento cabalgar por la orilla del río de una hueste invasora, vestida de hierro y terror, mirando de soslayo las altas paredes verticales de las montañas  por donde se descuelgan cortinas de flores amarillas, envueltos en el ruido del agua y en el canto  de pájaros invisibles, sin saber hasta qué punto es canto, silbido de flecha o señal humana. Escuchamos el eco de los cascos, lentos, profundos, perdiéndose en las gargantas de la cordillera. Una grieta en la pared, una sombra, un perfil indígena aflora entre las piedras, y cargamos con ellos esa pesada sensación de estar siendo observados desde la espesura.

Nunca encontraron estos invasores la ciudad de piedra. Dicen que el último inca rebelde, Manco Inca, hizo cerrar los caminos que a ella conducían, y trasladó tesoros y personas a Vilcabamba, la otra ciudad perdida que buscaba Hiram Bingham en 1911 cuando se topó con Machu Pichu.
Machu Pichu, "montaña vieja": Escaleras de piedra, encaje rocoso en el borde de la selva, joya de la cordillera, viento y niebla y  soledad. El inca amarraba al sol, Intihuatana,  en la piedra que algunos creen que es un reloj, mas no lo es, no mide el tiempo, sólo retiene al sol, Inti, deidad venerada en los cuatro confines del Tawantinsuyu.


Templo al Sol, Machu Pichu
Dientes de roca, puñales de hielo, oquedades, precipicios, guardan aún los antiguos caminos. El imperio inca hace mucho dejó de existir, aplastado por aquellos que vinieron de allende el mar y nos dejaron iglesias cristianas y conventos construidos con las piedras de los templos del sol, en Cusco, corazón sagrado del imperio; nos dejaron el lenguaje, el mestizaje y un orgullo que vibra en la voz de quienes nos hablan ahora de Machu Pichu, y pronuncian los viejos nombres con emoción y respeto en la sonora lengua quechua que no ha muerto. 
Intihuatana
Coricancha, Cusco, Convento de Santo Domingo levantado sobre el Templo del Sol
Partimos con el sol cayendo sobre el borde de las montañas. Como en el verso de Neruda, dejamos "que el tiempo cumpla su estatura en su salón de manantiales rotos, y, entre el agua veloz y las murallas," recogemos "el aire del desfiladero,  las paralelas láminas del viento, el canal ciego de las cordilleras, el áspero saludo del rocío,"  y subimos, "flor a flor, por la espesura, pisando la serpiente despeñada."

lunes, 12 de julio de 2010

Esas Vidas Minúsculas

VIDAS MINÚSCULAS
Pierre Michon
Editorial Anagrama


Este libro de relatos fue el primero que publicó Pierre Michon en 1984, cuando tenía 38 años de edad, libro premiado con el France-Culture de ese año. No tiene la levedad poética de las "Mitologías de Invierno", pero sí ese adentrarse en la historia para rellenar sus vacíos con ficción, ese imaginarse lo que pudo ser, lo que se pudo decir o soñar, lo que nos recuerda a Borges e, inevitablemente, a Schwob; sólo que aquí se trata de vidas de personas que no fueron importantes para la Historia o para el mundo, vidas anodinas de seres comunes y corrientes que, por la palabra del escritor, pasan a ocupar un lugar en la eternidad literaria.
Michon nos habla de las vidas de esos abuelos paternos a quienes se culpa por el abandono del padre, vidas reivindicadas ahora en el relato, con su carga de remordimientos y arrepentimientos mudos, cuando ya es tarde. Del huérfano enviado a la granja de los abuelos a trabajar por comida, ropa y cariño, que parte a Africa buscando un sueño que no se cumplirá recordando tal vez la historia de Rimbaud, y a quien la abuela recuerda imaginándole una vida tal vez próspera y un violento final. "¿Quién, -se pregunta el autor- "si yo no lo hiciese constar aquí, de acordaría de André Dufourneau, falso noble y campesino desnaturalizado, que fue un niño bueno, quizás un hombre cruel, tuvo deseos poderosos y no dejó huella más que en la ficción que elaboró una vieja campesina difunta?". 
La vida de los hermanos Bakroot, o del hijo que abandona la casa y le inventan un futuro mejor para justificar su ausencia,  o de una niña muerta que se convierte en ángel dejando perplejo al biógrafo, niño entonces también, quien no logra entender por qué hay que morir para ser un ángel.
Ocho relatos componen este libro con los cuales Michon desea profundamente "que la muerte de Duforneau sea menos definitiva porque Élise lo recordó o lo inventó; y que la de Élise sea aliviada por estas líneas. Que en mis veranos ficticios, su invierno vacile. Que en el cónclave alado que tiene lugar en Cards sobre las ruinas de lo que hubiera podido ser, ellos sean".
Relatos que deben leerse despacio, abandonándose a la magia de las palabras y las largas frases elaboradas,  en los que Michon hace realidad  ese íntimo deseo de todos de dejar una huella de nuestro paso por el mundo, que alguien nos recuerde, que pronuncie nuestro nombre alguna vez aún si no nos conoció; entonces, habrá valido la pena vivir.

