Phillippe Claudel
Phillippe Claudel volvió a Cartagena este año, al Hay Festival, y habló sobre los temas de sus libros, el hombre frente al otro, la indiferencia, la culpa y la verguenza; habló sobre su último libro El Archipiélago del Perro, que aún no he leído, en donde escribe sobre los inmigrantes y la actitud de una comunidad frente a ellos.
He repasado uno de sus libros más impactantes, El Informe de Brodeck y, como la primera vez que lo leí, me ha vuelto a tocar profundamente, me ha conmovido su prosa sencilla, hermosa y tranquila, a pesar de que el drama que narra es de una profunda crueldad y dolor, y desnuda la deshumanización del hombre en tiempos de guerra.
Un hombre extraño llega al pueblo de Brodeck con una yegua y un asno; viste ropas vistosas y distintas. No saben cómo se llama ni de dónde viene, ni si está de paso o se va a quedar. Lo llaman Der Anderer, el otro. El hombre es amable, pasea y toma notas, dibuja y observa. A la gente del pueblo le intriga y le inquieta, porque no es como ellos, porque es distinto. Porque en su pasado reciente tienen el doloroso recuerdo de una guerra que les alcanzó aún en ese pueblo perdido en las montañas de alguna frontera; una guerra hecha por hombres similares a ellos, con un lenguaje parecido, con historias y leyendas comunes.
Quieren que el Anderer se vaya, pero él no parece entender los mensajes, hasta que un día desaparece; todos son culpables menos Brodeck. Le encargan que escriba un informe porque sabe utilizar las palabras y tiene una máquina de escribir; a Brodeck el pueblo lo había enviado a estudiar a la ciudad para que volviese y ayudase a su pueblo; le toca aceptar, porque siente la amenaza en la petición y no quiere terminar como el Anderer, quiere simplemente vivir después de haber salido del campo de concentración en donde estuvo prisionero; todos quieren solo vivir.
Al tiempo que elabora el informe, va escribiendo su historia, y la mantiene escondida porque sabe que le vigilan. Una historia de guerra y destrucción, de un niño que ha quedado huérfano y quellega al pueblo con una mujer que lo cuidó como un hijo; son, también, extraños, pero los acogen, hasta que la guerra vuelve; la gente tiene que decidir entre delatar a los extraños y morir, y escoge, y lo lanzan al horror, y para verguenza de todos, logra regresar, distinto, sin órganos para sentir dolor, pero vuelve, a reencontrarse con las consecuencias de la crueldad de la guerra, y a preguntarse por qué::
"¿Quién decidió hurgar en mi oscura existencia, hacer añicos mi frágil tranquilidad, arrancarme de mi gris anonimato, para lanzarme como a una bola enloquecida en un inmenso juego de petanca? ¿Dios? Entonces, si existe, si existe de verdad, que se esconda. Que se eche las manos a la cabeza y que la agache. Puede que, como antaño nos enseñaba Peiper, muchos hombres no sean dignos de Él; pero ahora también sé que Él no es digno de la mayoría de nosotros, y que si las criaturas han podido engendrar el horror es únicamente porque el Creador les ha soplado la receta".
No es un libro cómodo; es un libro duro, pero escrito en un lenguaje llano y hermoso; como dije, tranquilo, a pesar de lo que narra. Y con espacios para una poesía abrumadora; Brodeck aún puede ver la belleza del mundo: "hay horas en que todo es de una belleza insoportable, una belleza que parece tan inabarcable y tan dulce sólo para subrayar la fealdad de nuestra condición"...
Dice Claudel en entrevista a abc.es a propósito de su último libro: "Cuando todo va bien en un país, cuando la sociedad prospera, cuando la mayor parte de la gente tiene calidad de vida, cuando hay trabajo, los extranjeros no son un problema; al contrario, se les acoge. Pero basta con que pasemos del crecimiento a la recesión, que la calidad de vida baje y el desempleo aumente para que empecemos a buscar a los responsables. Y no los buscamos de forma inteligente, buscamos cabezas de turco, sobre todo porque algunas voces políticas, poco honradas y extremas, les apuntan: vienen a robarnos el pan, el trabajo, no son de aquí, no tienen el mismo color que nosotros, no tienen la misma lengua ni la misma religión. Es el fantasma de la posesión de la tierra, como si haber nacido en un lugar nos autorizara a poseer ese lugar. La tierra es un bien común, yo no soy más propietario de la tierra en la que he nacido que el que quiere venir y vivir. [...]
Toda la cuestión fundamental, en el libro y en la vida, es cómo seguir siendo humanos, qué hace que cada día, por mi forma de relacionarme con los demás, merezca el apelativo de humano, qué es ser humano."("https://www.abc.es/cultura/libros/abci-philippe-claudel-compromiso-esta-libros-201904040139_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F)
La historia se sigue repitiendo, el hombre no cambia, no mejora, sigue careciendo de solidaridad, de respeto por el otro; y si ve amenazado su precario bienestar, se revolverá contra él, ése otro.
De Phillippe Claudel (Nancy, 1962)se dice que es uno de los mejores escritores vivos de Francia. En todo caso, es un escritor necesario en estos tiempos. El informe de Brodeck obtuvo el premio Goncourt de los Estudiantes 2007 y fue llevada al cine. Entre sus obras están Almas Grises (reseñada en este blog en octubre de 2015), La nieta del señor Linh, La Investigación, Aromas, El Archipiélago del Perro.
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