viernes, 18 de diciembre de 2009

Raymond Carver

CATEDRAL

Raymond Carver
Ediciones Conpactos Anagrama, Barcelona
10a edición, 2006, 205 páginas


Raymond Carver (1939-1988) es reconocido como uno de los maestros norteamericanos del relato corto. "Catedral" es una muestra de esa maestría. Doce cortos cuentos que se centran en un momento determinado de una vida cualquiera, de gente común y corriente; vidas en las que, de pronto, pasa algo que rompe la rutina, la monotonía de las existencias simples sin ninguna aspiración intelectual o de trascendencia alguna.

Algo sucede, entonces, y el lector va adquiriendo la sensación de que algo más va a pasar, algo grave o irreparable.

No son historias redondas; al comienzo, parecen anécdotas, pero tampoco lo son. El estilo conciso y seco del narrador nos muestra, como de reojo, cómo era la vida del personaje antes del suceso central, y nos deja a la imaginación cómo será después. No cuestiona, no elucubra, sólo narra generando un suspenso que desemboca en nada, no hay realmente un desenlace, aun cuando sí una cierta solución.

Por ejemplo, en “El Compartimiento", Myers visita Europa por primera vez y va a visitar a su hijo a quien no ve ni se ha comunicado durante ocho años; al regresar del baño, se da cuenta de que le han robado el reloj que le lleva de regalo, y no puede culpar al único pasajero con quien comparte el vagón; la rabia y la impotencia le recuerdan su mala relación con el hijo y con su madre, y descubre que en realidad no quiere verlo. No se baja del tren en la estación en donde el muchacho debía estar esperándolo; lo busca y no lo ve en el andén; tal vez el hijo tampoco quiere verlo. Su vagón es desenganchado sin que se de cuenta, y pierde el equipaje; pero lo único que le importa es que el tren siga marchando hacia cualquier parte.

O, en "Fiebre", Carlyle ha sido abandonado por su mujer, quien le dejó los dos niños pequeños; ella llama insistentemente por teléfono para decirle que las cosas van a ir bien; llamadas absurdas mientras él busca una niñera para los hijos y poder ir a trabajar; una fiebre alta lo ayuda a desprenderse, a ver claro, y aun cuando la excelente niñera que había conseguido le anuncia que se va, él se siente tranquilo.

Vidas que se rompen, abandonos, soledad, y esa incierta sensación de estarse fraguando una tragedia, o, como dice el mismo Carver, como si las cosas que estuviesen dormidas fuesen a despertar.

La tensión que maneja con su lenguaje preciso, dice Carver "...es parte fundamental de la historia, en tanto que las palabras convenientemente unidas pueden irla desvelando, cobrando forma en el cuento. Y también son importantes las cosas que dejamos fuera, pues aún desechándolas siguen implícitas en la narración, en ese espacio bruñido (y a veces fragmentario e inestable) que es sustrato de todas las cosas". (Escribir un Cuento, en http://www.literatura.us/).

Es éste el estilo inconfundible de Carver, descrito por él mismo, el mundo que ha creado, y que deja pensando al lector en todas las posibilidades abiertas en el relato.

Por: Silvia Reyes Cepeda