miércoles, 7 de julio de 2010

Homenajes Tardíos

En estos días andan por Perú, Ecuador, Venezuela y Colombia, los "restos simbólicos" de Manuela Sáenz, recibiendo homenajes que, tal vez,  intentan reparar el trato que recibió cuando vivía. En el mes de mayo de 1830, Simón Bolívar abandonó Bogotá pretendiendo marchar al exilio, enfermo, apesadumbrado y decepcionado por las luchas partidistas, las insurrecciones, la ingratitud, y por los mezquinos intereses de poder que dieron al traste con la Gran Colombia que él soñaba. La vida le alcanzó hasta el 17 de diciembre en Santa Marta.  
Ese mismo año, Manuela es expulsada de Bogotá y confinada por un tiempo  en Guaduas. Regresa a Bogotá y, en 1834, acusada de participar en una conspiración contra el general Santander,  es obligada a abandonar Colombia; va a Jamaica un  tiempo, y de allí a Guayaquil, mas el presidente ecuatoriano de entonces le niega la entrada al país.
Sólo Perú, que también la había expulsado unos años antes, le brindó refugio, y escogió  la costa desolada de Paita, en donde murió de difteria en 1859, pobre e inválida; sus escasas pertenencias, incluyendo la correspondencia con Bolívar, fueron quemadas para evitar el contagio, y sus huesos terminaron en una fosa común.  De ahí que no se encontrase ni "el polvo de sus huesos".
Triste final para quien fuese alguna vez condecorada por el General José de San Martín con la "Orden de Caballeresa del Sol" (1821), por sus servicios a la causa libertadora;  para quien, luego de la noche septembrina, fuese denominada "la libertadora del Libertador"; defensora acérrima de los ideales de Bolívar y enemiga declarada de los enemigos del general.

El poeta Pablo Neruda le canta:

Tú fuiste la libertad,
libertadora enamorada.
Entregaste dones y dudas,
idolatrada irrespetuosa.
Se asustaba el búho en la sombra
cuando pasó tu cabellera.
Y quedaron las tejas claras,
se iluminaron los paraguas.
Las casas cambiaron de ropa.
El invierno fue transparente.
Es Manuelita que cruzó
las calles cansadas de Lima,
la noche de Bogotá,
la oscuridad de Guayaquil,
el traje negro de Caracas.
Y desde entonces es de día.

El poema de Neruda a Manuelita Sáenz, "La Insepulta de Paita", es hermoso, soberbio y triste a la vez. El poeta va a buscar a aquella cuyas piernas "anidaron el imperioso fuego del Húsar, del errante Capitán del camino, las piernas que subieron al caballo en la selva y bajaron volando la escala de alabastro". Busca su "pequeña mano morena", sus "delgados pies españoles", sus "caderas claras de cántaro" y sus venas "por donde corrían viejos ríos de fuego verde"; pero sólo encuentra arena y soledad. El poeta no comprende este exilio, este triste orgullo de Manuela. "Por qué esta luz desamparada? ¿Por qué esta sombra sin estrellas? ¿Por qué Paita para la muerte?" "¡Ay amor, corazón de arena!"

