sábado, 30 de septiembre de 2017

El arte de viajar

UNA VIAJERA POR ASIA CENTRAL
Lo que queda de mundo
PATRICIA ALMARCEGUI
Edicions Universitat de Barcelona
Periodismo Activo


Viajar es exponerse al mundo, al cambio. Pero también es abrirse al mundo, dejar que entre en nosotros, permitir que nos cambie; incorporar otra luz, otro cielo, otras estrella  y otras formas de ver la vida a nuestra memoria.

"Viajar para dejar que lo imprevisto ocupe el lugar que le corresponde", dice Patricia Almarcegui (Zaragoza, 1969) en este hermoso libro sobre un viaje que hizo, sola, a Uzbequistán y Kirguistán, por la antigua Ruta de la Seda.

Taskent, Jiva, Samarcanda...nombres mágicos. "Quien ama el viaje sabe del poder que tienen los nombres. Hay lugares que solo con nombrarlos o citarlos la imaginación explota y genera imágenes mágicas y sueños suspendidos...Samarcanda es uno de esos nombres", Samarcanda, la antigua ciudad que Tamerlán convirtió en su capital.
Samarcanda, en logitravel.com


Bujará, cuya luz de la tarde le dará el color con la que la soñará a partir de entonces. 

Ak Su y el lago Song Kul, en donde las palabras no son suficientes para describir su belleza.
Lago Song Kul

En el viaje confluyen el cansancio, el miedo, la dificultad de comunicarse, con la poesía y la belleza, dejando al final un recuerdo indeleble, experiencias y mucha vida,  una nueva mirada del mundo y de las propias cosas, el deseo de volver para visitar los sitios que se ha amado, y de divulgar la belleza con la voz o la escritura, como dice Jamí, poeta sufí del siglo XV:
"Mira dónde crece el tulipán en altas praderas,
cómo en la fragante primavera
se engalana; y cómo entre sus espinas
la rosa silvestre desgarra su vestido y revela su belleza.
Tú también, cuando un raro pensamiento,
o bella imagen o profundo misterio
destelle en tu alma, no puedes permitir
dejarlo pasar, sino sostenerlo, que quizá
con la voz o la escritura lo divulgues
para encantar al mundo".

Patricia Almarcegui es escritora y profesora de literatura comparada, profesora invitada en las universidades Americana de El Cairo, Sorbona y París IV. Colabora en La Vanguardia, eldiario.es y el suplemento cultural ABC. Dentro de sus obras están Escuchar Irán, Alí Bey y los viajeros europeos a Oriente, El Pintor y el Viajero, El sentido del viaje (Premio de Ensayo Fray Luis de León 2013), La memoria del cuerpo.
Fotografía tomada de eldiariodearagón.com


La autora parte de sus diarios de viaje en donde va recogiendo sus impresiones. Dice: "Transcribirlos me ha devuelto la ilusión de un tiempo real, asistir como un personaje a mi tiempo pasado. Nunca habría pensado que escribir el viaje fuera un ejercicio de tal intimidad. Aquí está mi forma de mirar, de reflexionar. Porque viajar es mirar, y redactarlo, descubrir cómo se movió una viajera por el mundo. Las experiencias no finalizan cuando se escriben sino cuando se leen, se escuchan." (compartelibros.com)

Pienso que las experiencias del viaje duran toda la vida, porque nos cambian, y al volver ya nada es igual. El mundo se ha ampliado, nuestros ojos han cambiado la forma de mirar al otro, al paisaje, a las cosas. Volvemos más sabios, como en el maravilloso poema de Cavafis:


Ítaca

"Cuando emprendas tu viaje a Itaca 
pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias. 
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al colérico Poseidón, 
seres tales jamás hallarás en tu camino, 
si tu pensar es elevado, si selecta 
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. 

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al salvaje Poseidón encontrarás, 
si no los llevas dentro de tu alma, 
si no los yergue tu alma ante ti. 


Pide que el camino sea largo. 
Que muchas sean las mañanas de verano 
en que llegues -¡con qué placer y alegría!- 
a puertos nunca vistos antes. 
Detente en los emporios de Fenicia 
y hazte con hermosas mercancías, 
nácar y coral, ámbar y ébano 
y toda suerte de perfumes sensuales, 
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. 
Ve a muchas ciudades egipcias 
a aprender, a aprender de sus sabios. 


Ten siempre a Itaca en tu mente. 
Llegar allí es tu destino. 
Mas no apresures nunca el viaje. 
Mejor que dure muchos años 
y atracar, viejo ya, en la isla, 
enriquecido de cuanto ganaste en el camino 
sin aguantar a que Itaca te enriquezca. 


Itaca te brindó tan hermoso viaje. 
Sin ella no habrías emprendido el camino. 
Pero no tiene ya nada que darte. 


Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. 
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, 
entenderás ya qué significan las Itacas."


C. P. Cavafis. Antología poética. 
Alianza Editorial, Madrid 1999. 


Edición y traducción, Pedro Bádenas de la Peña

sábado, 16 de septiembre de 2017

Pensar mejor para vivir mejor

LA FELICIDAD, DESESPERADAMENTE
André Comte-Sponville
Editorial Paidós



Este maravilloso y pequeño libro recoge la conferencia dictada por el autor el 18 de octubre de 1999 en el marco de los Lundis Philo del Piano’cktail de Bouguenais, centrada en “la cuestión de la felicidad, de la vida buena, de la sabiduría”. 

