miércoles, 9 de diciembre de 2009

Mientras Agonizo : William Faulkner



Condado de Yoknapatawpha, Estado de Mississippi, en el viejo sur de los Estados Unidos, en donde los “blancos pobres” viven igual o peor que los negros. Addie Bundren agoniza y desde su lecho escucha el aserrar y martillar de su hijo mayor, Cash, fabricando su ataúd. Anse Bundren prepara la carreta para transportarla a Jefferson, en donde una vez pidió ser sepultada junto a sus antepasados. Su hija, Dewey Dell, la abanica mientras piensa en Lafe y en lo que no pudo evitar que sucediese cuando llegaron al surco final de la plantación de algodón. Jewel amansa entre maldiciones un caballo que ha comprado con el dinero ganado trabajando de noche para otros, y Darl, mientras tanto,  imagina a su hermano “rodeado por un laberinto resplandeciente de cascos igual que una ilusión de alas”. Vardeman, el menor, imagina que su madre es un pez que se escabulle en el río. Emprenden el viaje a Jefferson, que es largo, en pleno mes de julio, con amenaza de lluvia, con el río desbordado y los puentes caídos, pero Anse Bundren se ampara en su promesa, y asumiendo el  papel de víctima signada por la mala suerte, arrastra a su familia y al cadáver de su mujer en una accidentada travesía que traerá consecuencias trágicas para todos, menos para él.

En esta obra, el autor utiliza una mezcla de narración con monólogo interior en la que intervienen distintas voces; cada personaje describe, desde su propia visión, un pedazo de la historia y, entre todos, ésta se va formando, con el hilo conductor de la voz de Darl, quien en ocasiones parece ser un visionario, puesto que habla de cosas que no está viendo, que tal vez imagina. Darl trasciende la cruda realidad de su familia con metáforas poéticas que al final no le sirven para evitar la locura. El viaje, por su parte, disfraza con su aparente propósito cristiano, los motivos egoístas de cada uno y evidencia los caracteres de los personajes, sus sentimientos y frustraciones, y su fuerza interior para superar las dificultades que la naturaleza atraviesa a su paso.

William Faulkner (1867-1962), premio Nobel de Literatura 1950, comenzó su labor de escritor en 1924 con la publicación de un libro de poemas, y en 1925 publicó su primera novela, “La paga de los soldados”, empujado por el ejemplo del escritor Sherwood Anderson, de quien dijo en una entrevista que nunca ha sido valorado como se merece . Sus obras, como “Sartoris”, “El sonido y la Furia”, “Luz de Agosto”, entre otras, y ésta, “Mientras Agonizo”, se desenvuelven en un condado ficticio, Yoknapatawpha, en el estado de Mississippi, y los personajes de algunas se repiten en otras, complementándose. Describe en ellas el sur  donde nació y vivió, el racismo, la violencia –abierta y soterrada–, la desesperación por romper los círculos de la pobreza, la rigidez de las costumbres y el peso de la opinión de los demás.

En su estilo, recoge las tendencias de la escuela naturalista (finales del siglo XIX y principios del XX) de enfrentarse a temas considerados tabú por su crudeza y adopta la técnica del “monólogo interior” y de la “corriente de conciencia”, introducidas por Henry James y James Joyce, las cuales permiten dar a conocer la realidad íntima y subconsciente de los personajes

No resulta fácil leer a Faulkner, pero su estilo permite que brillen los caracteres por sí solos, su grandeza o su miseria, al tiempo que transmite una imagen completa de ese sur desolado bajo el sol ardiente del verano, en donde a veces la naturaleza, un personaje más, pone a prueba las fuerzas de los hombres. El lector debe tener la paciencia de ir armando la historia paso a paso, de encontrar los textos implícitos, lo que no dice el escritor pero da por sentado, y al final, tal vez encontrará la clave, como en “Mientras agonizo”, en el monólogo final de Addie Bundren.

William Faulkner: MIENTRAS AGONIZO, Ediciones Cátedra, Letras Universales, 5ª edición, 2001, Madrid,Edición de Javier Coy, Traducción de Mariano Antolín Rato