Afortunadamente el poeta se anticipó en su homenaje a Manuelita Sáenz, ya que el reconocimiento de los países por donde ella anduvo con el Libertador apenas llega ahora, algo tardío. Lo acepto como un paso para evitar el olvido de su nombre en la memoria de los pueblos con cuya independencia contribuyó.

Así no tenga tumba,  la poesía guarda un epitafio:

"Ésta fue la mujer herida:
en la noche de los caminos
tuvo por sueño una victoria,
tuvo por abrazo el dolor.
Tuvo por amante una espada"

Alguna Bibliografía:
Pablo Neruda: Cantos Ceremoniales, Editorial Losada, Buenos Aires, 2a edición, 1972.
Eugenia Viteri: Manuela Sáenz, Comisión Nacional de Conmemoraciones Cívicas, Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, Quito, Ecuador, 2003, en www.consuladoecuadorsj.com/pdf/manuelasaenz.pdf
Fotografía de una calle de Paita, Perú, de 1885, tomada de http://www.paitavirtual.com/

lunes, 28 de junio de 2010

Los huecos de la Historia

MITOLOGÍAS DE INVIERNO. EL EMPERADOR DE OCCIDENTE
Pierre Michon
Editorial Alfabia

Hace poco descubrí al escritor  francés Pierre Michon con la lectura de este hermoso libro;  con  un lenguaje conciso y poético va llenando con literatura lo que la historia calla, o ignora, o ha olvidado,  esos vacíos en la vida de personajes que alguna vez fueron reales, esos espacios de los que no sabemos nada. Ante ello, no queda otro recurso que  la imaginación, con lo que todo queda convertido en historia, o todo en ficción, y todo, inevitablemente, en memoria. "Pasado o pura ficción, ficción pura puesto que es pasado", dice Michon.
La obra está conformada por breves relatos,  sobre Brigit, hija del rey pagano de Irlanda, Leary, y su decisión de morir para ver la cara de Dios, única manera, según el abad Patricio, de ver al prometido de todas las muchachas del mundo. Sobre  Columbkill, quien hace una guerra para poseer un salterio y, luego de obtenerlo, ve que el libro no está en el libro, y que "el cielo es un antiguo lugar azul bajo el cual estamos desnudos". Leeremos cómo se gesta la leyenda de una santa, y de la amistad que surge entre  Aecio, futuro vencedor de Atila en los Campos Cataláunicos, y el emperador fantoche Prisco Atalo, quien le cuenta su vida, real o imaginada, mientras contemplan el mar frente a Lipari, y otras historias minúsculas de personajes olvidados o por cuyas vidas los historiadores pasan de manera tangencial. El epígrafe del libro nos resume su infinito contenido: "Gracias a la enseñanza del Sutra del Loto, sabemos que también existe la bahía de Naniwa en la Provincia de Tsu", Jien, escuela Tendai, siglo XII.
La obra de Pierre Michon (Cards, 1945), considerado por la crítica como uno de los autores franceses de obligada referencia en las letras contemporáneas, hay que leerla despacio, deteniéndose en las palabras para degustarlas, deleitándose en las imágenes que va creando mientras nos crea o recrea una historia, esos instantes congelados en los libros de que habla  en el  prólogo de sus Mitologías, pero que conservan un poco de vida fresca, "garante de nuestra existencia y nuestra libertad".

Algunos  referentes históricos de los personajes:
Patricio, más tarde San Patricio, primer santo de Irlanda. Columbkill: también santo patrono de Irlanda, el segundo en importancia, 521-597.
Flavio Aecio: general romano que venció a Atila en los  Campos Cataláunicos en el 451. Se le conoce como el último de los romanos, pese a que su padre, Gaudencio, era escita (Europa Central). Fue asesinado por el emperador Valentiniano III, quien temía una conjura para destronarlo.
Prisco Atalo: Senador romano impuesto como emperador por los reyes visigodos Alarico en 404 y Ataúlfo en 414, contra el emperador Honorio, y exiliado a las Islas Lipari.

