lunes, 30 de marzo de 2020

Los caminos del perdón

PATRIA
Fernando Aramburu
Ediciones Tusquets
2016


El grupo terrorista ETA ha declarado un cese al fuego. Bittori vuelve al pueblo en donde su marido fue asesinado; alguien lo señaló, lo acusaron con pintadas en las paredes, sus amigos le retiraron el saludo; el silencio cómplice de un pueblo asustado hizo el resto. Su crimen, tal vez, fue haber progresado, nada más.

Al principio, Bittori viene casi a escondidas, pero pronto se riega el rumor. Siguen sin saludarla, las vecinas esperan a que pase para seguir su camino. "Las víctimas estorban", dice, "Nos quieren empujar con la escoba debajo de la alfombra. Que no se nos vea y, si desaparecemos de la vida pública y ellos consiguen sacar a sus presos de la cárcel, pues eso es la paz y todos tan contentos, aquí no ha pasado nada."

Miren, la madre de Joxe Mari, un terrorista condenado a cadena perpetua, se siente acosada; acude al cura del pueblo y le pide que le diga a Bittori que no vuelva más. "Somos víctimas del Estado y ahora somos víctimas de las víctimas. Nos dan por todas partes". 

En medio de estos extremos sobreviven las familias, con heridas que no sanan, negándose a ser felices unos, negándose a admitir su culpa los otros; vemos como toda una colectividad es manipulada por el miedo; se les obliga, sin palabras, a apoyar a los violentos así no se esté de acuerdo; unos no hacen nada, evaden pensar siquiera en el tema; otros se van; el hermano menor de Joxe Mari, Gorka,  se refugia en los libros que lo hacen  libre; también se va del pueblo pero es el único que logra vivir con algo de felicidad. Fernando Aramburu dice que este personaje, Gorka, es parecido a él, quien también se refugió en los libros y se fue del país en un momento dado. (https://www.infobae.com/america/cultura-america/2018/02/07/fernando-aramburu-autor-de-la-monumental-novela-patria-matar-por-un-ideal-es-un-asesinato-es-un-crimen/)

El autor utiliza un estilo indirecto libre que involucra al lector en el proceso mental de los personajes, sobre todo del terrorista preso. "Te preguntas: ¿Ha merecido la pena? Y por toda respuesta uno se encuentra con el silencio."

Y ese sentir que no ha valido la pena, que perdió los mejores años de su vida detrás de nada, que no ha sido sino un peón de otros, que la escasa y discutible gloria de tener una fotografía en el bar del pueblo como si fuese un héroe no bastan para enfrentar los años de dolor, soledad y maltrato, van haciendo mella en sus convicciones aprendidas, porque nunca fueron fruto del estudio ni del análisis,  solo la salida  de un matón de pueblo sin porvenir. "No sabe ni cómo se abre un libro", dice Bittori.

"Pero un hombre puede ser un barco. Un hombre puede ser un barco con el casco de acero. Luego pasan los años y se forman grietas. Por ellas entra el agua de la nostalgia, contaminada de soledad, y el agua de la conciencia de haberse equivocado y la de no poder poner remedio al error, y esa agua que corroe tanto, la del arrepentimiento que se siente y no se dice por miedo, por vergüenza, por no quedar mal con los compañeros. Y así el hombre, ya barco agrietado, se irá a pique en cualquier momento."

Bittori necesita que le pidan perdón, necesita escucharlo para poder encontrar algo de paz; pero "pedir perdón exige más valentía que disparar un arma, que accionar una bomba. Eso lo hace cualquiera."

La novela es densa, profunda, rica en personajes inolvidables; como  Aranxa, la otra hija de Miren, inválida por un ictus que le sobrevino y abandonada por el esposo; ella  tiende los puentes que se van armando poco a poco en ese camino del perdón entre  Miren y Bittori, antes tan amigas, ahora tan distantes. O el hijo de Bittori, médico, también exiliado, negándose toda posibilidad de ser feliz, o su hermana, que no quiere que sepan que es la  hija de una víctima.  

Según el profesor mexicano Adrián Lucardi, Aramburu "presenta una crítica sutil pero demoledora de las limitaciones inherentes al empleo de la violencia como camino hacia una sociedad mejor. No se trata únicamente del costo en vidas humanas; también del hecho – relevante para quienes no tienen pruritos en derramar sangre en nombre de una utopía política – de que el miedo social infundido me­dian­te el uso sistemático de la fuerza conduce al establecimiento de una sociedad en que el oportunismo, el deseo de mimetizarse, y el miedo a sobresalir se convierten en las motivaciones dominantes. Una sociedad, además, donde el estatus y el poder político no son para los más capaces, ni para los que se comportan de forma más noble con sus semejantes, ni para los que proponen las mejores ideas, sino para aquéllos que no tienen mayores pruritos en usar la violencia o en repetir consignas estridentes pero vacías."(https://www.analisislatino.com/opinion/?id=11188)
Tomada de planetadelibros

Fernando Aramburu (San Sebastián, España, 1959) es escritor, poeta y ensayista. Entre sus obras se encuentran Autorretrato de mí,Vetas Profundas, Los peces de la amargura. Esta novela, Patria, ha sido galardonada con  el Premio Nacional de Narrativa, el Premio de la Crítica, el Premio Euskadi, Premio Francisco Umbral, Premio Dulce Chacón, Premio Arcebispo Juan de San Clemente. Vive en Alemania desde cuando se fue de San Sebastián a los dieciocho años.

