miércoles, 20 de marzo de 2013

La guerra nuestra de cada día


LOS EJÉRCITOS
Evelio José Rosero
Tusquets Editores

Por San José, un pueblo que puede ser cualquier pueblo nuestro, pasan los ejércitos, el legítimo del Estado, los ilegítimos, todos llegan y arrasan, atropellan a la gente, la  asesinan, unos con más sevicia que otros, la desaparecen, se la llevan, piden rescate, nunca vuelven. Ismael los ve pasar por sus calles, por su lado; a veces ni lo miran, como si fuese invisible, tal vez porque es un viejo profesor jubilado cuyo único placer es atisbar a las mujeres jóvenes, con cierta lascivia, no más. Su mujer ha desaparecido en la última toma del pueblo. El la busca por todas partes.

 "-Cuidado, profesor. No sabemos aún en manos de quién quedó el pueblo", le dice Gloria Dorado al verlo enrumbar hacia las montañas. "-Sean quienes sean, las mismas manos -digo, y me despido y sigo avanzando. Qué bueno abandonar San José, lleno hasta los topes de soledad y miedo, tan seguro estoy de encontrarme en la montaña con Otilia." 
No la encuentra en las montañas; solo halla el cadáver del maestro Claudino y un letrero: "Por colaborador". ¿Colaborador de qué o de quién? Muchos se van, las autoridades, los soldados, el cura y su querida, los vecinos, son órdenes no se sabe de cuál ejército, pero Ismael se queda porque es el único lugar en donde podría encontrarle su mujer cuando regrese, si regresa.

El pueblo agoniza en el calor, "es un pueblo muerto, o casi, igual que nosotros, sus últimos habitantes. Solamente los perros y los cerdos que husmean entre las piedras, los gallinazos aleteando sobre la rama de los árboles, los eternamente indiferentes pájaros parecen ser los únicos en no darse cuenta de esta muerte viva", dice Ismael. Y para el resto del país no existen, según el gobierno, no pasa nada, no hay ninguna guerra; son un pueblo de fantasmas, invisibles para todos excepto para ellos mismos.

Los Ejércitos es una obra dura, estremecedora, atravesada por la violencia, ésa que hemos vivido desde siempre, pero escrita con un lenguaje elegante y un estilo impecable, ágil, ligero y profundo a la vez,  que nos habla de la vida y de la muerte, de la esperanza y de la pérdida total de ella, del abandono, de la soledad y de las penas íntimas de los hombres;  de la locura de la guerra y del silencio del poder. Y de esa violencia arbitraria y sin sentido que se ha enseñoreado en nuestro país, en donde el pueblo inerme está en la mitad, desprotegido, atacado por unos, culpado por otros, huyendo de una muerte que igual lo alcanza en cualquier esquina del país.

Con esta obra, Evelio José Rosero (Bogotá, 1958) obtuvo el Premio Tusquets Editores de Novela 2006, el Independent Foreign Fiction Prize en el Reino Unido,en 2009, y el ALOE Prize de Dinamarca en el 2011. También obtuvo  en 2006 el Premio Nacional de Literatura en Colombia. (1)

Otras obras de este autor colombiano son Juliana los mira,  Señor que no conoce la luna, La Duenda (Premio Internacional Enka 2001),  Los Almuerzos, La carroza de Bolívar, entre otras.
Nota (1) y fotografías: tomadas de http://www.tusquetseditores.com/autor/evelio-rosero