domingo, 20 de junio de 2010

Memorial del Maestro

MEMORIAL DEL CONVENTO
José Saramago
Editorial Alfaguara

De los libros que he leído de José Saramago (1922-2010), el que más me gusta es éste, Memorial del Convento, por su imaginación desbordada, por la riqueza de su vocabulario, por esa fina ironía para tratar los temas de Dios  -"contradicción insoluble"-, de la religión "que le  han hecho",  del protocolo real y eclesiástico para asombrar a la gente del común;  por su estilo poético, al tiempo caviloso con el lector, y por los diálogos sin guiones ni espacios ni cambios de líneas, que tornan más dinámicos a los personajes.
La historia que narra es maravillosa y dura al tiempo, por el contraste entre los que todo lo tienen y los que no tienen nada, sino pesares y hambre. El rey Juan V de Portugal (1706-1750) ha prometido construirle un convento a la comunidad religiosa que le asegure, con sus rezos suponemos, un heredero, pues de la reina María Ana Josefa de Austria  se murmura en la corte que es muy probable "que sea machorra", ya que de las virtudes viriles del rey no se puede dudar. La intermediación con Dios la asegura un fraile franciscano, si se construye un convento en Mafra. El rey acepta, y la reina concibe una niña, luego un varón que muere a los pocos meses, y luego más hijos hasta completar seis; la reina resulta ser una "devota paridora que vino al mundo sólo para eso".
Al tiempo que empiezan las obras del convento, el cura Bartolomé Lorenzo, luego de Guzmán al titularse como doctor en cánones, construye una máquina para volar, cuyo elemento secreto son las voluntades humanas recogidas en frascos en cuyo fondo hay un trozo de ámbar, y que suelen abandonar los cuerpos cuando mueren. Blimunda Sietelunas, hija de una mujer condenada al exilio en Angola por la Santa Inquisición por tener visiones del futuro,  tiene el don de mirar el interior de las cosas y de los hombres mientras esté en ayunas y no esté mudando el cuarto de luna. Ella será la encargada de recoger las voluntades que abandonen a los hombres durante la gran peste que azotará Lisboa. El padre Bartolomé le dice a Blimunda que la voluntad es como una nube cerrada que se posa sobre la boca del estómago.  La acompaña Baltasar Mateus, apodado el Sietesoles, soldado que volvió de las guerras con Francia sin la mano izquierda -que tampoco tiene Dios porque los justos siempre se sientan a su diestra y por tanto no necesita la izquierda- sin pensión y sin trabajo. 
La máquina vuela porque el sol atrae al éter, compuesto de las voluntades de los hombres que sostienen al cielo y  las estrellas; el éter atrae al ámbar y el ámbar a las láminas de metal; y así, salen volando un día de septiembre, huyendo el padre de la Inquisición que quiere preguntarle  por sus dudas sobre la Trinidad de Dios, y Baltasar y Blimunda por solidaridad, o porque no tienen a dónde ir.  La máquina cae con la noche, porque sin el sol no puede volar,  y el cura pretende quemarla en un arranque de locura, mas Baltasar se lo impide, pues no puede quemar un sueño y menos si es colectivo, anoto yo. 
Dice Saramago en esta obra mágica que "aparte de la conversación de las mujeres, son los sueños los que sostienen al mundo en su órbita". Y es de sueños de que trata el libro, sueños de libertad, sueños de justicia, sueños de igualdad, sueños de amor.
Ahora el Maestro se ha ido, pero nos ha dejado su voz, su exquisita literatura, su inconformismo con la religión que le han hecho a Dios, sus cuestionamientos al mismo Dios por no haber hecho a los hombres iguales, su poesía. Por todo ello, nunca morirá y, quién sabe, de pronto está ya sentado a la diestra de Dios, junto a los justos.

Fotografía: Basílica de Mafra, Nave Central, tomada de www.viajeuniversal.com/portugal/mafra...
José Saramago en Bogotá, tomada de http://www.ciudadviva.gov.co/agosto07/magazine/3/index.php