viernes, 22 de enero de 2016

La religión de la poesía

LA VIDA DE LOS ELFOS
Muriel Barbery
Seix Barral
2015

El puente que permite el tránsito entre el mundo de los hombres que tengan capacidad de soñar, y el mundo brumoso y etéreo de los elfos, se ha cerrado. Y ese tránsito se había vuelto vital, porque los elfos no sueñan ni elaboran relatos; por tanto, no pueden modificar la realidad. Los hombres, en cambio, crean música, relatos, obras de arte. 

La conjunción entre esta capacidad de los hombres, y el amor y el poder sobre la naturaleza de los elfos, produce de vez en cuando seres maravillosos capaces de salvar al mundo de la opacidad, del mal, de devolverle los colores y la alegría a la vida. "...sé que el arte de los hombres nos ofrece relatos que nosotros no hubiéramos podido concebir y que a cambio nuestras brumas los transportan más allá de su tierra" -dice el Maestro.

Dos niñas nacieron en la nieve de noviembre. Fueron criadas en pueblos perdidos en las montañas y en los bosques, una en Francia, la otra en Italia; la gente las cree mágicas. Una desarrolla el arte de la música que traduce sus visiones de los distintos mundos de los que proviene; la otra, cultiva "la religión de la poesía a diario" cuando sube a los árboles y escucha el canto de las ramas y de las hojas. Juntas, podrán restituir el puente que comunica los mundos, restableciendo las alianzas de  los tiempos antiguos. 

Muriel Barbery (Casablanca, Marruecos, 1969) ha vuelto a la escena literaria -después de La Elegancia del Erizo- con un libro de densa poesía que es un canto al poder de los sueños y al respeto por la naturaleza, y a esa  magia que hay dentro de seres delicados, que se transmite a los demás dándoles fuerzas para seguir soñando y viviendo, para superar la adversidad.

Barbery ha dicho que no es un libro sobre "fantasía heroica, ni es lo maravilloso, no es un cuento, aunque toma prestado de todos los elementos del género. Es simplemente una ficción".
Jardín de Musgo, Kioto, Japón
"Para sumergirse en ese mundo invisible, subyugado por el deseo de armonía, de seres sobrenaturales 'en ósmosis con la naturaleza' -como la autora define a sus particulares elfos, Barbery se ha inspirado en gran parte en los jardines de Kioto, donde residió durante dos años en su marcha de Francia. 'Era élfico. Había una pureza que cortejaba la perfección, algo que no era humano", ha dicho la escritora a Le Monde". (En http://www.elconfidencial.com/cultura/2015-05-18/muriel-barbery-la-elegancia-del-erizo-la-vida-de-los-elfos_794624/)

Es un libro tan precioso, que hay que leerlo y releerlo, despacio, con todos los sentidos, para ir encontrando los tesoros que se esconden en cada línea, en cada párrafo, como "la nervadura de plata y de aguacero" de una sonata que se desgrana lentamente, la belleza de un tiempo presente que es el único que tenemos, la lentitud con que una mujer atraviesa el mundo, y el amor, que no salva, pero que eleva y crece "en el hueco de los días de nada, de las tareas ingratas, de las horas inútiles", alimentando el pozo en el que bebemos y aprendemos a amarnos.