jueves, 27 de septiembre de 2018

La vida escrita

UN CAMINO EN EL MUNDO
V.S. Naipaul
Editorial Debate


Un joven, descendiente de inmigrantes hindúes, abandona su natal isla de Trinidad para ir a estudiar a Oxford. Quiere ser escritor, pero no siente la necesidad de escribir; tampoco lee sino los escasos libros a los que le introdujo su padre y que se conseguían en Puerto España; los demás le resultaban extraños, ajenos a su experiencia e inasequibles a su comprensión (El Viaje, en El Enigma de la LLegada).

Sin embargo, se construye como escritor, primero queriendo alejarse de Trinidad, y al final volviendo a ella, pues de sus experiencias nacerían las historias, de la vida callejera de Puerto España. (Pasajero, en Un Camino en el Mundo). Su isla colonial le dio "el mundo como escritor", y fue el punto de partida de su conocimiento y de su autoconocimiento, como escribe en El Viaje.

La influencia de la vida en Trinidad, la recuperación del pasado y de su historia, desde  la aniquilación de los aborígenes por los españoles, la disputa de la isla con franceses e ingleses, todos queriendo hacer fortuna con haciendas azucareras y esclavos negros;  la frustrada y embaucadora revolución de Miranda, el fracaso de sir Walter Raleigh en la búsqueda del mítico El Dorado; el racismo, la exclusión, hasta llegar al conocimiento de sí mismo, hasta encontrar su propia identidad, su voz como narrador y sus historias. Estos son los temas de este libro  que se encuentran, también, en otros.

El narrador- protagonista en las obras de Naipaul es prolijo en las descripciones de los lugares, y de los sentimientos y emociones que le suscitan: miedo, incertidumbres, la soledad del extranjero en otra tierra y hasta en la suya propia. La mezcla de vivencias y de ficción hace difícil separar la historia narrada de la realidad y de los datos biográficos que se conocen del autor. Y es difícil, también,  sustraerse a la amargura posada en el fondo de los relatos, a un cierto resentimiento racial, a una implícita petición de cuentas al pasado colonial de la isla en la que le tocó nacer y vivir, y a una ausencia de felicidad. También sus libros reflejan su obsesión por el arte de la escritura, por la expresión perfecta; sobre una vida dedicada por entero a escribir.

En una entrevista con John Carlin dice: "[a] Al escribir ficción, tiene que existir una lógica interna. Uno debe tener personajes y una narración con un lógica que tal vez no exista en la vida real. No puede ser irracional. Se puede ser irracional en la no ficción, pero en la ficción hay que esforzarse para que tenga sentido. Debe haber lógica, orden, desarrollo: en eso consiste la narrativa. Porque la narrativa tiene una cualidad moral. Cuenta con una escala de valores, según la cual, si ocurre eso, éste es el resultado, y luego éste, y luego éste. Si uno escribe sobre Mobutu como dirigente político para un ensayo no necesita hacer eso. Sólo tiene que describir lo que ve. Es más, la locura puede formar parte de la historia". 

Agrega: [...] "Todos los días, al escribir, debe haber alguna sorpresa. La escritura no debe estar muerta jamás. Nunca debe limitarse a seguir lo que uno cree que tiene que hacer según su esquema. Uno siempre tiene que sorprenderse al ver hacia dónde le lleva". "[...] Todo lo que he escrito ha tenido ese elemento de sorpresa para mí. Por eso, al acabar, siempre tengo la sensación de que he aprendido un poco más, de que soy un hombre cambiado, alterado por lo que he escrito. Y el cambio se produce porque he asimilado la experiencia de una forma inesperada. Hay una forma de procesar las cosas cuando las veo y pienso que voy a escribir sobre ellas. Luego empiezo a escribir y durante el proceso cambia, y eso me transforma a mí". (https://sites.google.com/site/laprofesora08/Home/v-s-naipaul/v-s-naipaul/entrevista-a-naipaul)

V.S. Naipaul (Chaguanas, Trinidad, 1932-Londres, 2018), escribió muchas obras, como  Una casa para Mr. Biswas El Sanador Místico, Un recodo en el río, India,  Entre los creyentesAl límite de la fe, El enigma de la llegada, La pérdida de El Dorado, Media Vida, En un Estado Libre (Premio Booker 1971).