Me parece un libro necesario para nosotros los colombianos, que aún seguimos sin ver claro el horizonte de la paz, que continuamos inmersos en una espiral de odio que parece no tener fin.



martes, 10 de marzo de 2020

El fin de una época

LOS SEÑORES DEL FIN DEL MUNDO
Enrique Vaqué
Editorial Almuzara
2016


Es 1444. Siglo XV. El reino andalusí se deshace en facciones de poder. Los reinos cristianos de Navarra, Aragón, Castilla y León también pelean por el poder, más que sobre sus territorios, por el mando de las órdenes de caballería de Santiago y de Calatrava.

Hasib ibn Al-Sharif es un joven musulmán de Córdoba, huérfano de padre y en difícil situación económica; su madre lo lleva al mayordomo de Sidi Umar Ibn Nasar, un  famoso médico de la familia real nazarí, para que sirva en su casa y aprenda el oficio de enfermero. La seguridad del médico está en riesgo por las disputas de poder en Granada y debe salir de Córdoba, lo que hace aprovechando que la Orden de Calatrava le ha pedido que vaya a Castilla para examinar a una visitante francesa que padece un extraño mal. Será el comienzo de un largo periplo de aventuras, primero, por los reinos cristianos del norte, enzarzados en absurdas luchas de poder;  después irán a las tierras del Sind, "por donde transcurre el río Indo, que es ancho como un brazo de mar", a combatir la peste que afecta el comercio con los puertos egipcios; verán al unicornio, "que no es una bestia grácil como la muestran en los tapices, sino gruesa y de poderosa embestida"; peregrinarán  a La Meca,  y llegarán a Constantinopla, ya asediada por los turcos.
Estatuta de Averroes,
 en Córdoba
tomada de es.wikipedia.org

El médico nazarí tendrá su propio viaje interior, buscando el sentido del mundo y cargando un  duelo callado por la muerte de su mujer; querrá ser místico sufí, mendicante, humilde, pero su  amor por el conocimiento, y el orgullo secreto que éste apareja, se lo impedirán. 

El joven enfermero lo acompañará hasta un cierto momento cuando podrá más el rechazo a los  drásticos métodos del médico para  curar la peste -aislando a los salvables de los insalvables y administrándole a éstos una muerte dulce- que su amor por el amo. Vagará por oriente buscando el camino a casa y se reencontrará con su mentor en Constantinopla. Verá caer la ciudad, así como  las esperanzas de los bizantinos de recibir ayuda de occidente; solos, un puñado contra miles, otra vez en medio de una lucha de poder que cerrará un ciclo, una época. 
Luego caerá Granada a manos de los cristianos. El mundo cambiará, pero para los señores solo se reajustarán las cosas para continuar igual. Hasib ibn Al-Sharif conocerá esos círculos de poder y las   "intrigas, venganzas y algaradas" de los poderosos, pero volverá a su tierra a servir a su gente.

Ya anciano, será llamado a curar una quemadura que sufrió Isabel de Castilla en el sitio de Granada, y ella le pedirá que le cuente su historia y la de ese médico extraordinario a quien acompañó por el mundo.


“Me atraía recrear esa época, mediados del siglo XV, que marca el fin de una edad y también el fin de un mundo”, dice Vaqué. “Creo hoy que estamos al final de otro mundo, del que empezó con la revolución francesa y acabó con la caída del muro de Berlín. Quería averiguar qué hacen las personas cuando la historia da un giro tan brusco. Cómo reaccionan, qué conservan y en qué cambian”.(https://www.makma.net/tag/los-senores-del-fin-del-mundo/)


Enrique Vaqué (Melilla, España) es Doctor en Ciencias Químicas y Máster en Administración de Empresas, además de viajero y escritor. Su primera novela se publicó en 2012, Los colmillos del Trópico. Los señores del fin del mundo es su segunda obra, y fue finalista en el Premio Albert Jovell que convoca la Fundación Príncipe de Asturias. 

Los señores del fin del mundo es una obra con un fondo histórico sólido que recrea una época convulsa que termina,  contada desde la óptica de un musulmán. Dice el autor que "es un guiño al libro de ‘Las mil y una noches’, un pequeño homenaje"; agrega que "la novela plantea que las cosas han cambiado muy poco, especialmente el poder que unos (seres humanos)  ejercen sobre otros. Varía el método y las circunstancias, pero se mantiene esa propensión del hombre a conseguir que los demás vivan de acuerdo con un sistema preestablecido. Desde ese punto de vista, ‘Los Señores del Fin del Mundo’ es una invitación a la reflexión y sus conclusiones no son demasiado amables con el ser humano."  

(http://hermezosxxi.blogspot.com/2016/09/enrique-vaque-la-literatura-era-una.html)

Me gustó mucho este libro. Comparto con su autor esa fascinación por las historias que hablan de mundos orientales maravillosos, por Córdoba y Granada, por la Constantinopla  bizantina, en fin, por el medioevo; y comparto también la idea -terrible- de que  el ser humano no cambia, que la ambición y el afán de poder continúan presentes a lo largo de los siglos, aún ahora, en ésta época en que parecemos regresar a los totalitarismos, al fanatismo cerrado, a la primacía de la violencia  sobre la razón, al egoísmo y a la ausencia de solidaridad. Y como novela de aventuras y viajes es, sencillamente, espectacular.