domingo, 2 de octubre de 2016

No a la guerra, sino a una mejor paz

Tomado de lachachara.org
Ya se conocen los resultados del plebiscito, no por la paz, como erróneamente se vendió, sino por un acuerdo de paz firmado entre el Gobierno de Colombia y las Farc. Por sus términos y sus alcances. 

La mayoría de los votantes, con una escasa diferencia y con una alta abstención, dijo NO al acuerdo final de paz. Eso no significa decirle NO a la paz; eso significa NO a las Farc, NO al co-gobierno acordado en ese documento; NO a las excesivas prerrogativas que el Gobierno les entregó, a cambio de silenciar sus fusiles, sí,  pero ¿Y el resto? ¿El sistema de gobierno? ¿el reconocimiento de culpas de todos por una indolencia de siglos? ¿Pedir perdón públicamente...y? ¿Entregarles el país?

No es hora de triunfalismos, ni de sentimentalismos, ni de populismo, ni de culpar a alguien, ni de imputarles a quienes votaron NO los muertos del futuro. Habló la mayoría de los votantes y eso dice mucho. Es hora de pensar. 

Retomo mi pregunta de mi última nota: ¿Seremos capaces de cambiar sin el acuerdo?
¿Cómo trabajamos todos para construir una paz de verdad? ¿Una paz con justicia social y equidad?

Es imperativo sacar adelante el campo, llevar educación, salud, vías, tecnología, cultura. Es imperativo distribuir la riqueza, no la pobreza; es imperativo romper los monopolios sobre la tierra y la servidumbre campesina; es imperativo educar a la gente del común, a  las etnias, dejar de discriminar al negro y al indio, dejar de sentirnos superiores por el color de la piel.Es necesario que el reparto de la riqueza sea más equitativo, que se vea la riqueza que existe en este país, que todos la veamos y la palpemos en el día a día, sin que se la roben unos cuantos en perjuicio de todos.

Para hacer eso no necesitamos un acuerdo inequitativo con las Farc, ni necesitamos la amenaza latente de los fusiles esperando que incumplamos para empezar a ladrar, ni necesitamos hipotecar el presente y el futuro de los colombianos. Vuelvo a preguntarme: ¿Por qué el Gobierno tiene que comprometerse con las Farc a cumplir lo que siempre ha debido cumplir para hacer la paz? Y si no pudiere cumplir, ¿Serían las Farc las grandes salvadoras del país? Y ¿cuál es su concepto de salvación?

No.

Y no es que se prefiera la guerra, como se dice a la ligera; es que hay que decidir qué paz queremos. El resto, es pura emotividad.

¿Qué le falló al Presidente Santos?
  • Poca divulgación; la gente no conocía lo aprobado en La Habana, ni durante la discusión, ni después; el Gobierno se limitó a mandar mensajes emotivos, sin contenido.
  • Muchas ganas del Gobierno de firmar un acuerdo, ¿para pasar a la historia? ¿Para ganar el premio Nobel de Paz? ¿Y nosotros qué? ¿Cuál era nuestro futuro?
  • Sondear los reales sentimientos de la gente: ¿pueden perdonar las víctimas solo con un papel escrito? ¿ y sus muertos, dónde están? ¿Y no somos todos víctimas de tantos errores?
  • Querer solucionar las grandes falencias del Estado, desde la primera República, con solo promesas que sonaban incumplibles. Y ¿qué pasaría si el Gobierno no pudiese cumplir? En este país es fácil hablar y difícil cumplir, y no creo que con esta guerrilla se pueda jugar.
  • Concederle demasiado a las Farc con tal de firmar la paz.
  • Y todos los que apoyaban el SÍ a los acuerdos, ¿realmente se los leyeron? ¿Midieron la hondura de las aspiraciones de las Farc? ¿Midió el gobierno la magnitud de lo que estaba prometiendo, hipotecando, repito, nuestro presente y nuestro futuro?

Sin embargo, aún hay esperanzas, eso se desprende del mensaje de las Farc y del Gobierno. No desistir. Seguir trabajando por construir una paz mejor para todos. Superar la polarización, el fraccionamiento que ha quedado evidenciado en esta votación. No es hora de quedarse quietos esperando que el tiempo decida; hay que actuar, y ya.
De nosotros depende tener un futuro decente.