Fue catalogado como uno de los mejores escritores contemporáneos en lengua inglesa. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 2001. Se han dicho cosas sobre su carácter, pero no las repito porque lo que he leído suena a cotilleo. Para conocerlo hay que leer y releer sus libros. "Todo lo valioso sobre mí está en mis libros", dijo en su discurso de aceptación del Nobel. "[...] soy la suma de mis libros. Cada libro, intuitivamente sentido y, en el caso de la ficción, intuitivamente trabajado, se basa en lo que ha sucedido antes y se desarrolla después. Siento que, en cualquier etapa de mi carrera literaria, podría haberse dicho que el último libro contenía todos los otros". (https://www.ersilias.com/discurso-de-v-s-naipaul-al-recoger-el-premio-nobel-de-literatura-de-2001/)

Falleció en agosto de este año. Se fue un gran escritor, pero nos dejó sus libros y con ellos se quedó para siempre con nosotros.

martes, 12 de junio de 2018

Cruzar la frontera

VIAJES CON HERODOTO
Ryszard Kapuściński
Anagrama

Cuando era un joven reportero en Polonia y recorría aldeas y pueblos buscando historias, Ryszard Kapuściński (Pinsk, Bielorrusia, 1932- Varsovia, 2007) anhelaba "cruzar la frontera", ver qué había más allá.

Finalmente, el periódico para el que trabajaba entonces lo envió a la India, un país del que nada sabía, un mundo misterioso cuyo acceso "sólo lo podía facilitar la lengua".

Desde ese primer viaje lo acompañó siempre un ejemplar de la Historia de Heródoto, quien lo escribió en el siglo V AC "para impedir que el tiempo borre la memoria de la humanidad, y menos que lleguen a desvanecerse las grandes y maravillosas hazañas, así de los griegos como de los bárbaros". 
Foto de Noticias Universia

De Heródoto aprenderá el arte y la técnica del reportaje, pues en esa época pocos sabían escribir, y las personas sabían "sólo aquello que su memoria lograba conservar", de suerte que había que ir a buscar a esas personas, sentarse junto a ellas, escucharlas y recordar lo que contaran.

Kapuściński considera que Heródoto fue el primero en "descubrir la naturaleza multicultural del mundo", la que él empezó a conocer con sus viajes como corresponsal, y que conduce a reconocer al Otro. La India, dice, fue su "primer encuentro con la otredad, un descubrimiento de un mundo nuevo", y de ese viaje entendió que "el mundo enseña humildad", pues regresó avergonzado de su falta de conocimientos, de la insuficiencia de sus lecturas, de su ignorancia.
Heródoto

En este libro el autor narra algunos de sus viajes: la China de Mao y sus multitudes uniformadas; Sudán y el implacable sol de Jartum; el Congo, en donde entrenan a los niños para la guerra y en donde puede experimentarse "lo peligrosa que es la libertad despojada de toda jerarquía y de todo orden"; Irán, la antigua Persia de Ciro, de Darío, de Jerjes, y cuyas historias va repasando al tiempo, leyendo a Heródoto; las ruinas de lo que fue la hermosa Persépolis, ahora una "ciudad de reyes muertos y dioses olvidados"; el Mediterráneo -el mar de Heródoto-; Argel, en donde "todo parpadea, huele, embriaga, cansa"; en fin, el mundo y sus maravillas, a las que hay que abrirse para poder vislumbrar un poco de su brillo, enfrentarlas con la curiosidad de un niño y la misma capacidad de asombro, pues cada mundo es "único e importante", y "hay que conocerlos porque sus respectivas culturas no son sino espejos en los que vemos reflejada la nuestra".

"Por eso, después de hacer este descubrimiento -otras culturas como espejo en que mirarnos para comprendernos mejor a nosotros mismos-, cada mañana a la salida del sol, incansablemente, Heródoto reanuda su viaje".

Y Kapuściński, al igual que Heródoto, tiene  que contarlo todo, porque también lucha "contra la fragilidad de la memoria, contra su volátil naturaleza, contra su obstinada tendencia a borrarse y a desvanecerse".

