martes, 10 de noviembre de 2009

Dos poemas de "Crónicas del Desamparo"


16
Imagino que Dios está sentado
allá en su reino luminoso
hojeando un catálogo del mundo
en el cual no figuramos.

O ya pasó la página
y entramos en su olvido.


18

Llueve una lluvia helada.
Pienso en esos pájaros marinos
que en un crepúsculo violeta
gritaban las claves secretas
del regreso.


Le pregunto a la lluvia
si son posibles los regresos
a alguna parte antes del dolor
o si es solo un don de los pájaros
inocentes.


Silvia Reyes Cepeda


Del libro "Crónicas del Desamparo"

El Papel de la Memoria

En Berlín, el recuerdo de la guerra permanece: en los restos del muro, abierto hace veinte años; en el ahora sitio turístico "Check Point Charly"; en las huellas de la metralla en las altas columnas de los edificios neoclásicos, que se observan a simple vista a pesar de haber sido restauradas; en aquellas paredes que nunca se repararon; en las ruinas de la Iglesia del Káiser Guillermo, hoy denominada "Iglesia del Recuerdo", y que se dejó así como un recordatorio permanente para la gente sobre los desastres de la Segunda Guerra Mundial en donde murieron más de cincuenta millones de personas. ¡Para que  nunca olviden! Para que los países lo piensen bien antes de iniciar un conflicto bélico. 

Durante la guerra, países como Colombia y Venezuela rompieron relaciones con las naciones del Eje; Colombia llegó incluso a declarar la guerra a Alemania; Venezuela hizo acuerdos con los Estados Unidos para venderles petróleo, y a pesar de que muchos de sus buques fueron atacados en el Caribe por las "manadas de lobos" alemanas, no le fue tan mal.

En junio de 1945, concluida la guerra, se firmó la Carta de las Naciones Unidas, y en su Preámbulo se dijo que los pueblos de las naciones unidas estaban resueltos "a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles", y "a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos".

Después de todo eso, ¿es posible que un mandatario serio, de cualquier país, amenace a otro con iniciar una guerra? ¿Es tan frágil la memoria que ya olvidó los estragos que las pasiones de los caudillos pueden causar en sus pueblos? La historia y las decisiones de las naciones frente a las consecuencias de tales actos, deben estudiarse, repasarse, para que no vuelvan a ocurrir hechos que lamentar. Para que nuestras generaciones no vivan con la culpa de haber causado daños innecesarios a otros seres humanos.