sábado, 20 de febrero de 2010

CaRnAvAl, cArNaVaL

Una vez más llegó y pasó el Carnaval, como un viento que aligera el espíritu y revitaliza la sangre. Una vez más sale triunfante la vida, con el claro conocimiento de que la muerte es una parte inevitable de su ciclo.



Barranquilla: cielo azul, brisa y color; cumbia lenta con sabor a río y mar; frenesí vital con raíces ancestrales africanas; conjunción que recoge la elegancia del colono, y la cadencia y picardía heredadas de las sangres mezcladas durante siglos de mestizaje.



Joselito Carnaval murió, era de esperar; murió en su ley al cuarto día de parranda y ron. Fue debidamente llorado por sus viudas, deudos y acreedores,  lamentando más que todo el fin de  fiesta. No resucitará; revivirá dentro de un año; se depertará fresco y listo para reiniciar la rumba, porque la alegría no muere; sólo entra en reposo para recuperar fuerzas y seguir iluminando los días.

Fotografías: María Alejandra Gaona. Foto de Congos tomada de http://www.redcolombiana.com/
Texto: Silvia Reyes Cepeda