Kapuściński "le gustaba decir que simplemente era un historiador, pues para él ser periodista es estudiar la historia en el momento mismo de su desarrollo. Todo periodista es un historiador, afirmaba".
(https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1190677.2007-fallece-ryszard-kapuscinski-maestro-del-periodismo-contemporaneo.html). Es historiador y  periodista, viajero, novelista y poeta. La forma como le llega el mundo, la luz, el sonido, el silencio, la gente, es poética; este libro, Viajes con Heródoto, es un canto al mundo y su diversidad, al mundo y su belleza, al mundo y su misterio. Y al Otro, el eterno referente.

Entre su obra se cuentan El Emperador, el Sha, Lapidarium, Ébano, Encuentro con el Otro, Los cinco sentidos del periodista. Fue galardonado con muchos doctorados Honoris Causa y varios  premios, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades  2003.

A los viajeros les gustará este libro porque, como dice, "el viaje no empieza cuando nos ponemos en ruta ni acaba cuando alcanzamos el destino. En realidad empieza mucho antes y prácticamente no se acaba nunca porque la cinta de la memoria no deja de girar en nuestro interior por más tiempo que lleve nuestro cuerpo sin moverse de sitio. A fin de cuentas, lo que podríamos llamar "contagio de viaje" existe, y es, en el fondo, una enfermedad incurable".

miércoles, 6 de junio de 2018

Una biografía de la ausencia

EL REGRESO
Hisham Matar
Editorial Salamandra


Luego de treinta y tres años de exilio, un escritor libio vuelve a su país, ya depuesto el dictador Gadafi. De esos, lleva veintidós años buscando un rastro de su padre, entregado por la policía de El Cairo al régimen del dictador, quien lo encerró en la temible prisión de Abu Salim por un tiempo y luego, simplemente, desapareció.

Alcanzó a escribir algunas cartas subrepticias; en una de ellas decía que la crueldad en las cárceles de Gadafi era "omnipresente", eran un mundo vacío. En 2011 se abrieron esas cárceles al caer el régimen, pero de él solo estaba el recuerdo de otros presos de alguien que recitaba poemas en la noche. Su padre se sabía muchos poemas; siempre le dijo  que "aprenderse un libro de memoria es como llevar una casa dentro de tu pecho". Así supo que él nunca se doblegó. 

Encontrarlo se volvió una obsesión, la misma que le impedía aceptar que estaba muerto. "Envidio el carácter definitivo de los funerales, anhelo la certeza", escribe. 
Bengasi
En 2012, Libia vive una transición; es un país en donde conviven la esperanza y el miedo. Escucha a sus tíos y primos, también encarcelados y liberados hacía poco tiempo, sus historias y las de los que murieron. Lo vuelve a atrapar la luz de Bengasi, casi material, que se podía tocar, y juega con la idea de construir un hogar allí,  pero “Al cabo de unos pocos meses, esa energía que se expresaba con una esperanza y un optimismo sin límites se encerraría sombríamente en sí misma para manifestarse por medio de la sangre y la matanza.

Este libro es una biografía de la ausencia, de la búsqueda del padre, ése cuya mano en tu hombro "permanecerá siempre fiel", recordándote que te "abrió el paso al mundo". Y es también la biografía de un territorio desgarrado por disputas de poder, en medio de las cuales queda la gente, afligida.

Es un libro escrito con dolor, con rabia decantada, y aún así, es sereno. Va y viene deambulando por los recuerdos: el mar brillante de la niñez, los primeros exilios cuando aún podía considerarse al futuro "como un territorio amigo", las palabras familiares, el internado en un colegio de Londres bajo nombres falsos, y la pena, la pena prolongada sin posibilidad de consuelo.
Foto de arcadia.com

De pronto cierro el libro y siento que esa guerra lejana y ajena es, también, terriblemente cercana y familiar. Que el dolor y la pérdida son iguales; que escribirlos debió ser tan desgarrador como liberador para el escritor, y que siempre se buscará al padre ausente, perdido, aún desconocido, por encima de las certidumbres de la realidad. “Mi padre está muerto y vivo al mismo tiempo. No tengo una gramática para él. Está en el pasado, el presente y el futuro”, escribe.

Y concluye: “Lo extraordinario es que, con todo lo que ha ocurrido, el corazón sigue inclinándose de manera natural hacia la luz.”

