sábado, 16 de septiembre de 2017

Pensar mejor para vivir mejor

LA FELICIDAD, DESESPERADAMENTE
André Comte-Sponville
Editorial Paidós



Este maravilloso y pequeño libro recoge la conferencia dictada por el autor el 18 de octubre de 1999 en el marco de los Lundis Philo del Piano’cktail de Bouguenais, centrada en “la cuestión de la felicidad, de la vida buena, de la sabiduría”. 

Repasa las ideas de los antiguos griegos, de Spinoza, de Pascal, de Montaigne. De Epicuro toma la definición de filosofía: "es una actividad que, mediante discursos y razonamientos, nos procura la vida feliz”. Se trata -dice Comte-Sponville- "de pensar mejor para vivir mejor"; la felicidad como objetivo, con la verdad como camino, sin mentirse sobre la vida, sobre uno mismo. 
Epicuro (-341 a -271)

La sabiduría es necesaria porque no somos felices. "Los hombres mueren, y no son felices", dice Albert Camus. Y ése es el punto de partida de la disertación de Comte-Sponville, “no somos felices, o no lo somos suficiente, o demasiado excepcionalmente. Pero ¿por qué?” [...] “¿Qué nos falta para ser felices, cuando lo tenemos todo para serlo y no lo somos? Nos falta la sabiduría”, una sabiduría de todos los días, un "saber vivir", un aprender a vivir "antes de que sea definitivamente tarde".

Todos deseamos ser felices, luego hay que partir del deseo, que no es carencia, como decía Platón, porque mientras deseemos lo que nos falta, está descartado que seamos felices", porque si el deseo es carencia, "la carencia es un sufrimiento”. Si se espera tener lo que se desea para ser feliz, se cae en "las trampas de la esperanza": se desea, se obtiene lo que se desea, y llega el aburrimiento, y otra vez la esperanza. Comte-Sponville propone que, para librarse de ese ciclo de esperanza, decepción, angustia y aburrimiento, debemos “tratar de liberarnos de la misma esperanza”.

Algunos filósofos, dice,  han desestimado dos "pequeñas cosas": el placer y la alegría.“Hay placer, y hay alegría, cuando deseamos lo que tenemos, lo que hacemos, lo que es: hay placer, y hay alegría, cuando deseamos lo que no nos falta”.

Además, confunden el deseo y la esperanza. Toda esperanza es un deseo; pero no todo deseo es una esperanza”. [...] “una esperanza es un deseo que se refiere a lo que no tenemos, o a lo que no es, es decir, un deseo que carece de objeto”; y “es un deseo que ignora si es o si será satisfecho”, y "cuya satisfacción no depende de nosotros". Es esta la diferencia entre esperanza y voluntad. “De ahí la bella máxima de Séneca, que en sustancia escribe a su amigo Lucilio ...: «Cuando hayas desaprendido a esperar, te enseñaré a querer». Es decir, a actuar, puesto que querer y hacer son una sola y misma cosa”.
Fotografía tomada de
blogdejuanpardo.blogspot.com
“El contrario de esperar no es temer; el contrario de esperar es saber, poder y gozar. Es también lo que llamamos «felicidad», que sólo existe en el presente (no la felicidad fallida, sino la felicidad en acto). Es también lo que llamamos «amor», que sólo se refiere a lo real”.
“ Sólo esperamos lo que no es; y sólo amamos lo que es.”

La desesperación es, entonces, “el grado cero de la esperanza, la pura y simple ausencia de esperanza”. Alcanzarla implica un trabajo, una dificultad, “Un «esfuerzo», decía Spinoza, que nos haga menos dependientes de la esperanza”. El sabio ya no aguarda ni espera nada, porque es plenamente feliz, nada le falta; tiene serenidad, ya no teme. La sabiduría es la serenidad, la falta de temor, “está salvado, aquí y ahora salvado. En esta vida. En este mundo”.

“Se trata de habitar este universo que es el nuestro, o mejor, que nos contiene, donde no hay nada que creer, pues todo está por conocer, y donde no hay nada que esperar, puesto que todo está por hacer o por amar.”

El autor reconoce que esta idea otros ya la expresaron, pero no hemos sabido verla. Dice: “al hojear un libro de Mircea Eliade, encontré una cita del Sâmkhya-Sûtra, que citaba a su vez el Mahâbhârata, el libro inmemorial de la espiritualidad india: «Sólo es feliz el que ha perdido toda esperanza, pues la esperanza es la mayor tortura y la desesperación la mayor felicidad”.

Suena simple, fácil, pero no lo es. Implica des-aprender para llegar a ese “desear lo que sí depende de nosotros (es decir, de aprender a querer y a actuar)", a  "aprender a desear lo que es (es decir, a amar), mejor que desear siempre lo que no es (esperar o echar de menos)”.

No se trata" -concluye- "de prohibirse esperar, ni de esperar la desesperación. Se trata, en el orden teórico, de creer un poco menos y de conocer un poco más. En el orden práctico, político o ético, se trata de esperar un poco menos y de actuar un poco más. Por último, en el orden afectivo o espiritual, se trata de esperar un poco menos y de amar un poco más”.

André Comte-Sponville (París, 1952) es filósofo y ensayista,  "doctor en Filosofía por 
L´École Normal Superieur, y fue profesor de la Universidad de La Sorbona. Se inició en la escritura en 1988 al tiempo en que colaboraba en diversos periódicos. Es miembro del Comité Consultivo Nacional de Ética y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Mons-Hainaut." (lecturalia.com). Entre sus muchas obras están: El mito de Ícaro: tratado de la desesperanza y la felicidad, Invitación a la filosofía, Pequeño tratado de las grandes virtudes, La feliz desesperanza, Montaigne y la filosofía, Esta cosa tierna que es la vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todo comentario o crítica debe ser, ante todo, respetuoso. Te ruego sigas esa simple regla.