domingo, 24 de junio de 2012

LA LUZ DE LOS LIBROS

LA LUZ DE LA NOCHE

Pietro Citati
Editorial Acantilado
Barcelona, 2011


Este es un libro para leer despacio, con deleite, con ese placer íntimo que nos causan las palabras, su encadenación, su ritmo, su esplendorosa poesía.
Es un libro de ensayos, no sobre los mitos en la historia del mundo, sino sobre los libros que nos hablan de esos mitos;  sobre la lectura que hace este maravilloso escritor que es Pietro Citati (Florencia, 1930) de esos libros,  de obras de arte, de lugares, del mundo entero; una lectura profunda y poética que nos da una nueva visión sobre esas historias que anidan desde siempre en la imaginación y en el corazón de los hombres, sus transformaciones, sus similitudes a lo largo de los siglos, y que reflejan esa necesidad de contestar incógnitas, de darle nombre y origen a las cosas, de llenar el vacío del universo y la soledad con imágenes, con dioses, con algo que brinde una mínima certeza, un asidero frente a la nada.
El libro comienza con un capítulo, que es realmente  un hermoso canto, sobre los escitas, ese antiguo pueblo del que habló  Herodoto,  que emigró durante un tiempo a Oriente Medio, con cuyo arte y magnificencia combinó el suyo, fusión que se observa en sus tumbas, mezcla de la artesanía escita con imágenes orientales, "como si Oriente y Siberia, los palacios y los carros, dos mundos opuestos, se hubieran fundido en una imagen radiante".  
Seguimos a las fortalezas ciclópeas de Micenas que explican por qué Esquilo y la imaginación de los hombres situaron allí, "como si fuera su cuna natural, los grandes mitos y los héroes de las tragedias"; porque "¿En qué otro lugar, sino en aquella fortaleza que dominaba los llanos de la Argólida como un castillo feudal maldito, habría podido el hombre conocer los pecados generados por su mente tortuosa?: la desmesura; la audacia sin límites; el desenfreno de los sentidos  de la imaginación; la impudicia del corazón; la serpiente de la traición; la ferocidad contra la propia sangre."
Encontramos a Apolo, el dios griego de la luz, "extraña luz: luz que en su esplendor desmesurado, superando dolorosamente el grado más alto de intensidad de la luz y del sonido, contiene en sí toda la profundidad de las tinieblas"; y a Hermes, su hermano, quien "llevaba consigo el inmenso pueblo de los sueños", y estaba "tejido de una noche serena y leve, que ignoraba las tinieblas profundas de Apolo", cuya luz era la de los ojos; ambos dioses inventaron la lira y la poesía, dioses "antitéticos y avenidos" cuyas formas poéticas "viven aún entre nosotros, escondidas tras miles de disfraces".
Pasamos por Ulises, cuyo reino "era el del relato, tan ilimitado e intrincado como el dibujo de sus viajes trazado en el mapa del Mediterráneo". Por la construcción del amor filosófico de Platón, en El Banquete y en Fedro, en la voz de Sócrates que nos dice que "si quieren crear, los hombres creativos deben enamorarse". 
Nos detenemos en las artes acrobáticas de Apuleyo, quien sabía que "la literatura no puede contar más que magia y metamorfosis",  como lo hace precisamente en sus Metamorfosis o  El Asno de Oro, en donde narra un viaje iniciático en los misterios de Isis, la antigua diosa lunar, la reina de Eros, de la luz de la noche de que hablan los  místicos, "esa luz resplandeciente y velocísima, que alumbra al alma al menos una vez en la vida, cuando, en un fulgor de beatitud, podemos tocar con los ojos las cosas divinas".
Y así, capítulo a capítulo, leemos -con el alma de Citati- cómo entiende un pagano a San Pablo; las visiones de Dante y de Agustín; la trascendencia del Tao en Chuang-Tzu; el encuentro de China con el cristianismo; la literatura islámica, el "inexistente" libro de Las Mil y Una Noches, "el más bello apólogo...sobre el arte de contar"; las oraciones toltecas, curiosamente parecidas a las cristianas; la muerte de los dioses incas en los recuerdos de Garcilaso; Montaigne, encerrado en su torre, transformando "la riqueza de los libros mediante el ritmo nervioso y sustancioso de su prosa"; la melancolía de las hadas, de Kirk, que se origina por  ser "criaturas divididas, ni ángeles, ni hombres, ni demonios"; el exilio por los caminos del universo de la Shekhina, "el rostro femenino de Dios"; La flauta mágica de Mozart, que recuerda el viaje de iniciación hacia Isis y que nos regresa a Apuleyo; la poesía de Rumi, para quien "todo cuanto nuestras miradas contemplan en el espejo lleno de color y perfumado del universo es un reflejo de Dios"; los sueños, las elucubraciones mentales, los infinitos mundos que el hombre ha creado en multitud de libros, pinturas, partituras; espejismos, vanidad, locura, poesía, arte.
Otras obras de Pietro Citati son Goethe, Historia primero feliz, luego penosísima y funesta, Tolstói, Kafka, El Mal Absoluto, Leopardi. Ha recibido los premios Viareggio, Strega, Médicis, Grizane Cavour y Premio a la Latinidad.




Fotografías: La puerta de los Leones, en Micenas, tomada de  wikipedia.
Portada de la edición en latín de John Price de la obra de Apuleyo Las metamorfosis o El asno de oro (Gouda, Netherlands, 1650), tomada de wikipedia
Pietro Citati: tomada de acantilado.es