Hisham Matar (Nueva York, 1970) creció en Trípoli, en El Cairo, en Londres. Entre sus obras están Solo en el Mundo, (finalista del premio Man Booker, del Guardian First Book Award y del National Book Critics Circle Award en Estados Unidos. Ganó seis importantes premios literarios internacionales, entre ellos el Commonwealth Writers’ Prize, el premio Ondaatje de la Royal Society of Literature, el premio Flaiano y el Gregor von Rezzori); Historia de una Desaparición y El Regreso, Premio Pulitzer de biografía 2017, también  galardonado con el premio PEN Jean Stein y finalista del National Book Critics Circle Award, además de a la mejor obra extranjera en Francia y a la mejor biografía del club Savile de Londres en 2016.



miércoles, 4 de abril de 2018

La obligación de no olvidar

SIN DESTINO
Imre Kertész
Editorial Acantilado
9a edición


György Köves tenía 15 años cuando los nazis invadieron Hungría y comenzaron la deportación de judíos a supuestos campos de trabajo forzado y, luego, a los campos de concentración. Primero se llevaron a su padre,  y aún no alcanzaba a comprender la situación. Su incomprensión, o inocencia, se mantiene cuando él mismo es llevado con engaños a Auschwitz. No conocía el mundo, ni la guerra, e irá  descubriendo poco a poco cómo se degrada a un ser humano que antes sonreía, que bromeaba con los amigos, que disfrutaba del sol y de la nieve. También, cómo un mínimo acto de bondad puede salvarlo.

Al ser liberado, vuelve a su ciudad y nota que todo ha cambiado, hasta la forma en que lo mira la gente, como si no esperasen que hubiese vuelto, o por sentirse culpables de haber permitido que pasara, o por esperar que olvidase. Pero Köves aprende que  aunque "no era su destino.... le tocó vivirlo",  y "que tenía que vivir con él en adelante. Sencillamente no podía ser olvidado, dejado de lado", y no entendía cómo a los demás "no les entraba en la cabeza que ahora tendría que vivir con ese destino, tendría que relacionarlo con algo, conectarlo con algo, al fin y al cabo ya no podría bastar con decir que había sido un error, una equivocación, un caso fortuito o que simplemente no había ocurrido". 

No podía tragarse la "píldora amarga" de que él hubiese sido "sólo, simple y puramente un inocente".

Imre Kertész (Budapest 1929-2016) es un escritor húngaro, Premio Nobel de Literatura 2002. Sobrevivió a los campos de concentración nazis a donde fue enviado en su juventud, y residió en Berlín, en donde se sentía, irónicamente, más acogido que en su país. 
Fotografía de elpais.es


Sin Destino fue su primera novela, publicada en Budapest en 1975 y, según sus biógrafos, fue recibida con indiferencia, contrario a la acogida que tuvo  en Alemania.

La Academia Sueca, al otorgarle el Premio Nobel, dijo que Kertész "merecía el premio por crear una "escritura que defiende la frágil experiencia de los individuos ante la arbitrariedad bárbara de la historia", y con ella "libera a sus lectores de la carga de las emociones obligatorias e inspira una singular libertad de pensamiento". (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_2317000/2317157.stm)

Otras obras del autor son "Kadish por el hijo no nacido", "Yo, otro", "Fiasco", "Cartas a Eva Haldimann", "Liquidación" y "La última Posada", su postrera obra. 

No me gustan los libros sobre los campos de concentración por lo dramáticos que resultan, pero este no lo es, y sin el sentimentalismo característico en el manejo del tema, transmite con una intensidad y  lucidez impactantes,  la vivencia de un adolescente inocente en el infierno.  Es la escritura como conservación de la memoria, la escritura como puerta a la libertad del espíritu y como resorte para la reflexión sobre el pasado, el presente y el futuro. 

En Auschwitz, dijo el autor, colapsaron los valores de una cultura cristiana,  y "hasta que tengamos el poder espiritual de descender al mal y ascender de nuevo y enseñarle a la generación venidera lo que ha ocurrido no seremos capaces de crear algo positivo con todo esto, no seremos capaces de crear valores nuevos con lo que nos sucedió... Si permanecemos en el terreno del mal, sin ascender, eso constituiría un problema gravísimo. Creo que el arte tiene que descender al mal, tratar temas negativos, para sacar luz, para que las generaciones venideras vean con más claridad la memoria de los otros." (Entrevista en elpais.com)