Santiago Posteguillo
Editorial Planeta
2014
Me gustan los libros que uno termina y cierra con una sonrisa. Los libros que uno quisiera que no se acabaran nunca, por el contrario, que siguieran contándonos historias maravillosas, como los trozos de literatura, anécdotas de escritores y libros que contiene este libro de Santiago Posteguillo (Valencia, España, 1967).
Desde Cicerón hasta Asimov, pasando por Séneca, Dante, Pessoa, Stevenson, Salgari, y muchos más, los relatos son un atisbo a un instante de vida, o de muerte, de un escritor, a unos versos, unas frases, una coincidencia deslumbrante: un sol que "se oculta en señal de duelo" cuando muere Becker; un metalero moderno que canta un poema de Coleridge; una novela para terminar una guerra; un portugués que escribe poesías como Shakespeare y como ochenta y dos autores más.
Emily Dickinson inserta palabras mágicas en las líneas intermitentes de sus poemas para cantar los caminos ámbar de la mañana. Angeles Mastretta escribe historias que lee a su hija para que despierte, Pushkin se bate en un último duelo, Séneca defiende la sabiduría como la única libertad del hombre.
Santiago Posteguillo es un buen narrador de historias, como lo hemos podido comprobar con su magnífica trilogía sobre los Escipiones, o en Los Asesinos del Emperador, y como lo demuestran estos relatos cortos que, salvo dos anotaciones de tinte político que, imagino, no pudo resistirse a incluir, son excelentes, deliciosos para los amantes de los libros.
El libro termina con una invitación a viajar a los infinitos mundos a donde conduce la buena literatura: "Lean los epigramas de Séneca", dice, "los discursos de Cicerón o la genial Eneida de Virgilio. Saboreen los poemas de Petrarca, Quevedo, Bécquer, Espronceda, Coleridge, Percy Shelley, Pessoa, Emily Dickinson, Dionisio Ridruejo o tantos otros. Emociónense con las novelas de Victor Hugo, Balzac, Charlotte Brontë, Pushkin, Bram Stoker, Vicente Blasco Ibáñez, Robert Graves, D.H. Lawrence, Emilio Salgari, Agatha Christie, Elias Canetti o las de tantas mentes geniales de la literatura. Cuando tengan poco tiempo para leer, paseen entonces sus ojos por los relatos cortos de Edgar Allan Poe, James Joyce o Angeles Mastretta. Y si ven que en su ciudad representan una obra de teatro de Lope de Vega, de Calderón de la Barca o de Shakespeare, no dejen pasar esa oportunidad por nada del mundo. Y, por lo que más quieran, no se detengan, no dejen de leer...".