domingo, 11 de abril de 2010

Una sola duda, mancha

Al Congreso de la República han arribado, al parecer, personas de dudosa transparencia, o representantes del narcotráfico, que tanto mal le ha hecho a esta sociedad, o del paramilitarismo, con su carga de violencia. No superamos el reto de elegir correctamente. Alguien dijo en una columna periodística que teníamos la suerte que merecíamos. Yo no lo creo así. No creo que el pueblo colombiano se merezca esta suerte. Muy lentamente va abriéndose paso el voto de opinión, y será mucho mayor cuanto mayor y mejor sea la educación de la gente. Hay que exigirle a los gobiernos mayor inversión en educación. Es lo único que nos puede sacar de la pobreza, que pasa del 50% de la población, lo cual es un escándalo.
Y es, también,  lo único que nos puede brindar criterios para decidir nuestra suerte y nuestro futuro y rechazar, así, la compra de nuestro destino por unos pesos mal habidos, o por unas tejas o unos ladrillos. Desde siempre, algunos gamonales políticos -mal llamados dirigentes- han incentivado, para su provecho, la continuidad del pueblo en la ignorancia y la pobreza, porque eso permite perpetuar los vicios electorales, y mantener  el mismo estado de cosas. Y si ahora cuentan con dineros de dudosa procedencia, las posibilidades de fraude se incrementan.
Entonces, no es que el pueblo reciba la suerte que se merece; es que no ha tenido la oportunidad de conocer, de aprender, de ver más allá de su inmediata necesidad que otros explotan.
Por otro lado, si bien no existen en Colombia los llamados delitos de sangre, esto es, si las culpas no se trasladan a otros, sí debería existir un código de ética aplicable a casos como éstos; también la sociedad entera debería aplicar el ostracismo político que practicaron los antiguos atenienses, y extenderlo al ámbito social. Porque una sola duda, mancha la institucionalidad toda del Congreso de la República.

Fotografía: tomada de Semana.com, edición N° 1453.