jueves, 29 de diciembre de 2011

Cuando el poder se corrompe...

LOS ASESINOS DEL EMPERADOR
Santiago Posteguillo
Editorial Planeta
2011


Año 96 después de Cristo, siglo I. El imperio romano decae gobernado por emperadores ineptos, crueles, despóticos que, por lo mismo, viven permanentemente con el miedo de ser asesinados en cualquier momento y lugar, rodeados de una creciente y altiva guardia pretoriana que campea a sus anchas. Tal el caso de Domiciano   (81-96), hijo del emperador Vespasiano (69 a 79) y hermano de Tito, también emperador (79-81), a quien sucede. Y en esa marea de sangre y terror, sobrevive el que mantenga un bajo perfil, aquel cuya sombra no se acerque a la del emperador, como  Marco Ulpio Trajano, senador hispánico, jefe de las legiones del Rin y del Danubio, quien se ocupa de mantener a germanos, dacios, catos y demás pueblos bárbaros a raya en las frías fronteras del norte del imperio. 
La conjura se urde en las sombras del palacio de los Flavios, Domiciano  es asesinado y en su lugar es designado Nerva por el Senado, un emperador anciano y débil a quien no obedece la guardia pretoriana. Nerva hace una jugada jurídica maestra gracias a la cual el Senado acepta como emperador a Trajano, pese a no ser romano. Pero el imperio hace agua, las fronteras están amenazadas y solo a este legatus obedecen y respetan las legiones y es el único capaz de poner orden y paz.
Esta monumental obra de Santiago Posteguillo narra, en un estilo ágil y cautivador, esa época caótica  y sangrienta de un imperio que camina ya hacia su decadencia definitiva y que levanta, mientras tanto, algunas de sus más grandes obras de arquitectura, como el anfiteatro, ese inmenso e intrincado coliseo en cuyas arenas cayeron gladiadores, esclavos, cristianos, fieras, coreados por los gritos enardecidos de una multitud hambrienta de circo. 
Una época de emperadores crueles que, como dice Will Durant, "se hundieron porque estaban encima de la ley; se convirtieron en menos que hombres porque el poder los había hecho dioses" (César y Cristo, Tomo I). 
Santiago Posteguillo es filólogo, lingüista, doctor europeo por la Universidad de Valencia y profesor en la Universidad Jaume I de Castellón; estudió literatura creativa en Estados Unidos y es autor de más de setenta publicaciones académicas; en 2006 publicó su primera novela Africanus, el hijo del cónsul, seguida de Las Legiones Malditas (2008) y La Traición de Roma (2009), que conforman una trilogía. En 2008 quedó finalista del Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza con Las Legiones Malditas, y en 2009 obtuvo el premio de Mejor Novelista Histórico Hislibris  por La Traición de Roma. (Datos tomados de www.santiagoposteguillo.es).
La obra cuenta, además, con mapas, genealogías, diccionario de las palabras en latín utilizadas en la novela, e ilustraciones de las distintas clases de gladiadores que combatían en la arena del circo. Una excelente novela para quienes gusten de la literatura y de la historia.
Imagen del coliseo tomada de estudiaronline.org

sábado, 3 de diciembre de 2011

Memoria y Nostalgia en Borges

LITERATURAS GERMÁNICAS MEDIEVALES   
Jorge Luis Borges
Con María Esther Vázquez
Alianza Editorial
Primera Reimpresión, 2000


Historia y Literatura, historia de la literatura, una mezcla que en las palabras de Borges se vuelve magia, y que se suma a la magia pagana de los antiguos pueblos germanos (suecos, noruegos, godos, daneses, conocidos también como vikings), pueblos  "del mar y de la selva" que invadieron otras tierras, trasplantando su cultura y su idioma, y conservando "la memoria y la nostalgia" de sus regiones.
Borges aquí nos cuenta cómo fue naciendo el idioma inglés y la poesía de la Inglaterra sajona; nos habla de las primeras obras literarias alemanas y escandinavas, el Beowulf, Los Nibelungos, las Sagas y las Eddas,  y la posterior influencia que la cristianización fue teniendo en la literatura medieval de estos pueblos; también nos habla de cómo unos idiomas hechos para la guerra fueron transformándose para abrirle espacio a la poesía y a hermosas metáforas.
Así, encontramos esa maravillosa anécdota sobre el obispo godo Ulfilas, cuya gran obra fue la traducción visigótica de la Biblia, para lo cual primero "hubo de crear el alfabeto en que la escribiría" y que omitió los cuatro Libros de los Reyes para no excitar el sanguinario espíritu de los bárbaros.
O la historia de Beda el Venerable, quien murió al terminar de dictar la traducción al anglosajón del evangelio de San Juan. Dice Borges: "Es hermoso pensar que murió traduciendo -es decir, cumpliendo la menos vanidosa y la más abnegada de las tareas literarias- y traduciendo del griego, o del latín, al sajón, que, con  el tiempo, sería el vasto idioma inglés".
Borges era un enamorado del idioma inglés, de las antiguas leyendas, de Nortumbria, de Thule, de las runas, de los hexámetros y del río del tiempo. 
Como anota Martín Arias en el prólogo a su libro Borges Profesor, en el cual recogió las clases de literatura inglesa que dictó en 1966 en la Universidad de Buenos Aires, "En su análisis de los textos sajones [...] Borges se abandona con frecuencia a la narración pura, olvidando su rol de profesor, acercándose más bien al antiguo narrador oral. Refiere historias contadas por otros hombres, por otros hombres muy  anteriores a él, y lo hace con absoluta fascinación, como si cada vez que repite un relato lo estuviera descubriendo por primera vez".
Esa fascinación la encontramos, por ejemplo, en su poema Islandia, en Historia de la Noche

Qué dicha para todos los hombres,
Islandia de los mares, que existas.
Islandia de la nieve silenciosa y del agua ferviente.
[...]
Isla del día blanco que regresa,
joven y mortal como Baldr.
Fría rosa, isla secreta
que fuiste la memoria de Germania
y salvaste para nosotros
su apagada, enterrada mitología,
el anillo que engendra nueve anillos,
los altos lobos de la selva de hierro
que devorarán la luna y el sol,
la nave que Alguien o Algo construye
con uñas de los muertos.
[...]
Islandia de la espada y de la runa,
Islandia de la gran memoria cóncava
que no es una nostalgia.

Leer a Borges siempre será una novedad, siempre encontraremos una metáfora, una imagen, una recreación del mundo, una leyenda, una mitología, un rumor de cosas antiguas, y la memoria, ése laberinto, convertido en verso queriendo combatir la fugacidad del tiempo y de las cosas.