domingo, 28 de febrero de 2010

La importancia de la palabra correcta

   ¡Por fin terminó el rollo del referendo! Y terminó como debía ser, con la declaratoria de inconstitucionalidad de la ley de convocatoria, una ley plagada de irregularidades desde sus mismos comienzos, la más peligrosa de las cuales era la financiación por fuera de los límites legales. Si este punto se pasaba por alto, cualquier persona con dinero podía comprar un referendo y cambiar la Constitución a su acomodo.
    Aparte de las razones legales, es bueno recordar que el texto que supuestamente debía recoger la voluntad de los firmantes, decía una cosa distinta de lo que la gente entendió. En efecto, el texto que se ofreció a los firmantes, y que muy pocos leyeron, decía: "Quien haya ejercido la Presidencia de la República por dos periodos constitucionales, podrá ser elegido para otro periodo".
    Este texto exigía el ejercicio del segundo mandato; por tanto, el Presidente no podría postularse para un tercer mandato consecutivo en el 2010, sino en el año 2014.
    En el Senado de la República, entonces,  cambiaron el texto por éste otro: “"Quien haya sido elegido a la Presidencia de la República por dos periodos constitucionales, podrá ser elegido únicamente para otro periodo".
    Con éste, sí se habilitaba al Presidente actual para aspirar a un tercer mandato consecutivo, además de que era el único que podía cumplir la condición de haber sido elegido para dos períodos. Si no hubiese sido una norma con intención personalizada, habría sido más fácil decir que una persona podía ser elegida para Presidente de la República hasta por tres períodos, consecutivos o no. Pero no era ése el tema.
    El hecho indiscutible desde el punto de vista gramatical es que una cosa es haber ejercido un cargo, y otra es haber sido elegido para un cargo.    
 Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, ejercer, en una de sus acepciones, es  "practicar los actos propios de un oficio, facultad o profesión". Por su parte, elegir significa "nombrar por elección para un cargo o dignidad".
    Como dicen en mi tierra, no es lo mismo la gimnasia que la magnesia.
    De ahí la necesidad de cultivar el buen manejo del idioma, de utilizar el término correcto de los tantos que ofrece la lengua española, rica en vocablos, inflexiones verbales, sinónimos, antónimos y demás. Aún cuando suene anticuado, la gramática, la ortografía y la sintaxis no sólo son nuestra principal herencia cultural, sino una herramienta imprescindible para que las palabras digan lo que uno quiere que digan.
Por: Silvia Reyes Cepeda

sábado, 20 de febrero de 2010

CaRnAvAl, cArNaVaL

Una vez más llegó y pasó el Carnaval, como un viento que aligera el espíritu y revitaliza la sangre. Una vez más sale triunfante la vida, con el claro conocimiento de que la muerte es una parte inevitable de su ciclo.



Barranquilla: cielo azul, brisa y color; cumbia lenta con sabor a río y mar; frenesí vital con raíces ancestrales africanas; conjunción que recoge la elegancia del colono, y la cadencia y picardía heredadas de las sangres mezcladas durante siglos de mestizaje.



Joselito Carnaval murió, era de esperar; murió en su ley al cuarto día de parranda y ron. Fue debidamente llorado por sus viudas, deudos y acreedores,  lamentando más que todo el fin de  fiesta. No resucitará; revivirá dentro de un año; se depertará fresco y listo para reiniciar la rumba, porque la alegría no muere; sólo entra en reposo para recuperar fuerzas y seguir iluminando los días.

Fotografías: María Alejandra Gaona. Foto de Congos tomada de http://www.redcolombiana.com/
Texto: Silvia Reyes Cepeda

viernes, 5 de febrero de 2010

Dos poemas de Martha Cecilia Alonso

LOS AMANTES NO SE NOMBRAN

Los nombres de los amantes
son música cifrada
que abre secretas estancias del recuerdo.

El sabor de cada nombre
debe gustarse en silencio:
 
         Porque los nombres de las mujeres
         evocan huracanes de llanto
y los  nombres de los hombres, 
tempestades de sangre.


ORACIÓN DE MIS NOCHES
Para el primer amor imposible

Una vez inventé un beso.

Un beso largo...
expansivo y milimétrico
-minucioso dibujo de mis labios sobre tu piel-
inmenso beso que te recorría todo.

Un beso húmedo como el mar
que te envolvía de sal
y te bañaba.

Un beso de amor...
horizontal,
que no tenía límites escritos
ni lugar.

Era un beso infinito,
intemporal.
Un beso eterno
que no puedes olvidar
-si te despierta-
porque aún no lo termino de soñar.


MARTHA CECILIA ALONSO OSORIO, Barranquillera, Médica y Poeta: una excelente combinación.