miércoles, 4 de abril de 2018

La obligación de no olvidar

SIN DESTINO
Imre Kertész
Editorial Acantilado
9a edición


György Köves tenía 15 años cuando los nazis invadieron Hungría y comenzaron la deportación de judíos a supuestos campos de trabajo forzado y, luego, a los campos de concentración. Primero se llevaron a su padre,  y aún no alcanzaba a comprender la situación. Su incomprensión, o inocencia, se mantiene cuando él mismo es llevado con engaños a Auschwitz. No conocía el mundo, ni la guerra, e irá  descubriendo poco a poco cómo se degrada a un ser humano que antes sonreía, que bromeaba con los amigos, que disfrutaba del sol y de la nieve. También, cómo un mínimo acto de bondad puede salvarlo.

Al ser liberado, vuelve a su ciudad y nota que todo ha cambiado, hasta la forma en que lo mira la gente, como si no esperasen que hubiese vuelto, o por sentirse culpables de haber permitido que pasara, o por esperar que olvidase. Pero Köves aprende que  aunque "no era su destino.... le tocó vivirlo",  y "que tenía que vivir con él en adelante. Sencillamente no podía ser olvidado, dejado de lado", y no entendía cómo a los demás "no les entraba en la cabeza que ahora tendría que vivir con ese destino, tendría que relacionarlo con algo, conectarlo con algo, al fin y al cabo ya no podría bastar con decir que había sido un error, una equivocación, un caso fortuito o que simplemente no había ocurrido". 

No podía tragarse la "píldora amarga" de que él hubiese sido "sólo, simple y puramente un inocente".

Imre Kertész (Budapest 1929-2016) es un escritor húngaro, Premio Nobel de Literatura 2002. Sobrevivió a los campos de concentración nazis a donde fue enviado en su juventud, y residió en Berlín, en donde se sentía, irónicamente, más acogido que en su país. 
Fotografía de elpais.es


Sin Destino fue su primera novela, publicada en Budapest en 1975 y, según sus biógrafos, fue recibida con indiferencia, contrario a la acogida que tuvo  en Alemania.

La Academia Sueca, al otorgarle el Premio Nobel, dijo que Kertész "merecía el premio por crear una "escritura que defiende la frágil experiencia de los individuos ante la arbitrariedad bárbara de la historia", y con ella "libera a sus lectores de la carga de las emociones obligatorias e inspira una singular libertad de pensamiento". (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_2317000/2317157.stm)

Otras obras del autor son "Kadish por el hijo no nacido", "Yo, otro", "Fiasco", "Cartas a Eva Haldimann", "Liquidación" y "La última Posada", su postrera obra. 

No me gustan los libros sobre los campos de concentración por lo dramáticos que resultan, pero este no lo es, y sin el sentimentalismo característico en el manejo del tema, transmite con una intensidad y  lucidez impactantes,  la vivencia de un adolescente inocente en el infierno.  Es la escritura como conservación de la memoria, la escritura como puerta a la libertad del espíritu y como resorte para la reflexión sobre el pasado, el presente y el futuro. 

En Auschwitz, dijo el autor, colapsaron los valores de una cultura cristiana,  y "hasta que tengamos el poder espiritual de descender al mal y ascender de nuevo y enseñarle a la generación venidera lo que ha ocurrido no seremos capaces de crear algo positivo con todo esto, no seremos capaces de crear valores nuevos con lo que nos sucedió... Si permanecemos en el terreno del mal, sin ascender, eso constituiría un problema gravísimo. Creo que el arte tiene que descender al mal, tratar temas negativos, para sacar luz, para que las generaciones venideras vean con más claridad la memoria de los otros." (Entrevista en elpais.com)