RUMORES DEL MAGDALENA
Jordan Salama
Editorial Uninorte
Editorial Uninorte
En 2018, un estudiante neoyorkino recorrió el río Magdalena, desde su nacimiento en una laguna encantada hasta Bocas de Ceniza, para su tesis de grado en Princeton. Un recorrido que fue una conversación con el río, con la selva y con los ribereños que conoció a su paso.
Quería vivir un viaje como el que cuentan en los libros, pero entendió que "el Magdalena de los libros de relatos era el Magdalena del pasado, antes de la violencia y del colapso ecológico: el río que queda, saqueado y expoliado, es una sombra de lo que fue"; que esas visiones de los pasajeros de los buques de vapor eran hacia afuera y no ahondaban en la realidad de la gente y de los pueblos de la ribera, y sin embargo, dice, los envidia, porque vieron cosas que él jamás vería.
Jordan Salama (Nueva York, 1977) quería entender a Colombia y, para eso, tenía que entender al río, como le dijo una anciana en Ladrilleros.
Conoció las leyendas del río y multitud de anécdotas curiosas, la penosa realidad de pueblos olvidados del Estado, y el doloroso paso de la violencia. El resultado es un libro sencillo, diáfano, que cuenta cómo vio ese joven a Colombia, la naturaleza, las luchas de la gente "por la vida en medio de las dificultades y la soledad. Una historia de cómo la belleza puede encontrarse donde el viajero menos la espera".
Acuarela de Santiago Cortés Sarmiento que representa la navegación a vapor por el Bajo Magdalena. Tomada de Río Magdalena - Wikipedia, la enciclopedia libre
Salama visitó sitios que creo que casi ningún colombiano conoce: San Agustín; Quinchama; las estatuas megalíticas indígenas en La Gaitana; Girardot y su puerto abandonado; Neiva y el calor agobiante; Estación Cocorná en el Magdalena Medio en donde un pescador le cuenta, con tristeza, que la violencia acabó con su paraíso; los cementerios de los NN recogidos del río; los hipopótamos invasores importados por un mafioso; Barrancabermeja y los recuerdos de un hotel de la época dorada del río; Cantagallo y San Pablo, víctimas de la deforestación, la minería ilegal, la coca, la guerrilla; La Gloria y el biblioburro, Mompox y sus artesanos de joyas guardadas en vitrinas, y así, hasta llegar a Bocas de Ceniza en donde vio a la gente pescando con cometas.
El libro me gustó por su sencillez y su mirada algo ingenua, pero también aguda frente al país, nostálgica por lo que fue, dolorosa por el abandono de hoy, por los daños al río y por todo lo que la gente ha perdido y aún puede perder.
Tomada de riosdelplaneta.com |
La muerte del Río es también la muerte del país. Ojalá su lectura despierte una conciencia nacional sobre la salud del Magdalena y de todos nuestros ríos.
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