lunes, 12 de julio de 2010

Esas Vidas Minúsculas

VIDAS MINÚSCULAS
Pierre Michon
Editorial Anagrama


Este libro de relatos fue el primero que publicó Pierre Michon en 1984, cuando tenía 38 años de edad, libro premiado con el France-Culture de ese año. No tiene la levedad poética de las "Mitologías de Invierno", pero sí ese adentrarse en la historia para rellenar sus vacíos con ficción, ese imaginarse lo que pudo ser, lo que se pudo decir o soñar, lo que nos recuerda a Borges e, inevitablemente, a Schwob; sólo que aquí se trata de vidas de personas que no fueron importantes para la Historia o para el mundo, vidas anodinas de seres comunes y corrientes que, por la palabra del escritor, pasan a ocupar un lugar en la eternidad literaria.
Michon nos habla de las vidas de esos abuelos paternos a quienes se culpa por el abandono del padre, vidas reivindicadas ahora en el relato, con su carga de remordimientos y arrepentimientos mudos, cuando ya es tarde. Del huérfano enviado a la granja de los abuelos a trabajar por comida, ropa y cariño, que parte a Africa buscando un sueño que no se cumplirá recordando tal vez la historia de Rimbaud, y a quien la abuela recuerda imaginándole una vida tal vez próspera y un violento final. "¿Quién, -se pregunta el autor- "si yo no lo hiciese constar aquí, de acordaría de André Dufourneau, falso noble y campesino desnaturalizado, que fue un niño bueno, quizás un hombre cruel, tuvo deseos poderosos y no dejó huella más que en la ficción que elaboró una vieja campesina difunta?". 
La vida de los hermanos Bakroot, o del hijo que abandona la casa y le inventan un futuro mejor para justificar su ausencia,  o de una niña muerta que se convierte en ángel dejando perplejo al biógrafo, niño entonces también, quien no logra entender por qué hay que morir para ser un ángel.
Ocho relatos componen este libro con los cuales Michon desea profundamente "que la muerte de Duforneau sea menos definitiva porque Élise lo recordó o lo inventó; y que la de Élise sea aliviada por estas líneas. Que en mis veranos ficticios, su invierno vacile. Que en el cónclave alado que tiene lugar en Cards sobre las ruinas de lo que hubiera podido ser, ellos sean".
Relatos que deben leerse despacio, abandonándose a la magia de las palabras y las largas frases elaboradas,  en los que Michon hace realidad  ese íntimo deseo de todos de dejar una huella de nuestro paso por el mundo, que alguien nos recuerde, que pronuncie nuestro nombre alguna vez aún si no nos conoció; entonces, habrá valido la pena vivir.