Repasa las ideas de los antiguos griegos, de Spinoza, de Pascal, de Montaigne. De Epicuro toma la definición de filosofía: "es una actividad que, mediante discursos y razonamientos, nos procura la vida feliz”. Se trata -dice Comte-Sponville- "de pensar mejor para vivir mejor"; la felicidad como objetivo, con la verdad como camino, sin mentirse sobre la vida, sobre uno mismo. 
Epicuro (-341 a -271)

La sabiduría es necesaria porque no somos felices. "Los hombres mueren, y no son felices", dice Albert Camus. Y ése es el punto de partida de la disertación de Comte-Sponville, “no somos felices, o no lo somos suficiente, o demasiado excepcionalmente. Pero ¿por qué?” [...] “¿Qué nos falta para ser felices, cuando lo tenemos todo para serlo y no lo somos? Nos falta la sabiduría”, una sabiduría de todos los días, un "saber vivir", un aprender a vivir "antes de que sea definitivamente tarde".

Todos deseamos ser felices, luego hay que partir del deseo, que no es carencia, como decía Platón, porque mientras deseemos lo que nos falta, está descartado que seamos felices", porque si el deseo es carencia, "la carencia es un sufrimiento”. Si se espera tener lo que se desea para ser feliz, se cae en "las trampas de la esperanza": se desea, se obtiene lo que se desea, y llega el aburrimiento, y otra vez la esperanza. Comte-Sponville propone que, para librarse de ese ciclo de esperanza, decepción, angustia y aburrimiento, debemos “tratar de liberarnos de la misma esperanza”.

Algunos filósofos, dice,  han desestimado dos "pequeñas cosas": el placer y la alegría.“Hay placer, y hay alegría, cuando deseamos lo que tenemos, lo que hacemos, lo que es: hay placer, y hay alegría, cuando deseamos lo que no nos falta”.

Además, confunden el deseo y la esperanza. Toda esperanza es un deseo; pero no todo deseo es una esperanza”. [...] “una esperanza es un deseo que se refiere a lo que no tenemos, o a lo que no es, es decir, un deseo que carece de objeto”; y “es un deseo que ignora si es o si será satisfecho”, y "cuya satisfacción no depende de nosotros". Es esta la diferencia entre esperanza y voluntad. “De ahí la bella máxima de Séneca, que en sustancia escribe a su amigo Lucilio ...: «Cuando hayas desaprendido a esperar, te enseñaré a querer». Es decir, a actuar, puesto que querer y hacer son una sola y misma cosa”.
Fotografía tomada de
blogdejuanpardo.blogspot.com
“El contrario de esperar no es temer; el contrario de esperar es saber, poder y gozar. Es también lo que llamamos «felicidad», que sólo existe en el presente (no la felicidad fallida, sino la felicidad en acto). Es también lo que llamamos «amor», que sólo se refiere a lo real”.
“ Sólo esperamos lo que no es; y sólo amamos lo que es.”

La desesperación es, entonces, “el grado cero de la esperanza, la pura y simple ausencia de esperanza”. Alcanzarla implica un trabajo, una dificultad, “Un «esfuerzo», decía Spinoza, que nos haga menos dependientes de la esperanza”. El sabio ya no aguarda ni espera nada, porque es plenamente feliz, nada le falta; tiene serenidad, ya no teme. La sabiduría es la serenidad, la falta de temor, “está salvado, aquí y ahora salvado. En esta vida. En este mundo”.

“Se trata de habitar este universo que es el nuestro, o mejor, que nos contiene, donde no hay nada que creer, pues todo está por conocer, y donde no hay nada que esperar, puesto que todo está por hacer o por amar.”

El autor reconoce que esta idea otros ya la expresaron, pero no hemos sabido verla. Dice: “al hojear un libro de Mircea Eliade, encontré una cita del Sâmkhya-Sûtra, que citaba a su vez el Mahâbhârata, el libro inmemorial de la espiritualidad india: «Sólo es feliz el que ha perdido toda esperanza, pues la esperanza es la mayor tortura y la desesperación la mayor felicidad”.

Suena simple, fácil, pero no lo es. Implica des-aprender para llegar a ese “desear lo que sí depende de nosotros (es decir, de aprender a querer y a actuar)", a  "aprender a desear lo que es (es decir, a amar), mejor que desear siempre lo que no es (esperar o echar de menos)”.

No se trata" -concluye- "de prohibirse esperar, ni de esperar la desesperación. Se trata, en el orden teórico, de creer un poco menos y de conocer un poco más. En el orden práctico, político o ético, se trata de esperar un poco menos y de actuar un poco más. Por último, en el orden afectivo o espiritual, se trata de esperar un poco menos y de amar un poco más”.

André Comte-Sponville (París, 1952) es filósofo y ensayista,  "doctor en Filosofía por 
L´École Normal Superieur, y fue profesor de la Universidad de La Sorbona. Se inició en la escritura en 1988 al tiempo en que colaboraba en diversos periódicos. Es miembro del Comité Consultivo Nacional de Ética y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Mons-Hainaut." (lecturalia.com). Entre sus muchas obras están: El mito de Ícaro: tratado de la desesperanza y la felicidad, Invitación a la filosofía, Pequeño tratado de las grandes virtudes, La feliz desesperanza, Montaigne y la filosofía, Esta cosa tierna que es la vida.